APROBADO TLC EEUU-COLOMBIA:
HORA DE PENSAR EN GRANDE
¡Al fin aprobaron el TLC Colombia-EEUU en el Congreso
norteamericano¡ Un vía crucis de alrededor 7 años, prácticamente, recorrió la
negociación, firma y luego congelación de la aprobación de ese tratado, hasta
que fue sancionado por la mayoría del senado.
Con la aprobación de los TLC EEUU va a recuperar en América
Latina cierto terreno perdido en los últimos años. Hilary Clinton ha declarado:
“Colombia, Corea y Panamá
son aliados importantes en regiones estratégicamente vitales. Con la aprobación
de los acuerdos, EE. UU. le ha cumplido a sus amigos y aliados”. Son éstas palabras que no deben ser echadas en saco roto.
Esta buena noticia económica, aunque ajena, cae como un bálsamo
en un país que como el nuestro, durante 13 años ha visto hundir progresivamente
su economía por un gobierno enloquecido por la ideología.
Junto a ese TLC, fueron aprobados también el de Corea del Sur
y Panamá, también demorados un largo tiempo.
Esta tardanza injustificada no fue ajena a los vaivenes de la
política interna norteamericana. Las objeciones a los TLC fueron esgrimidas
principalmente por los miembros del partido demócrata. En la oposición de estos
últimos ejercieron mucha influencia los sindicatos estadounidenses, ONG’s de
los derechos humanos y algunos sectores
económicos proteccionistas. Sin embargo, los republicanos fueron más proclives
a suscribirlos.
Estos grupos, en el caso de Colombia, señalaban como razón de
peso para oponerse el hecho cierto de los numerosos asesinatos a dirigentes
sindicales en ese país, lo que, para ellos, sería motivo suficiente para
bloquear tal aprobación legislativa.
Esa supuesta razón, sin embargo, ocultaba otro interés, más
bien, de proteccionismo comercial. Muchos parlamentarios de aquel país
representaban a ciertos sectores económicos que veían algunas amenazas a sus
mercados, toda vez que se abriría una cierta competencia en algunos rubros,
como es lo usual cuando se pone en práctica este tipo de acuerdos comerciales. Aunque
esta postura era exagerada, a mi modo de ver, toda vez que las “amenazas” de
los productos colombianos no serian de gran envergadura.
La suscripción de este tipo de acuerdos comerciales -debe
señalarse- es la vía menos deseable que algunos países tuvieron que adoptar, habida
cuenta del torpedeo y luego paralización que sufrieron las negociaciones
multilaterales del ALCA. Centroamérica, República Dominicana, Perú, Chile y
Panamá se vieron obligados a concretar estos tratados bilaterales.
Al entrar en vigencia el TLC entre EEUU y Colombia, tendrán
acceso al gran mercado norteamericano, libre de aranceles, el 99% de los
productos que hoy exporta Colombia (cárnicos, hortifrutícolas, textil,
plásticos, autopartes, tabaco, azúcar, flores, etc). Ésta, a su vez, otorga al
82% de los productos provenientes de EEUU una desgravación arancelaria,
principalmente, de bienes de capital y productos no producidos en Colombia.
Nuestro vecino espera que en los próximos 4 años, se creen
250.000 nuevos empleos como consecuencia del TLC. Que el PIB suba 1%. Que las
exportaciones totales suban en un 6%. Y que el comercio bilateral se incremente
en 6.000 millones de dólares.
Así las cosas, las perspectivas no pueden ser más halagüeñas.
Lo que viene ahora es la instrumentación del acuerdo. Los
actores económicos colombianos tuvieron un largo período para prepararse de
cara a la competencia que traería consigo la aprobación de este TLC.
No obstante, algunos observadores han señalado que Colombia
no hizo sus deberes en este campo. La firma de este TLC demandaba la
realización de obras y cambios institucionales que permitieran al país elevar
su competitividad de cara al nuevo desafío, y aquella no tuvo lugar. Lo cual
pudiera afectar los resultados positivos esperados, y reactivar los
cuestionamientos formulados durante la discusión del tratado por los enemigos
del libre comercio.
Por otro lado, hay sectores económicos que no están aun
preparados para la competencia que vendrá. Son los que siempre han apostado al
proteccionismo estatal y han hecho poco por adaptarse al comercio globalizado. El gobierno colombiano deberá tomar acciones al respecto.
Afortunadamente, Colombia dispone de importantes sectores
económicos que se han volcado desde hace mucho tiempo al exterior y a los que
este TLC, con seguridad, favorecerá e impulsará más.
Como observador desde un país vecino, cuyo aparato productivo
es víctima de un demencial plan de destrucción económica jamás conocido en esta
región, con la excepción de Cuba, la noticia de la aprobación de este TLC no
puede sino producirle una gran envidia.
Con sus desafíos y amenazas,
y con las deficiencias nacionales que puedan estar presentes en la
implementación y ejecución del TLC, vemos con optimismo que un país como
Colombia se abra paso firme, sin complejos, en la escena económica
internacional, siempre con la mira fija en la generación de una mayor riqueza y
bienestar para sus ciudadanos a través del comercio con el gigante del
continente.
Razón tiene el presidente Santos cuando dice que llegó la
hora de pensar en grande. Ojalá los venezolanos nos contagiáramos de ese
espíritu, sumidos como estamos en un marasmo político y económico.
EMILIO NOUEL V.
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