viernes, 14 de octubre de 2011


APROBADO TLC EEUU-COLOMBIA: HORA DE PENSAR EN GRANDE

                                 

¡Al fin aprobaron el TLC Colombia-EEUU en el Congreso norteamericano¡ Un vía crucis de alrededor 7 años, prácticamente, recorrió la negociación, firma y luego congelación de la aprobación de ese tratado, hasta que fue sancionado por la mayoría del senado.  
Con la aprobación de los TLC EEUU va a recuperar en América Latina cierto terreno perdido en los últimos años. Hilary Clinton ha declarado: “Colombia, Corea y Panamá son aliados importantes en regiones estratégicamente vitales. Con la aprobación de los acuerdos, EE. UU. le ha cumplido a sus amigos y aliados”. Son éstas palabras que no deben ser echadas en saco roto. 
Esta buena noticia económica, aunque ajena, cae como un bálsamo en un país que como el nuestro, durante 13 años ha visto hundir progresivamente su economía por un gobierno enloquecido por la ideología.
Junto a ese TLC, fueron aprobados también el de Corea del Sur y Panamá, también demorados un largo tiempo.
Esta tardanza injustificada no fue ajena a los vaivenes de la política interna norteamericana. Las objeciones a los TLC fueron esgrimidas principalmente por los miembros del partido demócrata. En la oposición de estos últimos ejercieron mucha influencia los sindicatos estadounidenses, ONG’s de los derechos  humanos y algunos sectores económicos proteccionistas. Sin embargo, los republicanos fueron más proclives a suscribirlos.


                           

Estos grupos, en el caso de Colombia, señalaban como razón de peso para oponerse el hecho cierto de los numerosos asesinatos a dirigentes sindicales en ese país, lo que, para ellos, sería motivo suficiente para bloquear tal aprobación legislativa.
Esa supuesta razón, sin embargo, ocultaba otro interés, más bien, de proteccionismo comercial. Muchos parlamentarios de aquel país representaban a ciertos sectores económicos que veían algunas amenazas a sus mercados, toda vez que se abriría una cierta competencia en algunos rubros, como es lo usual cuando se pone en práctica este tipo de acuerdos comerciales. Aunque esta postura era exagerada, a mi modo de ver, toda vez que las “amenazas” de los productos colombianos no serian de gran envergadura.
La suscripción de este tipo de acuerdos comerciales -debe señalarse- es la vía menos deseable que algunos países tuvieron que adoptar, habida cuenta del torpedeo y luego paralización que sufrieron las negociaciones multilaterales del ALCA. Centroamérica, República Dominicana, Perú, Chile y Panamá se vieron obligados a concretar estos tratados bilaterales.
Al entrar en vigencia el TLC entre EEUU y Colombia, tendrán acceso al gran mercado norteamericano, libre de aranceles, el 99% de los productos que hoy exporta Colombia (cárnicos, hortifrutícolas, textil, plásticos, autopartes, tabaco, azúcar, flores, etc). Ésta, a su vez, otorga al 82% de los productos provenientes de EEUU una desgravación arancelaria, principalmente, de bienes de capital y productos no producidos en Colombia.
Nuestro vecino espera que en los próximos 4 años, se creen 250.000 nuevos empleos como consecuencia del TLC. Que el PIB suba 1%. Que las exportaciones totales suban en un 6%. Y que el comercio bilateral se incremente en 6.000 millones de dólares.
Así las cosas, las perspectivas no pueden ser más halagüeñas.
Lo que viene ahora es la instrumentación del acuerdo. Los actores económicos colombianos tuvieron un largo período para prepararse de cara a la competencia que traería consigo la aprobación de este TLC.
No obstante, algunos observadores han señalado que Colombia no hizo sus deberes en este campo. La firma de este TLC demandaba la realización de obras y cambios institucionales que permitieran al país elevar su competitividad de cara al nuevo desafío, y aquella no tuvo lugar. Lo cual pudiera afectar los resultados positivos esperados, y reactivar los cuestionamientos formulados durante la discusión del tratado por los enemigos del libre comercio.
Por otro lado, hay sectores económicos que no están aun preparados para la competencia que vendrá. Son los que siempre han apostado al proteccionismo estatal y han hecho poco por adaptarse al comercio globalizado. El gobierno colombiano deberá tomar acciones al respecto.
Afortunadamente, Colombia dispone de importantes sectores económicos que se han volcado desde hace mucho tiempo al exterior y a los que este TLC, con seguridad, favorecerá e impulsará más.
Como observador desde un país vecino, cuyo aparato productivo es víctima de un demencial plan de destrucción económica jamás conocido en esta región, con la excepción de Cuba, la noticia de la aprobación de este TLC no puede sino producirle una gran envidia.
Con sus desafíos y amenazas,  y con las deficiencias nacionales que puedan estar presentes en la implementación y ejecución del TLC, vemos con optimismo que un país como Colombia se abra paso firme, sin complejos, en la escena económica internacional, siempre con la mira fija en la generación de una mayor riqueza y bienestar para sus ciudadanos a través del comercio con el gigante del continente.
Razón tiene el presidente Santos cuando dice que llegó la hora de pensar en grande. Ojalá los venezolanos nos contagiáramos de ese espíritu, sumidos como estamos en un marasmo político y económico.

EMILIO NOUEL V.




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