jueves, 23 de octubre de 2008

Un silencio bien vale una refineria 
Emilio Nouel.

Miércoles, 22 de octubre de 2008

El capítulo Suramérica de “Corruptos sin fronteras” se mantiene en la cresta de la ola mediática. La corrupción de esta organización delincuencial sigue dando que hablar, y lo que aparece en los medios a diario muestra en su asquerosa esencia la conexión Miraflores-Casa Rosada y los muy variados negociados del gobierno venezolano.

A tal punto ha llegado este escándalo que incluso el mismo Vicepresidente argentino, Julio Cobos, ha pedido que el ministro de Vido y su carnal, Uberti, aclaren su participación en los hechos del maletín de 800 mil dólares procedentes, según los enjuiciados en Miami, de PDVSA.

¡Al fin, una alta autoridad gubernamental se pronuncia sobre tan escandaloso asunto! Porque el silencio de las autoridades venezolanas es ensordecedor.

Mientras tanto, el señor Antonini Wilson revela que a su silencio se le había puesto precio, y qué precio.

Como se sabe, Enrique IV de Francia, para obtener el reino de Francia, pragmáticamente, abjuró de su fe, era hugonote, y se convirtió al catolicismo, pagando un precio que quizás fue alto para él, pero que no dudó en pagar. “Paris bien vale una misa”, dicen que dijo.

Aquella conducta se repite pero en circunstancias diferentes. “No soy yo acaso también un aspirante a monarca absoluto? Un silencio como éste bien vale una refinería”.

No es de extrañar, entonces, que con vista a lo que se le vendrá encima tarde o temprano a él y a sus amigotes de UNASUR, a Chacumbele I, para curarse en salud, no se le ocurrió otra que la de sugerir a su ministro de larga estatura (física), un quid pro quo acorde con los tiempos, y así, en passant, intentar de sacar del brete a la irascible señora del Sur, cuya aceptación en las encuestas en estos días anda en picada.

Así las cosas, los ciudadanos de nuestro vecindario hemisférico, perplejos, hemos sido testigos de una conversación realizada en Miami, entre un agente encubierto de la inteligencia venezolana, Cánchica, y el señor Antonini, en la que, entre otras lindezas, este último señala que le ha sido ofrecido, si mantiene la boca cerrada respecto del dinero que iba a la campaña electoral de la señora aquella, nada menos que una refinería.

¡UNA REFINERÍA, señores¡ ¡Na´guará! dirían por mi tierra centro-occidental.

Y cuando uno oye eso, no es muy difícil creerlo. ¿Por qué no? ¿Acaso no se anda ofreciendo a diestra y siniestra la construcción de refinerías por todo el mundo, como si se tratara de minucias? Y, por otro lado ¿No es vox populi que alrededor de esos proyectos hay una rebatiña de negocios ilícitos, comisiones ilegales y financiamientos de gobiernos y grupos políticos amigos? ¿Es mentira que la injerencia del gobierno venezolano en los asuntos de otros países, va siempre acompañada de contribuciones jugosas para la causa de la integración bolivariana y de los bolsillos de oportunistas? Pero el señor Antonini también ha declarado que eventualmente participaría en la construcción del abandonado proyecto del gasoducto de Suramérica. Ha tenido que ver, igualmente, con compras de armas y viviendas para una gobernación venezolana, cuyo gobernador está señalado de redomado corrupto. Todo esto sin mencionar las comisiones sobre las operaciones de emisiones de bonos desde el Ministerio de Finanzas.

Ha confesado, asimismo, que fue invitado por sus ex socios a unirse en la compra de VENOCO (la operación fue apenas de 32 millones de dólares); empresa ésta, que para su operación, depende de la “buena voluntad” de quien le suministra la materia prima que utiliza, pero que en vista del rollo en que están metidos ahora, el ministro ha suspendido las entregas, como retaliación por las confesiones de los enjuiciados.

Al escudriñar un poco en todo este entramado, cualquiera pudiera sospechar también, acerca de algún funcionario que recibe comisiones por el abastecimiento oportuno de tal materia prima, así como preguntarse sobre las coimas en los negocios de transporte petrolero, de importaciones de alimentos y de tantos contratos que PDVSA genera.

El último episodio que ha saltado a la prensa es que el abogado Maiónica, preso en Miami, aparece involucrado en el fraude llamado “La Vuelta”, que -adivine el lector- tiene sus ramificaciones hacia nada menos y nada más que PDVSA-Occidente. Los brokers de esta estafa se encargaban de adquirir acreencias contra PDVSA a descuento, para luego cobrarlas a su precio facial. ¿Cuanta sería la comisión para los que desde adentro aligerarían el trámite? En cualquier caso: ¿Es azar o forma parte de una estructura de mafias organizadas alrededor de muestra principal industria con ramificaciones fuera de Venezuela? Nos inclinamos por la segunda respuesta.

Por lo pronto, reiteramos la pregunta: ¿Valía tanto ese silencio, como para ofrecer una refinería? Habida cuenta de lo que nos enteramos todos los días a través de los testimonios en el juicio de Miami, parece que sí lo valía.


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