“LA
TIERRA DEL OLVIDO”, LAS GRANDES LIGAS E IVAN DUQUE
Son noticias que vienen de fuera y que
compensan en parte a uno, venezolano atormentado por la situación particular
que vive su país, hundiéndose este en el colapso social y económico más grande de
su historia, y de paso, transitando un camino hacia la irrelevancia, a menos
que despertemos y resurjamos.
Colombia, que es y será nuestro
vecino per sécula seculorum, es
aceptada en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), club
de los países más desarrollados del mundo, e ingresará próximamente como “socio global” a la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Entra a las Grandes Ligas, y hay que felicitarse.
Ambas instituciones, una económica y
la otra estratégica-militar, en las que se deciden asuntos de dimensión
planetaria.
Y no es que Colombia pueda ser
catalogada en la actualidad como país totalmente desarrollado, ni que haya
acabado con todos su problemas sociales. Sabemos que aun los tiene y que hay algunos
deberes pendientes por hacer.
Sin embargo, cumple con ciertos
requisitos mínimos que la hacen acreedora de las membresías en cuestión, y esto
a pesar de algunos temas importantes y graves como la violencia política y
el tráfico de drogas presentes todavía.
Como se sabe, la OCDE es una organización
en la que se intercambian experiencias positivas que apunten al cambio social y
económico. Acepta en su seno a países que reúnen unos estándares de
productividad, competitividad y desarrollo institucional, adecuados para el
desarrollo y el crecimiento.
Colombia hoy los reúne, afortunadamente,
para enfrentar los desafíos de su propio desarrollo.
Desde el 2013 el presidente Juan
Manuel Santos había venido acercándose a la OTAN y en el 2016 con ocasión de
los acuerdos de Paz, inicio un proceso de colaboración con aquella.
Ser “socio global” de la OTAN implicará
para Colombia realizar operaciones de cooperación estratégica militar en los
asuntos relativos al mantenimiento de la paz mundial, más allá del ámbito
europeo de la organización. Y esto no es un asunto de poca monta, sobre todo visto
desde nuestra región y de Venezuela.
Por otro lado, en la reciente primera
vuelta de las elecciones presidenciales de ese país, el joven candidato Iván
Duque del partido Centro Democrático, senador, escritor, de excelente formación
académica y con experiencia política,
ganó con una ventaja importante.
Para los venezolanos que lo deseábamos,
es también una buena noticia ese triunfo. Él ha demostrado de manera sincera y
reiterada su solidaridad con los cientos de miles de venezolanos que han debido
irse a ese país. Lo ha dicho claramente: el éxito de Colombia es el mismo de
Venezuela.
Ciertamente, lo que allá ocurra y lo
que aquí suceda, incumbe a ambos. Nuestra existencia y los destinos de venezolanos
y colombianos están cruzados inexorablemente. Todo nos convoca a la
convergencia y la integración. La política, la economía y la geografía. Y hasta
la sangre.
Colombia y Venezuela. Venezuela y
Colombia. Dos países que deben marchar juntos y complementarse. Como ya de
hecho lo han logrado, más allá de los intentos por separarnos y/o enemistarnos,
a causa de puntos y rayas geográficos y de prejuicios absurdos.
Desde la Tierra de Gracia, como la llamó el Almirante de la Mar océano, a la
Tierra del olvido, como alude a
Colombia ese cantante telúrico Carlos Vives, corre una sola y profunda
corriente subterránea de savia común que nos alimenta y nos hermana.
Es posible que el proceso que se abre
para Colombia con el nuevo Presidente Duque, tenga repercusiones prontas e
importantes para nuestra situación particular. Ojalá. Así lo anhelamos desde
aquí, gozosos como estamos de las tan buenas noticias que nos llegan de más
allá de San Antonio del Táchira, Paraguaipoa o Guasdualito.
EMILIO NOUEL V.
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