miércoles, 28 de diciembre de 2016


EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, ODEBRECHT  Y EL NUEVO REVENTÓN DE CLOACAS


Cierran con broche de oro el año la asociación transnacional para delinquir conocida como Corruptos sin fronteras y el socialismo del siglo XXI.

En esta ocasión son las investigaciones sobre los negociados ilícitos de la empresa brasileña Odebrecht y el inicio del proceso penal contra la señora Kirchner, los que hacen estallar la cloaca.

Ya era vox populi que aquella poderosa firma mercantil obtenía enormes contratos bajo el ala de altos funcionarios del gobierno brasileño, mediando, por supuesto, ingentes sobornos dentro y fuera  del país. 

Lo eran también las repugnantes denuncias contra la mafia kirchnerista, cuyas andanzas han quedado al descubierto con abundante documentación, incluso fílmica.

Y la diplomacia bolivariana no podía quedar por fuera de esta deriva podrida.

En tanto que actor principal de una danza de miles de millones de dólares provenientes de contrataciones públicas transfronterizas logrados por métodos nada sanos, Odebrecht gozaba de los favores y la protección de políticos de diversas ideologías, que en los últimos años se ubicaban, principalmente, en el campo del izquierdismo suramericano, verbigracia, el lulapetismo, el chavismo y el kircherismo, cuyos gobiernos cabalgaron sobre la última ola de altos precios de los commodities.

Sólo en Brasil se había iniciado la investigación de esta enorme corrupción, aunque se conocía las conexiones con gobiernos de otros países. 

Cómo una corriente política que se vanagloria de luchar por los más pobres y necesitados, que se llena la boca de una retórica contra las oligarquías y se rasga las vestiduras enarbolando un discurso anticorrupción, pudo contagiarse hasta los tuétanos de la mayor porquería nunca vista en materia de negociados ilegales con las administraciones gubernamentales de la región.

Es la pregunta que se hacen los ingenuos que creyeron en la supuesta sinceridad y honestidad de estos revolucionarios, que históricamente no se han comportado en la práctica de otra manera.

Una vez más dan muestras de su tartufismo en funciones administrativas públicas.

De “Asociación destinada a cometer delitos” habla el juez de la causa contra Cristina Kirchner. En cristiano: delincuencia organizada, banda creada para robar al fisco nacional.

En Venezuela, la corrupción militar-cívica ha alcanzado en los últimos lustros cotas inauditas. En términos cuantitativos, se pierde de vista si la comparamos con la kirchnerista.

Lo que diferencia la situación venezolana de las demás es una grosera impunidad. El control de los tribunales por parte de la tiranía que impera en nuestro país impide que se persiga y sancione la delincuencia que se ha enseñoreado a lo largo y ancho del aparato del Estado.

El latrocinio, como siempre, a quien perjudica mayormente es al pobre. Es dinero que se sustrae de las obras y servicios públicos que los más desprovistos de recursos de la sociedad requieren.

Sin leyes adecuadas ni jueces independientes, en ausencia de transparencia en la administración gubernamental, y sin una voluntad política para combatir la corrupción administrativa dentro y fuera de los ámbitos nacionales, la delincuencia política transfronteriza, como parece ser el caso de nuestra región latinoamericana, perdurará y causará enormes daños a nuestras naciones.   

Sin embargo, y a pesar de todo, este fin de año concluye con buenas noticias. Brasil y Argentina, sus jueces y fiscales, están asestando duros golpes a un flagelo social destructor, que hoy tiene nombre y apellido: el populismo izquierdista del socialismo siglo XXI.  

EMILIO NOUEL V.

lunes, 26 de diciembre de 2016


         CATASTROFISMOS Y EL MUNDO POSIBLE

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Obviamente, si lo ves, por ejemplo, desde las ruinas y las calamidades inconmensurables de una ciudad como Aleppo, el mundo es una desgracia, un fracaso, y pocos motivos habría para pensar el futuro con optimismo.
Y ciertamente, tenemos al frente de nosotros, en general, situaciones sociales en el planeta muy lamentables, que demandan remedios urgentes.
Los pesimistas contribuyen mucho a profundizar un entorno desesperanzador, cuando siempre subrayan lo peor, y en el mejor de los casos, los vasos medio vacíos.
Los demagogos y populistas, desde sus intereses políticos particulares y cálculos electorales,  resaltan en todo momento lo malo, y hasta enormes mentiras fraguan, todo con el objetivo claro de tomar el poder a como dé lugar. Trump es el ejemplo más reciente, y ni hablar de los lideres de países en los que hay elementos reales para alimentar la retórica apocalíptica. Los que hoy gobiernan a Venezuela llegaron al poder inventando o exagerando los problemas que nadie negaba.
No obstante, puede afirmarse que el mundo, en general, no está peor que antes como los agoreros y catastrofistas gustan de echarnos en cara. Y no es verdad que todo tiempo pasado fue mejor.
In the long run, si a las cifras duras nos remitimos, el panorama no es tan sombrío como hace 100 años o más, a pesar de que persisten asuntos graves que requieren soluciones.
Se  ha pretendido atribuir a la interdependencia global -la globalización- casi todos los males que hoy padece el mundo. Claro, ella no es un lecho de rosas. Como la vida, tiene sus retos amenazadores,  duros obstáculos a superar, pero en su mayoría predominan los aspectos beneficiosos, que sólo hay que potenciar, contrarrestando o minimizando los que puedan perjudicarnos, en tanto que país, empresa o individuo.
Malas noticias siempre hay y las habrá. Situaciones tristes y lastimosas observamos en muchas regiones del mundo. Sin embargo, estamos convencidos de que ellas no son tanto por causa exclusiva de la globalización como de condicionantes internos a los países, de las erradas políticas gubernamentales, entre otros factores.
Recientemente fue publicado un cuadro comparativo entre los comienzos del siglo XIX y la actualidad, sobre 6 aspectos sociales: pobreza extrema; educación básica; alfabetismo, democracia, vacunaciones y mortalidad infantil. La conclusión es que el mundo ha avanzado y mejorado sustancialmente en esos rubros. De ellos, el más rezagado en términos relativos, es el de la democracia.
Aún, no hay duda, debemos avanzar en esos campos y muchos otros.  
Graves e ingentes problemas requerirán de muchos esfuerzos de los gobiernos del orbe. Sólo la cooperación y la integración estrechas entre ellos tienen la capacidad de propiciar con mayor celeridad  su resolución. Sin amplio diálogo e intensa confluencia en la acción, los caminos no se abrirán y la aplicación de los correctivos se demorarán. 
Nuestro planeta tiene ante sí grandes desafíos: ideologías políticas siniestras, terrorismo, tribalismos nacionalistas exacerbados, enfermedades, proliferación de armamentos de destrucción masiva, delincuencia transnacional y los derivados del comercio ilícito, los cuales, para enfrentarlos, exigen de los países vías de concertación efectiva. Es probable que esta visión consensuada y compartida se logre, principalmente, entre grupos de países que estén dispuestos a asumir de forma realista la cooperación como medios para ello. Solo queda esperar que un número creciente de ellos se incorpore de manera decidida a esa tarea impostergable.  
En nuestro hemisferio, a pesar de las frustraciones y desencuentros, pueblos, organizaciones y líderes que hacen vida en él tienen una grave responsabilidad. Se ha construido por décadas una institucionalidad que persigue el entendimiento entre los países, la unión económica y la paz, y aunque adolece de insuficiencias y fallas, es menester superarlas con sentido de responsabilidad y no con afán destructor, toda vez que hacia adelante no hay más que un futuro juntos. “Todos somos americanos”, Obama dixit.
Por los siglos de los siglos vamos a convivir, más allá de las diferencias, de allí que la supresión de las confrontaciones inútiles, el trafico de ideas y el incremento del intercambio económico sean las claves de un porvenir provechoso. 
Popper dijo una vez que “El optimismo es un deber y el futuro está abierto”. 
Aquí no aludimos a un optimismo al margen de las realidades, a fantasías irrealizables.   
Y más allá de aquel ‘deber’, hay cifras reales confiables que nos indican que el mundo va dejando atrás sus males. Que un mayor número de personas accede a estándares  superiores de salud, educación y tecnologías.
No se trata de estar conformes ni de entregrarse a una vida inerte en espera de que un supuesto curso inexorable de la vida conducirá a un mundo más habitable para todos.
Pero tampoco debemos permitirnos caer en el nihilismo absoluto, y ser presas fáciles de los catastrofistas, a quienes nada les acomoda y se niegan a reconocer los progresos concretos del ser humano, inmersos como están en utopías insensatas y en la búsqueda de mundos perfectos imposibles, que conducen a infiernos sociales, éstos sí, muy reales.

EMILIO NOUEL V.

@ENouelV  

miércoles, 14 de diciembre de 2016

     EL SOLDADO DESCONOCIDO DE UGALDE

    

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Desde hace un tiempo, amigos de fuera de Venezuela me han hecho una pregunta que hoy pareciera que pretende responder el sacerdote Luis Ugalde.

En varias ocasiones, este año, me han solicitado una opinión escrita (artículo) sobre si no se avista en horizonte del país y en la institución armada una suerte de Wolfgang Larrazábal que propicie una salida de la tiranía militar-cívica que hoy desgobierna a Venezuela, e inicie un proceso de  recuperación de la democracia.

Como sabemos los venezolanos de mayor edad, y lamentablemente lo desconocen millones de jóvenes hoy, Larrazábal fue la figura que encarnó públicamente, desde la institución militar, el derrocamiento del dictador Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. A partir de entonces se inició el período de la democracia civil en nuestro país, la que en los últimos 3 lustros ha pretendido desmontar una banda mafiosa, ignorante y corrupta, revestida de una retórica supuestamente liberadora, pero que en esencia es la barbarie autoritaria fascista en acción.

Mi opinión, dentro de las limitaciones que tengo respecto de cómo se bate el cobre realmente entre los milicos, ha sido que tal personaje militar con liderazgo y mando suficiente no lo veo, aunque el repudio al gobierno a lo interno de esa institución, me atrevo a afirmarlo, debiera ser el mismo que vemos en el 80% y más de los venezolanos. Del desastre económico, las arbitrariedades y el latrocinio, sin mencionar otros delitos en que estén presuntamente incursos ciertos oficiales de alto rango, son víctimas también los militares y sus familias.

Según Ugalde, esta nueva versión de “Larrazábal” debe estar en algún lado, y como la original, sería obviamente desconocida por los venezolanos de a pie, en la actualidad.

En una institución militar que los entendidos dicen que está descoyuntada e ideologizada, con cadenas de mando poco claras, mediatizada por los cubanos, y en la que los tradicionales principios de mérito, conocimiento técnico y disciplina han sido sustituidos por la lealtad perruna a un grupo de poder político, valdría la pena preguntarse qué tipo de “Larrazábal” redivivo podría revertir y superar esa situación a lo interno de las fuerzas armadas y encabezar y/o propiciar un gobierno de transición como el que Ugalde propone.   

Tiene razón el jesuita cuando afirma que un gobierno distinto al que está destruyendo a Venezuela debe contar con el respaldo de la fuerza militar, y que uno sin este último duraría muy poco.

Es atinado también Ugalde en el conjunto de medidas que estaría obligado a tomar un eventual gobierno de transición.  

Quien escribe esta líneas lleva en su ADN un rechazo profundo a todo gobierno militar y con más razón, a uno militarista como el que padecemos. Soy muy escéptico al respecto, y desconfío de militares en funciones de gobierno. La Venezuela actual es prueba fehaciente de la chapuza gubernamental más estruendosa de aquellos.

No obstante, entiendo las realidades de la política y sus imperativos, más allá de las preferencias y reservas personales.

Con todo y sus grandes defectos apuesto al liderazgo civil que nos hemos dado en esta lucha casi agónica e interminable. Estoy consciente de las fallas, algunas de bulto, que nuestros partidos políticos han tenido y tienen.

No ha sido fácil trabajar unidos en el rescate de las libertades y la democracia. Tengo mis dudas sobre si la pluralidad de opiniones e iniciativas libérrimas en el seno de la unidad de las fuerzas democráticas, sea una virtud a reivindicar bajo las circunstancias que vivimos. Sin Unidad de estrategia y de acción, sin férrea disciplina de sus dirigentes, sin un único discurso y sin poner de lado las ambiciones parciales, será muy difícil salir del hueco en el que estamos hundidos.

Sólo aspiro a que aquellos fallos de la Unidad sean corregidos sobre la marcha, y a la brevedad.  

Ugalde ha reiterado un planteamiento que debe ser valorado, pues implicaría adoptar una clara política de largo plazo y coyuntural hacia un sector de nuestra sociedad con el que hay que contar, pero desde una visión de sociedad en la que la institución militar tiene un papel importante de seguridad que cumplir, que no es el de gobernar, toda vez que esta función corresponde en todo país civilizado y moderno, al poder democrático civil.  


EMILIO NOUEL V.

@ENouelV






lunes, 5 de diciembre de 2016

             MERCOSUR: OTRO LEÑAZO DIPLOMÁTICO

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La medida mediante la cual se declara el cese del ejercicio de los derechos que había adquirido el país en tanto que miembro de Mercosur, sin duda, es otro leñazo diplomático que recibe el gobierno militar-cívico de Venezuela, que profundiza su aislamiento y evidencia el rechazo que su conducta antidemocrática interna tiene en la comunidad internacional. 
Basta ver las declaraciones de los cancilleres de los países fundadores de ese bloque comercial, para confirmar las reales razones de tal sanción vergonzosa, que se viste de incumplimiento de compromisos formales asumidos, a pesar de las interpretaciones incongruentes y hasta contradictorias que se emiten.


Ciertamente, el gobierno venezolano ha sido un irresponsable al no hacer lo que debía en materia de aprobación de un amplio número de normativas exigidas por el ingreso al proceso integrador.

Eso se explica por su ignorancia de lo que implicaba tal incorporación en términos de obligaciones contraídas y a la dejadez gubernamental ante ellas. Desde el 2012, la Asamblea Nacional controlada por el chavismo debió asumir parte de la tarea y no la cumplió. El Ejecutivo tampoco hizo lo que le correspondía. Contaban con la vista gorda cómplice de los gobernantes amigos que tolerarían tales infracciones.


Por supuesto, hay una razón más de fondo, y es el motivo que llevó a Chávez a buscar la adhesión a Mercosur, que en nada se relacionaba con los principios económico-comerciales de ese bloque, sino con una visión político-ideológica. De allí que la negociación, en mucho, improvisada, no se haya realizado a partir de los naturales presupuestos de toda tratativa sobre la materia. Sólo importaba meterse en un “club” en el que estaban unos líderes que compartían un mismo plan geopolítico para Suramérica.

En su enfoque estatista disparatado, Chávez sólo ofrecía petróleo y los productos de las empresas del Estado. El sector privado no iba a jugar papel alguno; de hecho, no fue consultado para tomar la decisión de ingresar al bloque.

Chávez desdeñó el hecho de que las economías de los otros países se comportaban de otro modo, respetando las reglas básicas de mercado, a pesar de las orientaciones ideológicas de sus amigos gobernantes. Creía que un modelo de economía colectivizada podría convivir con economías que aceptan principios de libre competencia capitalista.  

La chapuza en lo de Mercosur, como en todo lo que hace el gobierno chavista, se exteriorizaría en cualquier momento. Y éste llegó cuando cambiaron los gobiernos en el entorno mercosuriano, coincidiendo con una ralentización y/o estancamiento del bloque comercial, que comenzaba a demandar nuevas orientaciones y una apertura al mundo, frente a las que el gobierno venezolano no es más que una rémora que podría empantanar las iniciativas que se adelantaran, sobre todo, cuando él se ha autoexcluido de las negociaciones en marcha.

No obstante, para Venezuela, el Mercosur comercial significa hoy muy poco bajo las condiciones internas presentes. Estar o no allí, daría lo mismo. No hace falta ser miembro de Mercosur para vender lo que vendemos o comprar lo que compramos, en las condiciones que vive nuestro país.

Que haya cesado el ejercicio de nuestros derechos -sea lo que sea que esto signifique para los políticos y juristas intérpretes- mientras no se cumplan ciertos requisitos, nada quita ni pone al estado “vegetativo” actual del país dentro del bloque, a su irrelevancia en su seno.

Por lo demás, si nos atenemos a los insultos y maltratos de Maduro y su canciller de cara a los gobiernos de Mercosur, pareciera que no tienen interés alguno en enmendar los errores, a pesar de las grotescas, impropias y ridículas declaraciones en que manifiestan que nadie los sacará del bloque, cuando en los hechos estamos fuera. 

Quizás sea ésta una oportunidad para renegociar nuestra participación allí. Claro, ya sería con otro gobierno, que sostenga una visión muy distinta sobre cómo debe relacionarse el país en los espacios económicos globales, más en sintonía con las grandes tendencias comerciales imperantes. Porque el que tenemos no comprende lo que es la dinámica del mundo de hoy, ni tiene la capacidad para adelantar políticas que en lugar de rezagarnos o empobrecernos como sociedad, dé impulso a nuestra economía, colocándola en un sitial que le permita crecer y producir competitivamente de manera sostenida, todo en función de un amplio bienestar social. 

EMILIO NOUEL V.
emilio.nouel@gmail.com