PADRINO Y UNA CERTEZA: DESCALABRO ESTRUENDOSO
Son variopintos los análisis nacionales e internacionales que
se han hecho sobre la jugada del gobierno, la semana pasada, de nombrar al
Ministro de la Defensa como autoridad máxima en materia de abastecimiento y
distribución de productos de primera necesidad que no se consiguen o no los hay
sino en cantidades cada vez más limitadas. Vendría, supuestamente, a apagar un
fuego ya muy extendido y que pone en peligro la gobernabilidad.
Al general Padrino, designado para tal grave y angustioso
problema, deberán someterse sin chistar los demás despachos ejecutivos,
incluido el del inefable Aristóbulo, vicepresidente de la República. Así lo “ordenó”
Maduro.
Las especulaciones van desde las que afirman que en vista de
la agudización de la crisis y del riesgo de que se produzca un estallido social,
el objetivo del gobierno es atornillarse en Miraflores, echando mano, en una
acción desesperada, de los que manejan el poder represivo y de fuego, una vez
perdido el favor popular y la capacidad de repartir los dineros del Estado,
pasando por las que sostienen que los
militares ya asumieron el poder guardando aun ciertas apariencias -una
dictadura militar sui generis- hasta los que dicen que hay un proceso de
transición en curso, todo en un entorno internacional que está presionando por
una salida que evite un estallido de ingobernabilidad del país y de la región.
Éstas y otras teorías circulan en los corrillos políticos y
en las redes sociales, para los distintos gustos, con variantes y matices.
Para el análisis, quizás valga la pena hacerse algunas
preguntas que nos aproximen al problemón en que estamos metidos.
La primera que surge es por qué una actividad que debería ser
dirigida y cumplida por funcionarios civiles, le es entregada a un militar,
independientemente de que éste diga que es una acción cívico-militar.
Aparte de que, en el fondo, el nombramiento es una clara
admisión de un rotundo fracaso gubernamental en el asunto, visto lo visto, hay
un punto que no queda resuelto y es a la vez otra interrogante: ¿Acaso no han
sido ministros militares activos los que han dirigido ese tema hasta ahora? ¿Los
mismos que, por cierto, son señalados de corrupción e incompetencia manifiesta?
¿Son entonces otros los militares que, junto a Padrino, vendrían
a enderezar el entuerto descomunal que nos agobia? ¿Serán los que llaman
‘institucionalistas’ u otros de la logia militarista?
El ministro plenipotenciario a cargo de la faena de dar comida
a un país hambriento, señaló que su nombramiento no obedecería a una acción de militarización
del país, sino a poner “un poco de
disciplina”.
Nos llama la atención que él se presente como alguien que ve
como no conveniente el que se piense que tal iniciativa persigue militarizar a
Venezuela, aunque quien suscribe no tiene claro si el Ministro participa o no
de la ideología militarista que inspira a la logia fundada por Chávez, cuyos
representantes más conspicuos han ostentado y ostentan ministerios,
gobernaciones y otros cargos de alto gobierno. ¿Qué quiere significar cuando
afirma que utilizará “todas las metodologías de la guerra no convencional,
específicamente en el frente económico”?
¿Compró entonces Padrino la idea disparatada de que
estamos en una guerra económica?
¿A quiénes viene a ‘disciplinar’ ‘un poco’? ¿Es un problema
sólo de disciplina?
Porque alimentar al país en la situación desastrosa en que ha
caído, implica restablecer la producción destruida por más de 3 lustros de
acciones nefastas y contraproducentes, hijas directas de una ideología
trasnochada y perversa, no sólo de mala gerencia.
Sin duda, no es un problema de ‘disciplina’, a otro perro con ese hueso; se deriva de políticas
macroeconómicas destructoras. Sin un cambio radical de éstas, es difícil que se retome
un camino construido durante muchas décadas y que fue dinamitado por el
gobierno, con sus expropiaciones, acoso a las empresas, leyes antieconómicas y
desestimulantes, expulsión de inversiones extranjeras, etc.
Proveer a los venezolanos de productos de primera necesidad
no es un tema sólo de funcionamiento de las aduanas, de modificar reglamentos o
aligerar procedimientos de control de los canales de distribución, de
‘disciplinar’ o de, en definitiva, poner presos a unos cuantos delincuentes
verde oliva.
Trámites y funcionamiento de aduanas y controles, pudieran
arreglarse en un tiempo relativamente corto, pero si no hay productos que
distribuir y vender, si no hay barcos en nuestros puertos con alimentos que
deban ser nacionalizados, la tarea de dar de comer a los millones de ciudadanos
está muy lejos de que se cumpla.
¿A qué entonces atribuir el nombramiento del señor Padrino,
que creíamos de despedida? ¿Para complacer a los militares y tenerlos aplacados?
¿A un afán de ‘disciplina’?
¿Al deseo sincero de resolver el problema de abastecimiento de la población?
¿A una acción preventiva frente a un eventual estallido
social que permita al gobierno sostenerse?
¿A una apertura a la transición?
Que el lector escoja la opción que le parezca la más cercana a
la realidad y a sus deseos.
Las únicas certezas que tengo son, por un lado, que la jugada
en cuestión, si la miramos desde la perspectiva del abastecimiento, está
condenada a un descalabro estruendoso, si se sigue creyendo que se está
enfrentando una fantasiosa guerra económica, y por otro, que no se sabe a ciencia cierta adonde
nos conduce todo este desastre y cuánto
va a durar.
¡Ah! Se me olvidaba otro convencimiento: con la ideología
militarista que inspira a los militares que gobiernan no llegaremos a ninguna
parte.
EMILIO NOUEL V.
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