En el hemisferio americano y mas allá hay mucha expectativa
frente a las elecciones del 6D en Venezuela.
Para los venezolanos -no hay duda- es una fecha trascendente.
Allí nos jugamos mucho.
Aunque la salida de este atolladero político-económico toca
principalmente a los ciudadanos de este país, a la comunidad internacional le
corresponde también su parte.
Hoy por hoy, lo que ocurre en un país no es asunto
exclusivamente de él. Las sociedades nacionales de hoy están ligadas e
interpenetradas mediante tantos vínculos que difícilmente el destino de una
esté desconectado de las demás.
La interdependencia no es sólo económica. Es también
política. Los acontecimientos que tengan lugar en un país, tarde o temprano,
inciden en los demás. Las crisis de gobernabilidad pueden contagiarse con
facilidad, y de manera más intensa y rápida entre vecinos. Hoy lo vemos
dramáticamente en las olas de miles de refugiados huyendo de la guerra en Siria
e Irak hacia Europa, que no pocos problemas ha creado.
Así, lo bueno o lo malo que ocurra en cualquier país de
nuestro hemisferio tiene consecuencias inmediatas en el resto.
No debe extrañarnos, por tanto, que más de una treintena de
ex presidentes de América y Europa, familias políticas que hacen vida en el
ámbito planetario, parlamentarios del mundo y personalidades diversas, hayan
expresado su preocupación por la sombría deriva política que ha seguido Venezuela
en los años recientes, particularmente porque desde aquí se ha pretendido
proyectar un proyecto político-ideológico a toda la región.
Ante el autoritarismo instaurado en Venezuela, sus
arbitrariedades y atropellos a los Derechos Humanos, el mundo – ¡Al fin!-ya no
es indiferente, como hasta hace poco.
En general, organismos internacionales como la ONU, la OEA,
Unión Europea y Unasur han tenido que voltear su mirada escrutadora hacia
Venezuela, después de muchos años de indolencia y descuido.
Obviamente, ciertos cambios de orientación política han
tenido que darse al interior de algunos países de la región para que el nuestro
se convierta en un asunto a atender con mayor cuidado, cosa que los demócratas
saludamos esperanzados y expectantes.
Sabido es que el 6D Venezuela será lugar de encuentro de
cientos de políticos democráticos del mundo que vienen a presenciar in situ las elecciones.
Para nosotros ése un gesto solidario muy importante, que nos
reconforta y anima. Que nos hace sentir que nuestra lucha por la libertad
cuenta con apoyos que traspasan las fronteras.
Recibimos con mucha complacencia las expresiones públicas
recientes de personalidades de la región como Luis Almagro de la OEA o el
candidato a la presidencia argentina Mauricio Macri, las cuales se suman a las
de muchos políticos del hemisferio que han comprendido lo que acontece en
nuestro país y en consecuencia, la significación del evento del 6D.
La democracia y las libertades han sido atropelladas y
mancilladas en Venezuela. No vacilamos en decir que la normativa internacional
sobre la democracia ante nuestro caso particular es aplicable. Demasiadas
pruebas hay de que el gobierno nacional ha incurrido en violaciones flagrantes
de la cláusula democrática contenida
en diversos tratados vigentes.
Que quienes vengan a acompañarnos el 6D lo tengan presente.
También los gobiernos de la región y el mundo.
En cualquier caso, sean bienvenidos a este rincón atribulado
del mundo, pero cargado de muchas ilusiones y esperanzas; y también en trance de
reiniciar con bríos la regeneración de una vida política civilizada hacia la prosperidad, logro que nos merecemos.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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