Se palpa en la calle, adonde quiera que uno acude. Es un clamor creciente y sostenido, a veces silencioso, pero perceptible en las miradas y gestos de hartazgo, irritación y disgusto.
En el metro, el supermercado, la panadería y las oficinas
públicas se siente con fuerza.
Es una suerte de tormenta tropical en ascenso diario que apunta
a convertirse en huracán electoral.
Los venezolanos de toda condición y preferencia política no
soportan más desidia e incapacidad gubernamentales. Hasta los chavistas están esperando
impacientes la fecha para castigar al gobierno desastroso y corrupto cabello-madurista.
Se percibe no solo en la capital, también en Yaracuy,
Anzoátegui, Falcón o Barinas. La geografía nacional es un hervidero ansioso por
iniciar un proceso de recuperación de la democracia y de la prosperidad
material, logros históricos perdidos en los últimos años de autoritarismo
populista.
Las mayorías han comprendido lo urgente y necesario que es
contar con una Asamblea Nacional que ponga un contrapeso al desmadre social
provocado por un gobierno calamitoso. Que se plante frente al poder para frenar
la deriva destructiva a la que ha llevado al país. Que trabaje de verdad
legislando sobre los graves asuntos que agobian el país.
Los ciudadanos de a pie saben y/o intuyen que la solución de
los ingentes problemas que padecen, pasa, primero, por un triunfo electoral
parlamentario de aquellos que se oponen al estado de cosas actual.
Ese logro político será posible si votamos, si apartamos las
propuestas aventureras, productos de la impaciencia y la irracionalidad, que no
conducen a ningún lado y contribuyen a
reforzar a los que están en el poder. Si no damos crédito a fábulas de las que
se hacen eco unos por ingenuos y otros por desinformados, sin mencionar los que
por desesperanzados, las difunden, o los obsesionados con los obstáculos que
nos ponen en el camino, estimulando la parálisis y la abstención, que es lo que
desea el gobierno para perpetuarse.
Todas, todas las encuestas apuntan a una victoria de las
fuerzas democráticas. La reversión de la tendencia que se afirma con los días,
es casi imposible.
Este primer paso trascendental electoral será un pivote
decisivo para lo que viene. Nos colocará
en una posición más ventajosa para las contiendas que habremos de librar en los
próximos tiempos.
Ya se ha dicho mucho, pero debemos subrayarlo. No será fácil
lo que se avecina después del 6D. Más cerebro que pasión se requerirá. Pero
sobre todo, unidad, cohesión y lealtad
en un abanico de fuerzas plurales a las que las reúne una aspiración única: el restablecimiento
pleno de las libertades, de la prosperidad y la paz perdidas.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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