De tiempo en tiempo, me tomo algunos momentos para recabar
información sobre el último palmarés alcanzado por Venezuela en diversas áreas
del acontecer económico y social.
Gracias al despropósito que tenemos por gobierno, los récords
son lamentables. Basta revisar los índices de alcance mundial que instituciones
internacionales presentan, para darnos cuenta del estado desastroso en el que
nos ha colocado un grupo político nefasto.
No hay estudio estadístico de esos entes, públicos o
privados, en que Venezuela no quede por el suelo.
Desde la CEPAL, pasando por el Foro Económico Mundial o el
FMI, hasta Transparencia Internacional, el Banco Mundial o Human Rights Watch,
todos sin excepción, muestran un diagnóstico lamentable de la situación
venezolana, nunca vista en tiempos anteriores.
Países que el nuestro había dejado atrás en muchos
indicadores, hoy superan a Venezuela con creces.
En educación, salud, abastecimiento de productos básicos,
consumo eléctrico seguridad pública,
sueldos, niveles de corrupción gubernamental y en tantos otros sectores,
Venezuela está en los últimos lugares, acompañado de los países más rezagados
del orbe.
En materia de precepción de corrupción, Venezuela aparece en
el puesto 161 de 174, y por debajo de Burundi, Congo y Guinea (Transparency
International 2014).
En inflación, la de Venezuela es campeona indiscutible, fue
la más alta del mundo 68% (Banco Central de Venezuela).
En crecimiento económico, en 2014 la economía se desempeñó
negativamente: PIB – 3 % (CEPAL), que contrasta con los de Bolivia (5 %) o
Nicaragua (4 %).
En libertad económica, Venezuela se ubica en el puesto 176º
de 178 países analizados, muy por debajo de Haití, Belice, Sierra Leona o
Camerún (Índice 2015, The Heritage Foundation)
En clima de para los negocios, Venezuela ostenta el puesto
182º de 189 incluidos en el estudio, escoltado por Angola y Afganistán (Banco
Mundial, Doing Business 2015).
En homicidios, Venezuela se ubica en 2014 como el segundo
país en el mundo con la mayor tasa de homicidios: 82 muertes violentas por cada
100 mil habitantes (OVV 2015), la más alta en Suramérica.
Por lo que respecta a competitividad, estamos en el puesto
131º de una lista de 144 naciones, superados por Tanzania, Uganda y Costa de
Marfil, al lado de Mozambique y Burkina Faso (Global Competitiveness Report
2014-2015).
En cuanto a su capacidad para resistir o recuperar
(resiliencia) la actividad económica y negocios frente a la interrupción de la
cadena de suministros, de 130 países examinados, nuestro país está en el último
lugar: 130º. (2015 FM Global Resilience Index, Oxford Metrica).
Frente a este palmarés bochornoso, sin embargo, el gobierno
chavista responde que se trata de una conspiración en su contra. Ante tal
cumulo de evidencias publicadas por instituciones independientes del mundo, ni
siquiera se molesta en desvirtuarlas con cifras confiables en la mano. Sólo inventa
confabulaciones siniestras del imperialismo y fuerzas oscuras del capital
internacional.
Por otro lado, que 33 ex presidentes de gobierno se sumen al
repudio de las violaciones a los derechos humanos y a la persecución política
en nuestro país, es sólo una calumnia contra el gobierno. Que parlamentos,
políticos y personalidades diversas del planeta pidan la libertad de los presos
políticos venezolanos, para Maduro y sus compinches, constituye un complot de
malvados contra los supuestos logros de su gobierno, que los venezolanos
sabemos no se corresponden con la realidad por ser meras patrañas divulgadas
por la propaganda mil millonaria del gobierno.
La llamada “guerra
económica” no ha sido más que una farsa para engañar a la gente sencilla y
desinformada. Ha servido para proyectar hacia los sectores privados las propias
culpas del desastre económico, a la vez que para amenazar y acosar a lo que va
quedando de aquellos.
Afortunadamente, se abre en el horizonte próximo una
oportunidad electoral para iniciar la recuperación del país, que deberá revertir tal estado de cosas vergonzoso e inmerecido.
Emilio Nouel V.
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