Obama sufrió en estos días una derrota en el senado norteamericano al negarle este cuerpo, por pocos votos, la autorización para negociar un tratado comercial (Trade promotion authority) con 11 países del Pacífico. 44 senadores demócratas votaron en contra de la solicitud del Presidente.
Curioso es que fueran sus compañeros de partido los que no lo
apoyaron. Los republicanos dieron su voto a favor y sólo un senador demócrata
lo respaldó.
El acuerdo de marras se conoce por las siglas TPP (TransPacific Partnership) y persigue
crear un área de libre comercio y de inversiones entre sus miembros, entre los
cuales, en principio, no estaría China. En el fondo, se quiere hacer contrapeso
a la creciente influencia de ese país en la región y el mundo, y así lo ha
entendido el gobierno de Obama.
Se ha conocido que el documento regulador consta de 30
capítulos negociados por más de una década. Los contenidos se han mantenido en
secreto, como por lo general la prudencia aconseja en estos casos. Se ha
señalado que contempla la posibilidad de posteriores adhesiones de otros países
(“open-architecture”).
La importancia del Pacífico como región de negocios, hoy, no
hace falta subrayarla. El volumen de
transacciones que tiene lugar allí es enorme
y su acelerado crecimiento le confiere puesto privilegiado en la
economía global.
El TPP, según algunos, de concretarse, representaría
alrededor de 30 billones de dólares en negocios, es decir, el 40 % del PIB
planetario, y un tercio del comercio mundial.
Los temas fundamentales en negociación son los usuales en este
tipo de acuerdos: los aranceles y cuotas, los estándares ambientales, laborales
y de propiedad intelectual, el comercio de servicios, el flujo de datos
(Internet) y la participación en los negocios de las empresas de propiedad
estatal. Pero las regulaciones sobre los derechos de propiedad intelectual e
internet son las más polémicas.
La oposición de los demócratas estadounidenses a este gran
tratado comercial tiene que ver con visiones proteccionistas que aún persisten
en muchos países de cara a la interdependencia económica global. Este
cuestionamiento se viste retóricamente de preocupación por la protección del
empleo de los trabajadores norteamericanos y el tema ecológico. A este disenso demócrata se une el de los
sindicatos que plantean que el tratado significaría pérdida de puestos de
trabajo.
Es el mismo rechazo que tuvo en su momento el TLC de
Norteamérica a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado, que, por
cierto, según algunos trasnochados, sería negativo para la economía mexicana, y
el resultado a la fecha, es todo lo contrario. México, el país menos
desarrollado del grupo, ha pasado de exportar 53.000 millones de dólares en
1994, a la cifra de alrededor 400.000 millones en 2014, 8 veces más que al
inicio del TLCAN (NAFTA).
En aquella ocasión, fue el empresario Ross Perot el que
encabezó el rechazo al NAFTA.
Después de 20 años, el NAFTA ha significado aumentos del
comercio reciproco, mayores inversiones mutuas, y en el caso de EEUU, no es
cierto que el TLC haya sido la causa de desempleo o que no haya crecido el empleo, como los
detractores del tratado alegan.
Para Obama, el TPP abriría mercados y promovería mejores
condiciones laborales y ambientales en el área.
Por cierto, la precandidata presidencial demócrata, Hillary
Clinton, quien siendo Secretaria de Estado de Obama defendió la idea que hoy
promueve este último, en esta ocasión, en lugar de reafirmar su opinión
precedente, ha hecho mutis, presionada como está por la poderosa ala izquierda
del partido y las conveniencias que impone su eventual nominación.
¿Que pudiera significar para algunos países latinoamericanos
el TPP?
En las negociaciones han estado presentes 3 países que forman
parte de la Alianza del Pacifico (AP) y pertenecen al Foro de Cooperación
Asia-Pacifico (APEC). Colombia es el único de AP ausente en estas tratativas,
aunque haya manifestado interés en ambas iniciativas, junto a Costa Rica.
El TTP podría ser una oportunidad para los países
latinoamericanos involucrados de incorporarse a cadenas de valor del área del
Pacifico. Como se sabe, Suramérica está al margen de de estas cadenas globales
que hoy representan, según la OMC, el 80% del comercio mundial.
No debería extrañar que ante esta realidad y la que se asoma
con el Tratado trasatlántico, también en negociación, algunos países de Mercosur
estén planteando en estos días abandonar la posición cerrada que este bloque ha
mantenido en los últimos años, y que los está hundiendo en la parálisis y la
irrelevancia.
De concretarse el TPP, las repercusiones
económico-comerciales para todo el hemisferio serán de mucha monta. Los países que no se monten en esa enorme ola
serán arrastrados ineluctablemente.
Emilio Nouel V.
emilio.nouel@gmail.com
@ENouelV
No hay comentarios:
Publicar un comentario