Andres Oppenheimer
EL NUEVO HERALD
Mientras que los presidentes latinoamericanos se reúnen casi todos
los meses en cumbres que por lo general terminan con grandes promesas de
aumentar drásticamente la integración económica, varios informes que
han pasado casi desapercibidos pintan un panorama muy diferente:
muestran que el comercio intra-regional está cayendo.
Un informe
publicado en enero por la Asociación Latinoamericana de Integración
(ALADI), un grupo formado por la mayoría de naciones sudamericanas y
México, dice que el comercio entre sus países miembros se ha reducido en
más de un 17 por ciento en los últimos tres años, y que la últimas
cifras de diciembre del 2014 confirman una continua “tendencia a la
baja”.
Otro informe anterior realizado por el Ministerio de
Defensa del Reino Unido es aún más dramático. Dice que “es probable que
América Latina y el Caribe permanezcan políticamente y económicamente
fragmentados” durante las próximas tres décadas, “con países
individuales persiguiendo relaciones bilaterales en lugar de formar un
sólido bloque unificado”.
El informe titulado “Tendencias
Estratégicas Globales hacia 2045”, y disponible en internet, afirma que
“es probable que la región seguirá siendo una comunidad de países no muy
unidos en lugar de convertirse en una entidad federal
institucionalizada”.
Añade que “mientras que es probable que las
organizaciones subregionales como la CELAC, la CARICOM y el MERCOSUR
continúen, es poco probable que se conviertan en instituciones
poderosas, y unificadas. Esto hace probable que las relaciones con
actores externos se llevarán a cabo de manera bilateral”.
En otras
palabras, los analistas militares británicos predicen que los países
latinoamericanos, especialmente los miembros del bloque comercial
sudamericano de Mercosur, que prohíbe a sus miembros firmar
individualmente acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, la Unión
Europea u otros bloques externos, pronto se quitarán las ataduras y
perseguirán sus intereses nacionales mediante la firma de acuerdos
comerciales bilaterales con potencias extra regionales.
Esto
significaría que eventualmente muchos países latinoamericanos
comenzarían a reconsiderar su decisión del 2005 en la IV Cumbre de las
Américas en Mar del Plata, Argentina, de rechazar formalmente la idea de
un Área de Libre Comercio de las Américas.
En ese momento,
Brasil, Argentina y Venezuela se envalentonaron por el aumento de los
precios mundiales del petróleo, la soja y otras exportaciones de
materias primas, que los enriquecieron de un día para otro. Creían que
las materias primas reinarían para siempre.
Pero ahora que los
precios mundiales de las materias primas se han derrumbado — el petróleo
ha caído más de un 50 por ciento en los últimos seis meses —, los
miembros de Mercosur están sintiendo el impacto. Hay crecientes
presiones dentro del país más importante de Mercosur, Brasil, para
cambiar las reglas del bloque y permitir que los países miembros puedan
firmar acuerdos de libre comercio con quien quieran, incluyendo Europa y
Estados Unidos.
Las exportaciones de Brasil a Argentina, por
ejemplo, han caído en un 35 por ciento en el último año y medio, según
las cifras de la ALADI. Otros miembros como Uruguay y Paraguay están aún
más ansiosos por firmar acuerdos de libre comercio con socios extra
regionales.
Pero, en lugar de abrir sus economías entre sí y
negociar conjuntamente con el resto del mundo, la mayoría de los
presidentes latinoamericanos — especialmente los de Venezuela,
Argentina, Ecuador y Bolivia — están engañando a sus pueblos con cuentos
de hadas según los cuales la región está cada vez más integrada.
De
hecho, según datos de las Naciones Unidas, el comercio interregional de
América Latina es de apenas el 19 por ciento de su comercio en todo el
mundo, en comparación con Asia que está en un 40 por ciento, y Europa
con más del 60 por ciento.
Mi opinión: América Latina tiene una
sopa de letras de instituciones regionales dedicadas parcialmente o
totalmente a promover la integración (CELAC, UNASUR, MERCOSUR, ALADI,
SICA, SIECA, el ALBA, AP, CARIFTA, CARICOM, CAN, y la OEA son sólo
algunos de ellas). Algunos bloques, como Unasur, funcionan como
sociedades de protección mutua para regímenes represivos, como se vió
tras las protestas que dejaron 43 muertos en Venezuela el año pasado.
Ahora
que el auge de los precios de los productos básicos se terminó, es hora
de fusionar la mayoría de estos bloques, especialmente el alicaido
Mercosur con la mucho más eficiente Alianza del Pacífico — integrada por
Chile, Perú, Colombia y México — e iniciar negociaciones conjuntas con
las economías más grandes del mundo.
Los vientos políticos están
cambiando. No sería de extrañar que quien sea electo presidente de
Estados Unidos en el 2016 reflote la idea de un Área de Libre Comercio
de las Américas (con otro nombre, por supuesto) para aquellos que estén
dispuestos a participar. Y no sería raro que el nuevo presidente — o la
nueva presidenta — lo haga a petición de varios países latinoamericanos.
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