LA PERSECUCIÓN POLÍTICA EN VENEZUELA
NO CESA
La
persecución contra la oposición democrática en Venezuela por parte del gobierno
autoritario no da tregua.
Ni siquiera porque está embarrancado aceleradamente en los
sondeos de opinión y lleva a cuestas una seria crisis financiera, se detiene en
su deriva represiva. Lo que a cualquier gobernante racional llevaría a
moderarse, frenarse, reflexionar un poco e incluso a dialogar con sus
adversarios políticos, en el caso nuestro, mas bien, se pisa irresponsablemente
el acelerador de la crispación política, profundizando los conflictos.
A pesar de ciertos eventos que nos pudieran hacer pensar lo
contrario, cada día se reafirma ante el
mundo la percepción de la condición despótica de los que mandan en Venezuela, su
talante irrespetuoso de la ley, su vocación violenta. Son muy pocos los que
siguen defendiéndolo a pie juntillas, y en su mayoría, por conveniencia.
En los círculos políticos globales, en muchos gobiernos, en
un sin número de instituciones internacionales públicas y privadas, y en la
prensa mundial, no son un secreto las acciones arbitrarias violadoras de los
derechos humanos perpetradas por el poder militar-civil en nuestro país.
Mencionar a Venezuela en el exterior, lamentablemente, dispara
sentimientos de rechazo, cuando no, de compasión. Los comentarios son,
principalmente, negativos acerca de su clima político, de su régimen de
gobierno, de su economía derrumbada.
Son harto conocidos los pronunciamientos, las sentencias y
recomendaciones de organismos e instancias judiciales condenatorios de la
conducta antidemocrática del gobierno venezolano.
A los casos insólitos contra los alcaldes Scarano y Ceballos,
y el dirigente político Leopoldo López, se suman ahora los procedimientos
judiciales o las amenazas de plantearlos contra Juan Carlos Caldera, Ismael
García, Carlos Ocariz y Antonio Ledezma.
El gobierno, en lugar de resolver los graves problemas que
estamos padeciendo, en una suerte de huida hacia adelante, forja casos penales
sin fundamento, como ha sido la práctica de todo régimen opresor.
Con ello, además, pretende hacer olvidar a la población de
sus problemas, distrayéndola con mentiras e infamias en las que ya casi nadie
cree.
A estas infames acciones han incorporado a una administración
de justicia arrodillada frente al poder, la que en forma nauseabunda le da
cobertura “legal” a todos los desmanes que se cometen.
Una limpieza a fondo habrá que hacer del Estado cuando se
recupere la libertad. Mientras, todos los demócratas deben repudiar con fuerza
esta oleada represiva con la que se sigue jugando con fuego.
Emilio Nouel V.
@ENouelV
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