JUAN NUÑO:
"la nostalgia es otra forma de la utopía"
jueves, 29 de marzo de 2012
martes, 27 de marzo de 2012
GOBIERNO SÉPTICO
Emilio Nouel V.
A la luz de los últimos desaguisados gubernamentales
denunciados en Venezuela, quizás le venga muy bien el apelativo de séptico a la
administración actual. Y nunca mejor dicho. Séptico es algo que produce
putrefacción o es causado por ella, o que contiene gérmenes patógenos. Y no es
otra cosa lo que estamos presenciando en el país con el tema del agua y algunos
asuntos de interés de la colectividad.
En efecto, las denuncias documentadas y repetidas (no son
recientes como ha querido hacer ver engañosamente el gobierno) sobre el estado
del agua que consumimos los venezolanos de los estados centrales del país, no
pueden ser más alarmantes.
Lo que se lee sobre el asunto a cualquiera pone los pelos de punta. De ser cierto, estamos ante una situación de extrema gravedad. A pesar de las previsiones que desde hace años hemos tomado los ciudadanos de a pie al respecto, pareciera que éstas no serán suficientes si lo afirmado en las denuncias tiene asidero real.
Se trata de la salud de millones de venezolanos que se encontrarían en riesgo cierto de contraer infecciones o cualquier tipo de enfermedad por causa de las ya proverbiales desidia e incompetencia del gobierno. A la de Carabobo se suman las denuncias de contaminación del Lago de Maracaibo y del embalse de La Mariposa, repleto este último en casi toda su extensión de bora, que sólo se reproduce gracias al detritus que allí va a caer.
Por otro lado, las informaciones que han salido sobre el estado penoso, casi catastrófico, de lo que fueron las empresas estatales de Guayana, ya raya en el crimen político, algo más grave aún que la gigantesca corrupción y la indolencia que allí campean.
El estado financiero y gerencial de estas unidades productivas, según las cifras que ya se conocen, es lo más parecido a una quiebra. Se han enseñoreado en ellas delincuentes de todo pelaje y hasta el movimiento sindical se asemeja mucho a las mafias de los años 20 del sigo pasado en EEUU, que todo lo arreglaban asesinando a los competidores incómodos.
Ante estas informaciones ¿cuál es la reacción de las autoridades gubernamentales?
Primero, niegan los hechos denunciados, pero sin desvirtuarlos como debe ser, es decir, mediante los resultados de una investigación imparcial que determine la veracidad de las afirmaciones formuladas; y en segundo lugar, ordenan, como en el caso del agua, silenciar a los denunciantes y medios mediante acciones “legales”, claramente inconstitucionales, de una Fiscalía arrodillada ante el poder, que no ante la supremacía de la ley y la garantía de los derechos humanos consagrada en la Constitución y los tratados internacionales.
Al igual que lo ocurrido en el estado Monagas con la contaminación del río Guarapiche, se pretende minimizar el lo que se viene señalando en Valencia desde hace varios años por organizaciones ecologistas y diputados regionales.
Ya sabemos que gracias a la actitud valiente del gobernador monaguense, afortunadamente, no se suministró agua del acueducto cuando las autoridades centrales lo exigían, alegando que no habría peligro alguno para los pobladores de Maturín. El gobierno central se negaba a reconocer que la situación no estaba controlada y los hechos posteriores lo demostraron.
Sobre el desastre de las empresas de Guayana impresiona la displicencia con que se aborda el tema por el gobierno. Como si se tratara de 4 centavos lo que allí se está dilapidando y/o dejando de producir por causa de bandoleros que han asaltado las directivas de esas industrias para ponerlas al servicio de los bolsillos de unos inescrupulosos y, para remate, ignorantes.
Y encima pretenden que los venezolanos no revelemos estas aberraciones ante la opinión pública nacional e internacional. Cómo no decir a los cuatro vientos que las denuncias las están convirtiendo en delitos.
Algunos rábulas del gobierno llegan al colmo de defender ante instancias internacionales de derechos humanos, que la información sobre sus desafueros no se conozca, echando mano de sofismas, burdas mentiras y razones absurdas, que lo único que evidencian es la mediocridad y la locura ideológica que los anima.
Un gobierno séptico, sí, ése es el que tenemos hoy en este país. Todo lo pudre y lo infecta. Desde los servicios públicos, pasando por la educación, el ordenamiento jurídico y las empresas del Estado, hasta los espíritus de mucha gente sencilla y desinformada que en su gran necesidad aún guarda una pequeña esperanza en que le resolverán sus problemas.
Por fortuna, son cada vez más los decepcionados con tanta mentira, despilfarro y manipulación. Son más los que observan que podemos vivir de otra forma. Sin violencia, ni odios, ni divisiones entre hermanos.
Las mayorías empiezan a ver que es posible un gobierno de unidad nacional que nos lleve a la prosperidad compartida sin exclusiones, al reencuentro de la familia venezolana. Un gobierno moderno que ofrezca oportunidades independientemente de la extracción social y de cómo pensemos. Un gobierno de los mejores, de gente decente, que genere inversiones, que dé educación y salud y proteja la propiedad privada, multiplique los empleos productivos y nos provea de seguridad en nuestras vidas.
Ya estamos más cerca de salir de los que han fracasado en la conducción del Estado, de los que todo lo que tocan lo destruyen.
Un futuro de bienestar está a nuestro alcance. Empujemos todos y el éxito está garantizado.
EMILIO NOUEL V.
EMAIL: emilio.nouel@gmail.com
Twitter: @ENouelV
JORGE LUIS BORGES:
“Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de líderes, mueras y vivas prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la nueva disciplina usurpando el lugar de la lucidez…Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor.”
lunes, 19 de marzo de 2012
LOS INTERMINABLES
DESENCUENTROS MERCOSURIANOS
Emilio Nouel V.
Twitter: @ENouelV
Email: emilio.nouel@gmail.com
Emilio Nouel V.
Como quiera que nos han metido en
el berenjenal que es Mercosur sin consultar a los venezolanos, y sabemos que no
por razones económico-comerciales de interés para nuestro país, sino por
motivos políticos o geopolíticos del gobierno de turno, no está de más recordar
de vez en cuando cómo están marchando las cosas allí, para saber a qué nos
someteríamos en la eventualidad de un ingreso definitivo.
Está claro que aún no somos
miembros de pleno derecho de ese bloque de integración hasta tanto el senado
paraguayo no ratifique el Protocolo de adhesión, lo que esperamos no haga mientras el nuevo gobierno venezolano no resuelva lo conducente a una renegociación de
aquel instrumento y ponga la casa en orden. Es lo menos que podemos
pedir a los parlamentarios de aquel país que han mantenido en suspenso ese
ingreso, alegando motivos plausibles que agradecemos como venezolanos.
Las dificultades que experimenta
nuestra economía, el estado lamentable del aparato productivo público y privado
ocasionado por políticas económicas desastrosas, nos obliga a caminar con pies
de plomo en lo que a compromisos comerciales internacionales se refiere, sobre
todo, en un entorno político y social nacional que después de las elecciones de
Octubre próximo será agitado por el calado de las cambios que habrán de ponerse
en práctica.
Pero que no se interprete que ese
caminar cauteloso y provisional de la nueva administración significa recaer en
políticas proteccionistas anacrónicas, ni mucho menos cerrarnos al mundo.
En ése experimento
integracionista suramericano de relevancia hemisférica denominado Mercosur, no
es oro todo lo que allí brilla. El incremento de las corrientes comerciales
entre sus miembros es un gran avance respecto de la situación anterior al
Tratado de Asunción, sin dejar de mencionar otros logros también significativos
en otros campos.
Sin embargo, aunque son de
esperarse como naturales los desencuentros en todo proceso de este tipo, las
reiteradas controversias por los mismos temas (incumplimientos), las crónicas quejas de los
pequeños y los lamentos por la precariedad institucional presentes en este
régimen comercial, no parecen aminorar sino aumentar con el tiempo. Estas
divergencias crecientes que deterioran las relaciones internas, amenazan con
neutralizar o suprimir los logros obtenidos.
En efecto, los retrocesos
respecto de los compromisos jurídicos de integración de las 4 economías que
fundaron Mercosur, son cada vez más frecuentes.
Un mecanismo esencial, sine qua non, en todo proyecto que
pretenda crear un espacio económico único, lo constituye la eliminación
progresiva de los obstáculos al comercio recíproco con base en unas reglas que
se cumplan.
Reinstalar las barreras
comerciales eliminadas, subir aranceles consolidados, imponer de nuevo
licencias de importación, cupos o establecer nuevas trabas, representan
acciones de retorno de cara los logros de liberación comercial alcanzados en
fases anteriores.
Eso no tiene otro nombre sino
proteccionismo redivivo.
Y no es que planteemos un desdén
por los cambios de circunstancias o las situaciones excepcionales, o seamos dogmáticos sobre ciertos principios,
pero hay algunos de éstos que no pueden abandonarse y/o relegarse sin dañar la
naturaleza misma del sistema al cual sirven. Si hay un principio que ha
demostrado su utilidad y eficacia en materia de integración -que lo digan los europeos- es el de la
irreversibilidad de ciertos compromisos sustantivos, aunque -es verdad- en los
últimos tiempos estemos presenciando intentos de derivas contrarias.
Un bloque comercial en el que se
produzcan reculadas contumaces como las que vemos en Mercosur, dice mucho sobre las
inconsistencias del proceso integrador y de la débil voluntad y convencimiento
integracionista de los gobiernos de los países que participan.
En recientes días, nuevamente es el
gobierno argentino el que pone la nota discordante con sus medidas
proteccionistas. Se está acusando a ese país, con razón, de “avasallar contra la letra y el espíritu de
la integración regional”. Se habla de una situación de “extrema gravedad” y
hasta se dice que Mercosur está en su peor momento.
Paraguayos y uruguayos echan el
grito al cielo por enésima vez. La Unión Industrial Paraguaya
(UIP) denuncia que las exportaciones a Argentina
cayeron en un 70% en lo que va del año como consecuencia de las medidas
ilegales tomadas por este país.
Por su parte, Danilo
Astori, Vicepresidente de Uruguay, señala que “Hasta ahora Argentina ha desconocido por completo el Tratado de
Asunción y Uruguay lo ha cumplido fielmente (…) Hay una contradicción flagrante entre tener una
zona de libre comercio y medidas que dificultan el acceso de los bienes y
servicios al mercado ampliado. La carencia de coordinación en políticas
económicas nos lleva a que haya países como Argentina que elijan
permanentemente instrumentos que dificultan los accesos".
Asimismo,
el ministro de Agricultura brasileño, Jorge
Mendes Ribeiro, ha declarado que la mayores restricciones impuestas por
Argentina “están incomodando mucho y de
forma visible” a los países que integran a Mercosur, y pide acabar con las
rivalidades. Los exportadores brasileños de carne piden a la Presidente Rouseff
que actúe con firmeza para reanudar el flujo exportador.
No debe olvidarse que hace un tiempo, Brasil violaba normas mercosurianas y de la OMC al imponer restricciones a los lácteos procedentes de Uruguay.
No debe olvidarse que hace un tiempo, Brasil violaba normas mercosurianas y de la OMC al imponer restricciones a los lácteos procedentes de Uruguay.
En el caso más reciente de Argentina, estas
trabas están afectando incluso al consumidor argentino que se ve privado de
encontrar en su mercado autopartes, electrónicos, ropa, electrodomésticos,
alimentos, grifería, neumáticos o lozas importadas.
¿De qué integración estamos
hablando entonces en Mercosur? ¿Es la política poco seria del “como vaya viniendo vamos viendo”? ¿Este
es el ejemplo que se pretende proyectar
a UNASUR o CELAC?
Si la integración de la “Patria grande latinoamericana” va a depender
de estos líderes que hacen todo lo contrario de lo que deben
hacer, no nos extrañe que aquella no se haya podido dar y que difícilmente se concrete algún día.
Y ésta apreciación ya se hace
desde fuera del hemisferio.
“Ilusión óptica, pura vocinglería, nula eficacia”, apunta un
banquero desde Europa en relación con Mercosur.
Y no es sólo desde el otro lado
del charco que se dicen estas cosas. El ex presidente de Uruguay, Julio M.
Sanguinetti, hace tiempo ha llamado la atención sobre lo mismo, y recientemente dijo: "No podemos seguir mendigando lo que ya está
escrito en el Mercosur (...) ¿Por qué
tenemos que estar reclamando la posibilidad de exportación dentro de la región? "
Especialistas y observadores
hemos subrayado el papel preponderante de la retórica sobre los resultados
efectivos de la integración; sin olvidar las inconsecuencias o infracciones con
las reglas de juego establecidas.
¿Cómo se puede ser optimista con
la integración de nuestras naciones cuando vemos estas conductas incongruentes
que conducen a situaciones que se creían solventadas?
Pues bien, que pongan las
bardas en remojo los que tienen ojos y oídos. Razón tienen algunos chilenos al decir, a la chita callando, que Mercosur no es
serio, y que a Chile con ser miembro asociado de ese tratado le basta.
¿Es una opción conveniente para
Venezuela ese bloque comercial?
Por ahora, sin duda que no.
EMILIO NOUEL V.
Twitter: @ENouelV
Email: emilio.nouel@gmail.com
sábado, 17 de marzo de 2012
lunes, 12 de marzo de 2012
LA CARTILLA
E. Nouel V.
Sin querer queriendo, sin aludirlo de manera directa, se la
leyeron al paciente de La Habana. Aunque ya desde aquí y de otros lares se la han leído y
remachado hasta la saciedad, es de esperar que tampoco en esta oportunidad y
mucho menos en las circunstancias personales y políticas que vive, ponga alguna
atención a tales ideas sobre democracia moderna, globalización económica y buen
gobierno en un entorno planetario como el de hoy. Eso sería como pedirle
guayabas a un cují.
LAGOS, CARDOSO Y GONZÁLEZ
Tres ex presidentes experimentados y sabios fueron convocados
a esta ciudad acogotada por la delincuencia y el descalabro de los servicios
públicos, por una institución financiera nacional, para que dirigieran unas
palabras a Venezuela. Así, Fernando Henrique Cardoso, Felipe González y Ricardo
Lagos nos ofrecieron sus reflexiones a partir de sus ejecutorias particulares
como hombres públicos que han sido.
Y aunque existe el dicho popular de que nadie escarmienta en
cabeza ajena, nunca está de más oír de boca de tan relevantes protagonistas,
sus conclusiones acerca del arte de gobernar, de los errores que deben evitarse
en este oficio y de los éxitos que podemos alcanzar si asimilamos las
enseñanzas de la historia.
F. H. Cardoso fue el que abrió los fuegos en este importante
encuentro caraqueño. Para los que no lo saben, vivió en nuestro país y lo
conoce bien. Es un científico social y entre sus obras más conocidas está
aquella que escribió con Enzo Faletto, “Dependencia y desarrollo en América Latina”, que fue
una suerte de “biblia” para los “dependentistas”,
allá, a finales de los sesenta del siglo pasado, tesis éstas que en la
actualidad están demodés, pero que fueron
entonces asumidas no sólo por los políticos de izquierda. Luchó contra la
dictadura militar de su país durante muchos años y alcanzó la presidencia para
ejecutar un programa de importantes logros para su pueblo.
Felipe González siguió en el turno al bate. Abogado andaluz,
ex presidente de gobierno de España, figura importante de la socialdemocracia
internacional. Era secretario general de su partido, el PSOE español, cuando vuelven
a la democracia en su país a la muerte del dictador Francisco Franco, a quien
combatió. Enrumbó exitosamente a España a la modernidad, la hizo europea, y
contribuyó a la consolidación de la democracia. Político de fino olfato,
pragmático y de carisma, hoy es una personalidad de relieve mundial, cuya
opinión es requerida por muchos.
Cerró el evento el ex presidente chileno Ricardo Lagos,
también ficha importante de la socialdemocracia. Protagonista destacado de la Concertación de los Partidos por la Democracia en su país. Abogado, economista y académico. Fue un luchador incansable contra la tiranía militar de Pinochet en su país.
Sin duda, tres demócratas convictos y confesos. Probados en
el fragor de una dura y azarosa lucha política.
Con matices, en materia económica comparten el mismo enfoque.
La política económica no es de izquierda o de derecha; o es buena política o es
mala. Crecimiento y desarrollo deben ir juntos. Debe redistribuirse los excedentes,
fruto de la riqueza. Debe redistribuirse el fruto, no el árbol que produce el
fruto, pues puede suceder que éste sea la única vez que lo dé, señaló González. Si crecemos –indicó Lagos- el
ingreso aumenta por persona. No debe existir monopolio, ni público ni privado,
apunta Cardoso. Lo decisivo es crear capital humano, dijo González. Es decisiva
una equilibrada relación entre el sector público y el privado. La apertura
económica exterior favoreció el crecimiento de la producción, recuerda Cardoso.
El desarrollo e inversión en las nuevas tecnologías y educación debe ser una
prioridad. Lo que importa es que exista competencia, el mercado, para empresas privadas
y públicas.
En lo político, los tres políticos, al unísono, resaltaron la
importancia del diálogo político y social. Se recordó el fracaso estruendoso de
los experimentos políticos comunistas y colectivistas. La democracia, dijo
acertadamente González, no es garantía de buen gobierno, lo es de que podamos
quitar a los malos gobiernos: “Democracia
no es una ideología, son reglas de juego”. Lagos señaló que el reto es pasar
de una sociedad de derechos constitucionales a una sociedad de garantías, en
donde los derechos no sean algo escrito, sino la esencia de la democracia. Los presidentes se eligen para administrar el
futuro, no para los pleitos del pasado.
Competitividad, competencia, productividad, desarrollo
tecnológico, educación, autonomía de los poderes públicos, legitimidad de ejercicio gubernamental, participación
democrática, diálogo político, no al militarismo, fueron los puntos clave de
las exposiciones de estos tres ex presidentes visitantes.
En suma, puede decirse que fue un mensaje de futuro, de
progreso, de libertad, a partir de una rica experiencia. Independientemente de las pequeñas o grandes
diferencias que se pueda tener con algunos de los conceptos emitidos, resulta
reconfortante ver a estadistas en un entorno político, económico y social que
contrasta de forma muy marcada con las ideas expresadas por ellos; uno en el
que una ideología demencial, una utopía
regresiva, ha pretendido imponerse a un pueblo que se resiste a aceptarlo.
EMILIO NOUEL V.
miércoles, 7 de marzo de 2012
INSERCIÓN INTERNACIONAL DE
VENEZUELA, INVERSIONES Y EL PRÓXIMO GOBIERNO
Emilio Nouel V.
Esta semana tuvo lugar un evento muy interesante sobre las
posibilidades de inserción de Venezuela en la dinámica y compleja economía
mundial, organizado por el CELAUP de la Universidad Metropolitana.
Como invitado, nos tocó tratar el tema de la seguridad
jurídica y las inversiones ante una audiencia muy calificada en el ámbito
académico y en términos de experiencia profesional.
Permítanme compartir con ustedes lectores algunas de las
notas que allí presenté.
No es un secreto que la interdependencia económica global del
último medio siglo ha convertido al planeta en un megaespacio en que las
fronteras se han desdibujado aceleradamente. A pesar de que los estados
nacionales aún mantienen cierto margen de maniobra cada vez más disminuido, los
mercados de capitales y sus efectos imprimen su ritmo al mundo, nos guste o no,
y hasta tanto no exista un gobierno mundial -¡la utopía¡- habrá que contar con
ese dato de la realidad.
La actual crisis financiera y fiscal es muestra patente de la
profundidad y extensión de las interconexiones de la economía mundial. Una
desregulación extrema y una marcada desintermediación financiera fue ambiente
propicio para que conductas poco ortodoxas y hasta ilícitas condujeran al
desmadre que conocemos.
Hasta ahora el antídoto no ha sido consensuado, y quizás no
lo veamos concretarse. El término medio en este campo no es de fácil diseño y
mucho menos de instrumentación.
Se dice que en un día van y vienen por el planeta alrededor
de 2.5 y 3 billones de dólares, buscando el lugar de mayor rentabilidad y
escapando de entornos inseguros. La volatilidad es, sin duda, el signo en este
universo financiero.
Frente a esta realidad, los países están a la caza de
capitales para ponerlos al servicio de sus intereses de desarrollo, habida
cuenta de la premisa de que la inversión extranjera (directa o indirecta) es
beneficiosa, potencialmente positiva para el crecimiento económico, la
transferencia de tecnologías y el combate de la pobreza.
Y para captar tales flujos de inversión, las naciones ávidas
de ese dinero deben hacerse más atractivas, competitivas. Y sabemos que para
serlo, son muchos los requisitos-estándares globalizados que se deben cumplir
para salir airosos en esta competencia frenética.
Desde una expedita permisería, procedimientos burocráticos
públicos abreviados, infraestructuras públicas en buenas condiciones, pasando
por la disponibilidad de recursos humanos y educación actualizada, hasta una
amplia seguridad pública, son temas que tienen que ver con la competitividad.
Uno de los rasgos que hacen un país más o menos atractivo,
más o menos competitivo, para potenciales inversores, es la calidad y
predictibilidad de su ordenamiento jurídico y de los entes encargados de
resolver los litigios que pudieran presentarse. Así, la desconfianza en los
tribunales nacionales ha llevado al establecimiento de instituciones nacionales
e internacionales independientes de las que los gobiernos y las empresas puedan
fiarse por su calidad técnica, imparcialidad y celeridad.
De este modo, el nivel de acatamiento a las leyes y los
tratados internacionales, la vigencia plena de las garantías de los derechos
humanos, de la propiedad privada, la estabilidad de leyes y políticas, la
independencia de los poderes públicos, de los jueces, la “vocación de respeto del ordenamiento jurídico” (Muci Abraham dixit)
por parte del funcionario, en fin, la fortaleza del Estado de derecho, son los
criterios definitorios, en principio, de la llamada seguridad jurídica, lo que
en el fondo, no es más que la confianza que se tenga en un entorno nacional
determinado.
Confianza es la palabra clave. Quien confía en otro es muy
probable que sepa lo que éste hará en
una determinada circunstancia. Ser confiable es ser predecible. La confianza,
en gran parte, reduce la incertidumbre.
Lo contrario, la desconfianza, genera costos, mayores
esfuerzos, y tiende a producir inacción o no cooperación entre actores sociales
y económicos que buscan obtener algún beneficio de alguna actividad.
No obstante, a pesar de la confiabilidad, es imprescindible que
intervenga un mecanismo regulador formal.
El derecho, como señala Fernando Atria, estabiliza las
expectativas, reforzando los incentivos para la cooperación. Nos dice Atria: “Cuando un sujeto de derecho se encuentra con
otro, no es necesario que exista confianza entre ellos. El derecho provee todo lo necesario, en
cuanto a la reducción de contingencia, para permitir la relación de ambos sin
necesidad de que cada uno de ellos confíe en que el otro actuará de acuerdo con
una norma moral”.
Por otro lado, Marcelo Bergman señala acertadamente que “la confianza no es producto de la
virtuosidad de la norma sino de la probabilidad de su aplicación. Lo que genera
confianza y apuntala el Estado de derecho no es la bondad de la norma jurídica
sino su ejecutabilidad.” Lo que en inglés se llama “enforcement.” Así, “la
confianza está determinada por la probabilidad del cumplimiento.”
Así, la confianza institucionalizada, cuando existe, es señal
de desarrollo, de modernidad de un país.
Dicho lo anterior, un país tendrá mayor o menor seguridad
jurídica en la medida en que haya mayor o menor confianza en el ordenamiento
jurídico y las instituciones que lo aplican. Porque el Estado de derecho es el
marco institucional que debe garantizar y proteger los derechos de manera
predecible y efectiva.
En Venezuela bajo el gobierno actual las políticas, acciones
y regulación tienen un sesgo ideológico, a mi juicio, espantador de
inversiones. Las instituciones que levantó la democracia civil están
descalabradas. El marcado intervencionismo estatal en todos los sectores
económicos y su orientación colectivista, se han reflejado en el entramado jurídico
interno, inhibiendo las inversiones y destruyendo las existentes. La seguridad
jurídica brilla por su ausencia.
En cualquiera de los índices de organismos internacionales
que se revise, nuestro país, lastimosamente, está ubicado en el furgón de cola,
acompañado de las naciones más rezagadas de África. Desde el Banco Mundial,
pasando por Transparencia Internacional, CEPAL, Freedom House, hasta las
calificadoras de riesgo, su performance en los últimos años es deplorable.
Las inversiones han caído sostenidamente, y en 2010 tuvimos
una cifra negativa: - 1.404 millones de dólares. No hay incentivos de ninguna
naturaleza para captar capitales, en momentos en que andan buscando
oportunidades en países emergentes. Al contrario, expulsamos capitales y
obstaculizamos, entre otras cosas, la remisión de utilidades a que tienen
derecho las empresas extranjeras, gracias a mecanismos cada vez más perversos
como CADIVI.
El próximo gobierno deberá instalar un clima de negocios
diferente. Deberá transmitir confianza en las políticas que ejecute, en las
leyes que promueva, y en las
instituciones públicas que estén bajo su responsabilidad; todo en el
entendido de que sólo políticas estables y predecibles, normativas claras y aplicadas, y unos poderes cuya
actuación sea conforme a derecho, son los elementos necesarios para una
inserción fructífera en los circuitos de la economía internacional y para
garantizar la seguridad jurídica de las inversiones.
EMILIO NOUEL V.
Email: emilio.nouel@gmail.com
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jueves, 1 de marzo de 2012
LA ABSOLUCIÓN MEDIÁTICA
DE GARZÓN
Al fin concluyeron los tres juicios que le seguían a Baltazar
Garzón. Y es un asunto que vale la pena comentar, ya finalizadas las causas por
las que se le enjuiciaba, sobre todo porque la absolución mediática del juez
español precedió a las decisiones judiciales.
En el primero de ellos, la Sala Penal del Tribunal Supremo,
por unanimidad de sus jueces, lo condenó por prevaricación, la cual consistió en
interceptar las conversaciones que los imputados del “caso Gürtel” (caso de
presunta corrupción) mantuvieron en prisión con sus defensores; y esto lo ordenó a
sabiendas de que quebrantaba un derecho fundamental de defensa: el de la
confidencialidad de lo que un imputado habla con su abogado. La condena para Garzón fue de 11 años de inhabilitación como juez
instructor y supone la expulsión de la carrera judicial.
El segundo consistía en la acusación de estar
financiado por el Banco de Santander en sus conferencias en EEUU, en momentos
en que cursaba en su tribunal un juicio de esa institución financiera. Aquí la
decisión fue declarar prescrito el juicio, es decir, nunca sabremos si fue
verdad o no la acusación, si delinquió o no, digo, procesalmente hablando.
Presumiremos entonces la inocencia.
El tercero era por haber incoado y cerrado
un procedimiento penal en virtud de unas denuncias sobre desapariciones
forzadas durante el franquismo. Esta investigación era
contra personas ya fallecidas, circunstancia ésta que extingue cualquier
responsabilidad penal, y eso debería saberlo el juez. Esta
conducta fue considerada por los acusadores prevaricación. Sin embargo,
el mismo Tribunal Supremo lo absuelve, aunque señala que incurrió en excesos en
la aplicación e interpretación de las normas.
Ahora bien, lo que interesa comentar en estas
líneas es el impacto que estos juicios tuvieron y cómo la opinión pública los
recibió.
Independientemente de la opinión jurídica que
se tenga (yo tengo la mía), es de destacar cómo los defensores de Garzón -no me
refiero sólo a sus abogados en juicio- han sido exitosos en ligar los tres
procesos judiciales a los efectos políticos propagandísticos. Lograron asentar
una matriz de opinión que presenta al juez como víctima de una gran
conspiración política de la derecha española en la que participarían también
jueces del alto tribunal español. Basta ver la movilización internacional de
apoyos y solidaridad que produjo..
Se ha querido hacer ver, y lo han logrado
mediáticamente, que las acusaciones de prevaricación se deben a las
investigaciones de Garzón sobre los desaparecidos en la Guerra Civil española.
Es decir, que fue acusado por la derecha franquista o post-franquista española
con el propósito de impedir que el juez realizara aquellas averiguaciones que
supuestamente afectarían ciertos intereses. Así, cualquiera que se atreviera a
cuestionar los procedimientos irregulares del señor Garzón, de inmediato era
tildado de cómplice de los franquistas o de supuestos corruptos
Ésa es la percepción que han logrado imponer
incluso más allá de España. Llama la atención que juristas de muchos países y
organizaciones internacionales prestigiosas se hayan enganchado en esta visión
distorsionada, sesgada, cuando estaban llamados a examinar los procesos con
criterios jurídicos, no político-ideológicos; ni mucho menos firmar cheques en
blanco morales por el mero hecho de que el juez de marras tuvo actuaciones
pasadas loables.
De modo que cuando profundizamos en el tema
no pareciera aquélla la razón de la acusación en contra de Garzón, aunque pueda
admitirse cierta animadversión que se ha ganado por actuaciones no muy
ortodoxas por todos conocidas.
Garzón ha tenido participación en casos muy
sonados, en los que actuó ajustado a la ley. En la lucha antiterrorista en su
país y contra la violación de los derechos humanos más allá de esas fronteras
(caso Pinochet). Si cabe la expresión, su actuación ha sido plausible y debe ser
reconocida.
Sin embargo, en el caso por el cual se le
condenó (las escuchas telefónicas de los conversaciones de los abogados con sus
clientes en el caso Gürtel) su conducta no fue la misma. Según el Alto
Tribunal, el juez actuó arbitrariamente y no se trató de una interpretación
errónea de la ley. La medida que tomó el juez “por carente de razón, (…) desmantela la configuración constitucional
del proceso penal como un proceso justo". Y agrega: “no es posible
construir un proceso justo si se elimina esencialmente el derecho de defensa
(…) La investigación criminal no justifica por sí misma cualquier clase de
actuación, con mayor
razón si implica vulneración de derechos fundamentales ".
Se ha dicho en descargo del juez que él
habría presumido la participación de los abogados de los implicados en la
supuesta trama delictiva que se investigaba; por tanto, Garzón habría actuado
correctamente.
La observación que se ha señalado en contra
de esa apreciación, que, en principio, comparto, es que si tal implicación de
los abogados era cierta, la resolución del juez de pinchar los teléfonos tuvo
que haber sido motivada, haciendo los señalamientos correspondiente a la
supuesta complicidad, lo cual no hizo; y es allí, precisamente, donde estriba
la arbitrariedad de Garzón, que lo hace un prevaricador a juicio del Tribunal
Supremo.
En el último caso, el de las víctimas del
franquismo, la sentencia es absolutoria; sin embargo, debe destacarse que el
Tribunal señala los excesos del juez, lo cual, para los que han seguido su
trayectoria, no es nada nuevo.
Hace más de un año escribí sobre este asunto
(“Mentiras y verdades del juez Garzón”, Venezuela Analítica, 25 de Mayo de
2010).
Allí decía que quienes cuestionan a Garzón, incluso,
no pocos políticos y jueces de izquierda, expresan que es ya reiterativo que
muchas de sus actuaciones sean desautorizadas por otros tribunales, y abundan
en ellas los “patinazos”, pifias, que
desacreditan la labor jurisdiccional. (liberar narcotraficantes por error,
iniciar procesos de manera alegre, etc)
También mencioné a un político de izquierda como Santiago
Carrillo, figura histórica del comunismo español, que llegó a declarar que
enjuiciar a la dictadura franquista como lo estaba haciendo Garzón, era un
error, ya que esta causa “no es el mejor
camino para abordar el problema” de la memoria histórica. (El País,
“Santiago Carrillo: "No entendería ser citado por Garzón”, 30-10-2008).
Ciertamente, Garzón no sólo pifió en lo
estrictamente jurídico, también en lo político. Pero, sin duda, hasta ahora ha
ganado la batalla mediática.
Sólo me queda reiterar aquí el último párrafo de mi
artículo de entonces:
“La escritora Pilar Urbano, en una biografía
que escribe sobre Garzón lo llama ‘el hombre que veía amanecer’
(“Garzón”, Plaza y Janés Editores, 2000, Barcelona). Esperamos que el amanecer del imperio de los
derechos humanos y su garantía universal, no se haga a costa de violaciones a
las normas del debido proceso, a abusos de autoridad o se vea empañado por el
protagonismo enfermizo de los encargados de hacer justicia.”
EMILIO
NOUEL V.
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