MONSTRUOSIDAD
Emilio Nouel V.
Reflexionando sobre asunto tan grave
como el de la locura de tolerar y presentar en público a unos niños armados de rifles
de asalto kalashnikov en el barrio 23 de Enero de Caracas, recordé que un
pensador europeo hacia finales de los años treinta del siglo pasado ya había señalado
como característica fundamental de los gobiernos autoritarios nazi-fascistas su
culto por la violencia.
El profesor francés Raymond Aron en
un ensayo titulado “Las religiones seculares” describía a las elites dirigentes
de los regímenes de Alemania e Italia
como violentas, compuestas de seudo-intelectuales o aventureros, cínicas,
eficaces y espontáneamente maquiavélicas. Y agregaba a la caracterización de
estos sistemas: “las instituciones y la
diplomacia están al servicio de la voluntad de poder de estas elites: autoridad
tiránica en el interior, expansión sin límite al exterior."
Recuerda también Aron, citando a Vilfredo
Pareto, que lo que determina la naturaleza de un régimen político es el carácter
de su elite (entendido este término en este caso, en un sentido psicosocial), y
que existen esencialmente dos tipos de políticos: el parlamentario, que
negocia y se acuerda con los competidores o adversarios, y el político
que desprecia aquellos modos civilizados, "burgueses", de la política y se
inclina por la violencia.
Esta elite, dice Aron, “está menos caracterizada por el hecho de que
se recluta en la pequeña burguesía y antiguas clases populares que por el hecho
de que se compone de hombres que tienen un gusto por la violencia, digamos, el
gusto por la autoridad empujada hasta la violencia, y que poseen por excelencia
una técnica, la de la acción sobre los hombres.”
Y ciertamente, estos regímenes políticos revolucionarios, desprecian las virtudes de las democracias que pretenden destruir: el respeto a la persona, a las ideas y la
autonomía personal y cultivan las “virtudes” del carácter militar y de la acción. Con su proceder, persiguen que los ciudadanos
se deshabitúen de las virtudes democráticas, principalmente, del consentimiento
necesario en todo sistema de libertades.
Mutatis mutandi, en nuestro país se reproduce
una conducta similar de parte de quienes gobiernan.
Cuando vemos a unos niños inocentes armados
de rifles de asalto por unos políticos extraviados, inspirados en ideologías
demenciales, no podemos menos que escandalizarnos y repudiar ese delito flagrante perpetrado al luz del día. ¿Cómo es posible que padres
y madres, maestros y gobernantes puedan permitir semejante monstruosidad?
¿Es que acaso ésa es una conducta extraña
a la élite que nos gobierna?
¿Es mentira que el gobierno de Venezuela
actual glorifica al asesino que fue el Che
Guevara, al narcoterrorista Tirofijo o a los que tomaron las armas contra la
democracia en los años sesenta o violentaron las leyes y la Constitución en los
golpes de Estado de 1992? ¿Qué hacían allí un diputado del PSUV
y un militar uniformado cohonestando tal salvajada?
Pues, no. El que ocurran hechos criminales
como el de niños armados es una consecuencia lógica de una visión de la vida y
de la política que exalta la violencia como forma de resolver nuestras
diferencias.
Que no vengan ahora los que han
alimentado el odio y estimulado desde el gobierno la violencia durante más de
una década, a rasgarse las vestiduras condenando lo sucedido en el 23 de Enero.
Basta hacer un recorrido por el discurso que se ha emitido desde las alturas
del poder para confirmar la reiterada apelación a un lenguaje virulento, que
atiza los resentimientos y los enfrentamientos
entre clases sociales, que legitima el uso de los medios bárbaros para dirimir
las diferencias o resolver los problemas sociales.
No sería aventurado afirmar que el
rechazo que hacen las autoridades del partido de gobierno de la utilización perversa
de estos niños, más allá de la disonancia cognitiva que evidencia, se haga por conveniencia y cálculos político-electorales.
Cuando el gobierno se prepara para
celebrar el repudiable golpe de estado del 4 de Febrero, no hace sino reiterar
su vocación violenta, su adicción a las vías de hecho en política. ¿Qué
diferencia hay entre esta también monstruosidad política con la que hacen ahora con esos niños
indefensos?
EMILIO NOUEL V.
Email: emilio.nouel@gmail.com
Twitter: @ENouelV
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