sábado, 7 de diciembre de 2019


            ¿PUEDE REHACERSE EL MERCOSUR?

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En días pasados se reunió el Mercosur y hubo algunos discursos que podrían hacer pensar que quizás el bloque retomaría una senda que había dejado de lado varios años, cuando una contraproducente ideologización política lo marcó, profundizando su ralentización y llevándolo a un estancamiento.

No hay duda de que sin una revisión profunda y cambio de sus principios y mecanismos básicos, difícilmente el bloque pueda afrontar los nuevos desafíos del mundo de hoy. Han pasado 28 años desde su fundación, y las circunstancias actuales son sustancialmente distintas. O se transforma o muere.

Obviamente, las vicisitudes políticas en cada uno de sus países miembros debemos tenerlas presentes a la hora de analizar el presente e intentar prever las perspectivas futuras.

El país más grande y de mayor gravitación en Mercosur, Brasil, está gobernado por un presidente que inicialmente se mostró displicente de cara al bloque. Incluso su ministro de Economía, Paulo Guedes, llegó en cierto momento a minimizar su importancia, no era prioritario el tema en el programa de gobierno de Bolsonaro.

No obstante, como dice un editorial reciente de O Estado de Sao Paulo, pareciera que Bolsonaro al fin descubre Mercosur.  En la mencionada reunión habló de su necesaria renovación, lo cual coincidiría con la política de apertura comercial que está adelantando en su país.

Por lo que respecta a Argentina, surgen las dudas sobre si la política que siga el nuevo presidente, Alberto Fernández, asuma las últimas decisiones tomadas por el bloque, incluidas las anteriores a la presidencia de Bolsonaro, las cuales buscan abrirlo más al mundo. Como se sabe, están pendientes la ratificación aún dudosa del Acuerdo con Europa y los posibles arreglos con la Alianza del Pacífico.   

Un punto muy importante y álgido que será motivo de discusión en lo sucesivo es el del Arancel Externo Común (AEC). Hay posiciones encontradas al respecto. Este asunto ha hecho que los técnicos sobre la materia señalen a Mercosur como una unión aduanera imperfecta, en virtud del número importante de excepciones que tiene. El gobierno actual de Brasil quiere reducirlo, y desde Argentina habría resistencia de parte del gobierno entrante.  

Más allá del tema puntual controvertido del AEC, lo crucial en el futuro del bloque es acometer una honda reforma que lo ponga a tono con las realidades actuales. Mantenerse o reincidir en posiciones proteccionistas a ultranza es condenarse a seguir la deriva que lo puede llevar a la irrelevancia definitiva.

En otras oportunidades he manifestado mi escepticismo respecto del futuro de Mercosur, y no le ha dado mucha vida si no se abre a los nuevos desarrollos en materia de relaciones económicas que se vienen imponiendo en el planeta. La integración económica global, a pesar de sus problemas eventuales, crisis y repliegues coyunturales, continúa su curso ineludible.

La integración dejó de ser un asunto arancelario y ha pasado a convertirse en un tema de producción compartida transfronteriza.  Hoy, los paradigmas que fueron dogma en el ámbito de la integración son otros.

La mera reducción de tarifas forma parte de esquemas que han devenido demodés, sobre todo cuando casi todo el universo arancelario está prácticamente liberado. Hoy los asuntos a considerar son la facilitación y simplificación de los trámites del comercio, el libre flujo de las inversiones, la integración de los mercados bursátiles, una real unificación jurídica, coordinación de políticas económicas, los encadenamientos globales de valor y la incorporación y utilización de las nuevas tecnologías y el comercio digital, porque las distancias ya no son tan determinantes como antes, la geografía ya no es un limitante. 
Se impone a los países de nuestro entorno continental, la necesidad insoslayable de pensar en términos hemisféricos y globales, no desde las estrechas subregiones que tienden a cerrarse sobre sí mismas y a establecer barreras defensivas ineficaces y contraproducentes


Si Mercosur insiste en mantenerse al margen de esos aspectos, no le podemos arrendar la ganancia. Queda aún vigente la interrogante: ¿se podrá rehacer Mercosur a pesar de las diferencias en su seno sobre temas sustantivos que tocan sus principios básicos?

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