¿PUEDE REHACERSE EL MERCOSUR?
En días pasados se reunió el Mercosur y hubo algunos
discursos que podrían hacer pensar que quizás el bloque retomaría una senda que
había dejado de lado varios años, cuando una contraproducente ideologización política
lo marcó, profundizando su ralentización y llevándolo a un estancamiento.
No hay duda de que sin una revisión profunda y cambio de sus
principios y mecanismos básicos, difícilmente el bloque pueda afrontar los
nuevos desafíos del mundo de hoy. Han pasado 28 años desde su fundación, y las
circunstancias actuales son sustancialmente distintas. O se transforma o muere.
Obviamente, las vicisitudes políticas en cada uno de sus países
miembros debemos tenerlas presentes a la hora de analizar el presente e
intentar prever las perspectivas futuras.
El país más grande y de mayor gravitación en Mercosur,
Brasil, está gobernado por un presidente que inicialmente se mostró displicente de
cara al bloque. Incluso su ministro de Economía, Paulo Guedes, llegó en cierto
momento a minimizar su importancia, no era prioritario el tema en el programa de
gobierno de Bolsonaro.
No obstante, como dice un editorial reciente de O Estado de
Sao Paulo, pareciera que Bolsonaro al fin descubre Mercosur. En la mencionada reunión habló de su necesaria
renovación, lo cual coincidiría con la política de apertura comercial que está adelantando
en su país.
Por lo que respecta a Argentina, surgen las dudas sobre si la
política que siga el nuevo presidente, Alberto Fernández, asuma las últimas decisiones
tomadas por el bloque, incluidas las anteriores a la presidencia de Bolsonaro, las
cuales buscan abrirlo más al mundo. Como se sabe, están pendientes la ratificación
aún dudosa del Acuerdo con Europa y los posibles arreglos con la Alianza del Pacífico.
Un punto muy importante y álgido que será motivo de discusión
en lo sucesivo es el del Arancel Externo Común (AEC). Hay posiciones encontradas
al respecto. Este asunto ha hecho que los técnicos sobre la materia señalen a
Mercosur como una unión aduanera imperfecta, en virtud del número importante de
excepciones que tiene. El gobierno actual de Brasil quiere reducirlo, y desde Argentina
habría resistencia de parte del gobierno entrante.
Más allá del tema puntual controvertido del AEC, lo crucial
en el futuro del bloque es acometer una honda reforma que lo ponga a tono con
las realidades actuales. Mantenerse o reincidir en posiciones proteccionistas a ultranza es condenarse a seguir la deriva que lo puede llevar a la irrelevancia definitiva.
En otras oportunidades he manifestado mi escepticismo respecto
del futuro de Mercosur, y no le ha dado mucha vida si no se abre a los nuevos
desarrollos en materia de relaciones económicas que se vienen imponiendo en el
planeta. La integración económica global, a pesar de sus problemas eventuales,
crisis y repliegues coyunturales, continúa su curso ineludible.
La integración dejó de ser un asunto arancelario y ha pasado
a convertirse en un tema de producción compartida transfronteriza. Hoy,
los paradigmas que fueron dogma en el ámbito de la integración son otros.
La mera reducción de tarifas
forma parte de esquemas que han devenido demodés,
sobre todo cuando casi todo el universo arancelario está prácticamente
liberado. Hoy los asuntos a considerar son la facilitación y simplificación de
los trámites del comercio, el libre flujo de las inversiones, la integración
de los mercados bursátiles, una real unificación jurídica, coordinación de políticas
económicas, los encadenamientos globales de valor y la incorporación y utilización
de las nuevas tecnologías y el comercio digital, porque las distancias ya no son tan determinantes
como antes, la geografía ya no es un limitante.
Se impone a los países de nuestro entorno continental, la necesidad insoslayable de pensar en términos hemisféricos y globales, no desde las estrechas subregiones que tienden a cerrarse sobre sí mismas y a establecer barreras defensivas ineficaces y contraproducentes
Se impone a los países de nuestro entorno continental, la necesidad insoslayable de pensar en términos hemisféricos y globales, no desde las estrechas subregiones que tienden a cerrarse sobre sí mismas y a establecer barreras defensivas ineficaces y contraproducentes
Si Mercosur insiste en
mantenerse al margen de esos aspectos, no le podemos arrendar la ganancia.
Queda aún vigente la interrogante: ¿se podrá rehacer Mercosur a pesar de las
diferencias en su seno sobre temas sustantivos que tocan sus principios básicos?
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