El arribo del polémico ex militar brasileño Jair Bolsonaro a
Planalto luce casi inevitable. En la votación del pasado fin de semana, la
amplia diferencia de votos con el segundo en liza parece preanunciarlo. No
mucho le faltó para ganar.
El hartazgo de la sociedad brasileña de los políticos y su
monumental corrupción, aunado a los problemas económicos y de seguridad pública,
determinó ese resultado hasta cierto punto inesperado en su dimensión
cuantitativa.
La votación obtenida por Haddad pareciera, más bien, en
contra de Bolsonaro no a favor de él y su Partido (PT), sobre cuyo líder en
prisión por corrupción, Lula Da Silva, hay un vasto rechazo. Una gran
polarización social y política se ha instalado en ese país que hace vislumbrar
dificultades.
Los análisis y opiniones sobre ese triunfo preliminar y lo
que augura son de diversa naturaleza. Hay reacciones para todos los gustos.
Alarmados algunos, llegan a decir que Brasil está al borde del abismo, otros se
mantienen expectantes, sin dejar de mencionar los que no ven, dentro y fuera de
Brasil, nada grave en tal perspectiva y más bien se sienten complacidos. Hasta
una carta dirigida a la comunidad intelectual mundial ha aparecido en la que el
conocido sociólogo Manuel Castells afirma que Brasil está en peligro y que
evitar la llegada de Bolsonaro a la presidencia sería un caso de defensa de la
humanidad.
Desde los países limítrofes con Brasil, el resultado es
visto, principalmente, desde el punto de vista de las repercusiones económicas
que traería tal gobierno.
De allí que importe mucho saber quiénes tendrán a su cargo el
manejo de una economía en crisis.
En esa área se oyen nombres de destacados economistas y
hombres de negocio.
Para Ministro de Economía o Finanzas se menciona a Paulo
Guedes, egresado de postgrado de la Fundación Getulio Vargas y PHD de la
Universidad de Chicago. Ha sido banquero, Director Técnico del Instituto
Brasileño de Mercado de Capitales y directivo de empresas, entre otros cargos
en el sector privado. Igualmente, columnista de O Globo y la Folha de Sao
Paulo.
Es un liberal partidario de un programa de amplias
privatizaciones en su país. Ha dicho que debe privatizarse desde el Banco do
Brasil hasta Petrobras. Para el Estado,
según él, esas ventas significarían alrededor de 215 millardos de dólares, lo
que le permitiría reducir en gran parte la deuda del Estado.
Otro que ha sido mencionado es el economista Roberto Campos
Neto, actual director
de mercados globales de Santander Brasil, quien estaría al frente del Banco Central.
No son pocos los nombres que se publican pertenecientes a
grandes empresas privadas e instituciones financieras.
El presidente chileno Sebastián Piñera ha declarado que en lo
económico ve a Bolsonaro bien orientado.
Para la tiranía venezolana, mientras dure, un presidente como
Bolsonaro será un dolor de cabeza. Él ha dejado claro lo que piensa sobre
nuestro país y su gobierno.
Es de esperar entonces que el nuevo gobierno de Brasil se
mantenga en la misma postura que el actual de Michel Temer respecto de Venezuela.
El peso económico y geopolítico de Brasil en la región no
hace falta subrayarlo. Su influencia en las relaciones hemisféricas no puede
ser soslayada. Lo que allí ocurra en lo político y económico tendrá efectos en
la región.
30 partidos estarán representados en su parlamento y otras
instancias político-institucionales. No será fácil gobernar a Brasil en lo
adelante, habida cuenta de los problemas que padece y de las tensiones
polarizantes. Los contrapesos jugarán un papel decisivo. La negociación entre
las fuerzas políticas, como en toda democracia, será aún más importante, vista
la dispersión de la representación popular.
Si se confirma lo que parece ser un hecho irreversible, es
decir, el triunfo de Bolsonaro, solo queda aspirar a que por el bien de ese
gran país y del hemisferio, gobierne democráticamente, respetando los derechos
humanos y las libertades conquistadas.
EMILIO NOUEL V.
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