MACRON Y MACRI, DOS LÍDERES NUEVOS
EN PROBLEMAS
La popularidad de
dos líderes políticos, uno francés y otro argentino, sobre los cuales, en su
momento, se levantaron grandes expectativas e ilusiones populares, hoy
pareciera que se derrumba ante la opinión pública de sus países.
Según encuestas y
opiniones vertidas en los medios, hay un malestar en relación con sus
ejecutorias gubernamentales y, en consecuencia, ha crecido la desafección hacia
ellos.
No les ha sido
fácil salir adelante con los problemas que aquejan a sus países. Lo que se
arrastraban a sus llegadas al poder y los sobrevenidos en la marcha.
Los vientos de
transformación y de optimismo que generaron estos políticos modernos, frescos y
carismáticos, a la vuelta de varios años, se están tornando en su contra. Las
cosas no se han dado como se esperaba, los apoyos y la credibilidad de las que
gozaron se han debilitado.
Los cambios
institucionales y económicos que prometieron en sus respectivas campañas
electorales se han topado con la dura realidad social y política. No sólo con
los difíciles problemas estructurales de sus países, también con las
resistencias propias de ideas y costumbres largamente establecidas.
Argentina y
Francia, obviamente, tienen circunstancias distintas, derivadas de sus
particularidades. Son dos historias, dos desarrollos y dos dinámicas
político-económicas y sociales desemejantes.
Dos personalidades
son también los que están al frente de esos gobiernos.
Según el último
sondeo conocido, Macron, a los 16 meses de su mandato, solo tiene buena opinión
del 31% de los franceses, lo cual sería un record histórico de
impopularidad comparado con otros ex presidentes franceses.
Debemos recordar
que fue electo en segunda vuelta con más del 66% de los votos. Las
orientaciones generales de su programa de gobierno fueron catalogadas de
liberales.
Las causas de tal
descontento son las políticas económicas y legales instrumentadas. Incremento
de impuestos, reforma fiscal, aumento del déficit fiscal, anuncios de recortes
presupuestarios y acusaciones de realizar una gestión gubernamental
autoritaria, entre otros asuntos. A eso
se agrega la dimisión de varios colaboradores muy populares.
El diario Le Monde
señala que Macron se ha debilitado y que el omnipotente edificio político que
levantó en 2017 comienza a mostrar fisuras importantes, lo cual estimula a las
oposiciones, incluidas las extremas derecha e izquierda populistas y xenófobas,
a tratar de sacar provecho, explotando las dificultades económicas y el asunto
complicado de los inmigrantes que afecta a Europa.
Desde el propio
gobierno francés se han formulado algunas críticas acerca del talante de los
altos funcionarios. Hasta se ha dicho que le falta un poco de humildad.
Incluso, el Ministro G. Collomb ha invitado públicamente a los ministros a
mantener sus raíces y así poder oír lo que dice la gente.
Por su parte,
Macri luce mucho más complicado que el francés. El cuento de nunca acabar de la
proverbial deuda externa argentina sigue causando dificultades a los gobiernos,
a lo que se agrega la letal herencia kirchnerista. Por décadas -desde los años
cincuenta del siglo pasado- se arrastra este asunto no resuelto que hace a ese
país muy vulnerable. Alrededor de 200 mil millones de dólares está la deuda
hoy.
A pesar de que en
los dos últimos años el país parecía haber comenzado a crecer de nuevo gracias
a las políticas de reformas instrumentadas, de nuevo vuelve la crisis,
expresada, sobre todo, en la subida de la inflación y la caída del peso.
La vía gradualista
que amortigua los efectos de las reformas de cara al país y así poder avanzar,
parece que no dio resultado. La confianza en el gobierno y la viabilidad de sus
políticas no ha terminado de convencer a los mercados, las inversiones
extranjeras y nacionales no arribaron, como se esperaba. Seguir viviendo por
encima de las posibilidades reales siempre acarrea para los países negativos
efectos.
De nuevo viene al
rescate el FMI, única alternativa para obtener recursos frescos, pero
demonizado por sectores políticos argentinos y con muy mala prensa, a pesar de
que ha suavizado sus recomendaciones para hacerlas más llevaderas.
A todos estos
entuertos se suma las circunstancias políticas internas que complican el
panorama de Macri, las cuales están determinadas por las aspiraciones
electorales próximas. Difícil la tiene si aspira a lograr apoyos en la
oposición para cualquier giro que deba hacer respecto de lo económico.
Al inicio, las
reformas económicas de ajuste, al comienzo, siempre son impopulares, más allá
de si tienen o no resultados positivos. Macron y Macri han debido
adelantar algunas importantes y necesarias.
Así las cosas, dos
líderes mundiales que representan una generación nueva de políticos, con ideas
frescas, modernas y pragmáticas, abiertos a la interdependencia global, se
encuentran hoy en medio de un torbellino, del que aspiramos puedan salir
airosos, para el bien de sus pueblos y del mundo.
EMILIO NOUEL V.
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