La caída de las organizaciones internacionales promovidas
por el castro-chavismo en la región se ha iniciado. La deserción, por ejemplo,
de UNASUR, lo demuestra. Ecuador, Colombia y otros anuncian su retiro de ella.
La Alternativa Bolivariana para los pueblos de
nuestra América (ALBA), por su parte, fue una propuesta de
supuesta integración formulada desde Venezuela por Hugo Chávez y “secundada”
por Fidel Castro. Este convenio fue impulsado previamente por una declaración
conjunta de esos dos países en el año 2004.
La idea era enfrentar un promisorio proyecto de
integración hemisférica, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que
ya tenía cerca de nueve años de negociación, cuyo Tratado, hacia el año 2003,
estaba bastante adelantado, a pesar de quedar algunos asuntos aun por
finiquitar.
La deriva política en Sudamérica condujo a que
varios gobernantes contrarios a aquel proyecto continental llegaran al poder.
Chávez, Lula, Kirchner, Correa y Morales, se oponían al ALCA, era la visión que
el Foro de Sao Paulo había planteado respecto de las relaciones hemisféricas,
particularmente, los vínculos con EE.UU.
Sin embargo, de cara al ALCA no solo mantenían su
desacuerdo esas fuerzas políticas ubicadas en la izquierda. Sectores moderados,
centristas, las acompañaban en ese rechazo, sobre todo, los alérgicos al libre
comercio, a la lógica del mercado.
Para los gobiernos
venezolano y cubano, la ALBA era una respuesta a la presunta amenaza de
dominación imperial.
Fidel Castro
señaló en su momento de manera muy sincera y clara de qué se trataba la
propuesta: “La idea de crear esa
organización fue del propio Chávez, deseoso de compartir con sus
hermanos caribeños los enormes recursos económicos con que la naturaleza había
dotado a su Patria de nacimiento”. El viejo sueño del tirano cubano de
ponerle la mano a las riquezas venezolanas, se hacía realidad con Chávez.
La ALBA, con
algunos matices, es expresión de la perspectiva que bosquejara en los años
sesenta del pasado siglo, el profesor marxista mexicano Rodolfo Puigross. La
integración económica planteada por la CEPAL, base de todos los proyectos
latinoamericanos posteriores (ALALC, CAN, MERCOSUR, etc), sería producto de la
ideología capitalista. La integración debía ser, según Puigross, una
manifestación de la lucha de clases contra los centros de poder imperialista.
Así, la ALBA es un
instrumento más de la política de confrontación a la economía global de mercado
y las instituciones del orden liberal levantado a partir de la Segunda Guerra
Mundial. Es parte también de una diplomacia personalista, como se ha comentado,
pero sus ideas básicas son la concreción de un enfoque político formulado desde
el Foro de Sao Paulo (FSP).
Fue financiada por
los petrodólares venezolanos. Mientras éstos abundaron la “organización” tuvo
vida, aunque nunca llegó a ser un verdadero ente integrador, porque no estaba
concebido como tal. Carecía de mecanismos concretos para ello. Ha sido una
instancia meramente política. Por eso se equivocan quienes le adjudican aquel
carácter.
En tanto que delirio megalómano de un gobernante autoritario,
sólo pretendía promover un proyecto político-ideológico anacrónico y ganar
adeptos para él en el ámbito internacional.
Llegado el tiempo
de las vacas flacas a Venezuela, gracias a la destrucción sistemática de su
economía e instituciones, ocasionada por políticas absurdas, corrupción
desenfrenada y una ideología letal, la ALBA comienza a perder su base de
sustento (el fisco venezolano) y comienza la deserción de quienes sacaron provecho
del despilfarro de los petrodólares venezolanos.
Hoy, al repudio y
descrédito internacional del gobierno venezolano nadie ya quiere ser asociado,
excepto el país que más ha chupado a Venezuela: Cuba. Más de 20 mil millones de
dólares en barriles de petróleo regalados a ese país hasta el presente y ni un
centavo ha pagado, ni pagará.
El gobierno de
Ecuador acaba de informar su retiro de ALBA. Utiliza como pretexto la crisis
venezolana que se desborda en cientos de miles de migrantes hacia territorios
del vecindario. Es un mazazo, sin duda, al tinglado internacional bolivariano
que se derrumba como castillo de naipes.
Los micro-países
que aprovecharon las ventajosas condiciones petroleras de Petrocaribe toman también distancia discretamente del régimen
chavista.
El desvarío, la
extravagancia, de Chávez, que pretendía construir un liderazgo mundial a costa
del derroche malversador de las riquezas del subsuelo venezolano, se patentiza
hoy en la catástrofe social que generó, profundizada por su sucesor.
Mientras tanto, ya
se empieza a cavar la tumba, afortunadamente, de un proyecto absurdo y
desquiciado que sólo sirvió para la propaganda ideológica, la compra de
voluntades políticas y el hundimiento de Venezuela.
EMILIO NOUEL
V.
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