TRUMP Y LA CAMISA DE FUERZA
“Un loco a cargo del manicomio”
JOHN CARLIN
JOHN CARLIN
El
triunfo de Donald Trump en las recientes elecciones norteamericanas no ha
dejado a nadie indiferente.
Los
que andaban ya preocupados por la posibilidad de que ello ocurriera, consumada
la victoria electoral, ahora son presa de la incertidumbre, cuando no, de la
conmoción.
Y
no es para menos. La particular retórica del Trump candidato, su estilo y los
contenidos emitidos durante su campaña presidencial, anunciaban, de ganar, una
tormenta de múltiples dimensiones.
Su
discurso populista, que como tal, se alimenta y explota los problemas reales de
la gente, de sus rabias, resentimientos y angustias, para los cuales tiene
soluciones tan simples como falsas, fue calando en una ciudadanía que ha visto
mermar su calidad de vida, sobre todo, a partir de la crisis financiera desencadenada
en 2008.
Echando
mano de algunas verdades, de muchas medias verdades y sobre todo, de grandes
mentiras, logró que un electorado mayoritario le comprara la oferta engañosa.
Señalando supuestos culpables y causas (mexicanos, musulmanes, establishment de Washington, las élites)
alcanzó montar un catálogo de chivos
expiatorios, que, bien visto, no resiste un análisis serio. Y como siempre ocurre en estos casos, abrió una honda brecha entre los ciudadanos de su país.
¿Qué
podemos esperar los mortales de este planeta del gobierno de este impresentable
personaje?
Lo
primero que debe decirse, es que si bien estará al frente de la potencia más
grande, cuyo ámbito de acción abarca el globo terráqueo, de allí su
significación para todos, afortunadamente, ése país dispone de una “camisa de
fuerza” democrática conformada por instituciones políticas y sociales
consolidadas después de más de 200 años que controlarán cualquier desaguisado
eventual que pretendiera perpetrar Trump.
Incluso,
líderes de su mismo partido podrían servir de freno en el parlamento a un
disparate político, económico o militar.
De
modo que en tal sentido espero que él no lo tenga fácil, para bien de su país y
el mundo.
Por
su parte, los europeos están preocupados y con razón. Hay nervios en los
mercados globales, a pesar de las palabras tranquilizantes de Trump al día
siguiente de las elecciones. No sólo el tema comercial y/o económico (TTIP o
TAFTA, y otros asuntos) es motivo de consternación. El de seguridad (OTAN) también,
vistas las carantoñas entre Putin y el magnate, ahora presidente electo. No
olvidemos que en Europa ha prendido también el populismo en sus dos versiones:
izquierda y derecha, y este triunfo de Trump, con seguridad, los estimulará
para seguir en su deriva anticomunitaria absurda. Solo una Europa unida está en
capacidad de actuar como contrapeso a un Trump insensato.
Para
América Latina, este nuevo gobierno norteamericano plantea desafíos no
desdeñables, en especial, si se produce un cierto grado de ensimismamiento de
parte de aquel, que conlleve una mengua acentuada en las necesarias relaciones
de cooperación e integración hemisféricas, ya de por si descuidadas en los
últimos años, a pesar de los intentos recientes de reactivarlas. Además de los
gobiernos, un papel importante deberá jugar la sociedad civil hemisférica, en
todas sus manifestaciones. A esta tocará hacer las presiones para que las
distintas aspiraciones e intereses económicos y sociales tengan concreción en
un marco de relaciones internacionales que apunten a la prosperidad y el
bienestar compartido.
Particularmente,
a los mexicanos les corresponderá enfrentar un reto particular, habida cuenta de que el tema de la migración,
piedra angular del discurso demagógico y falaz de Trump, los toca muy directamente.
Lo comercial estará, igualmente, en el centro de esta relación bilateral en el
marco del TLCAN, en caso de que el tratado sea denunciado o modificado.
EEUU
no podrá sustraerse de los problemas pendientes de la paz, la seguridad
colectiva y la estabilidad política en el continente, por más que Trump quiera
aislarse. Quizás esta materia, de alguna manera encaminada en años recientes,
sea un issue de difícil abordaje con
el nuevo gobierno estadounidense. Cuba, Colombia y Venezuela están allí.
¿Qué
tipo de relaciones mantendrá el gobierno chavista con Trump? ¿Serán más
tensas? ¿Seguirá Trump los lineamientos y
gestiones actuales del Departamento de Estado respecto de nuestro país?
Quizás,
por ahora, sea prematuro aventurar conjeturas en este asunto, lo cual nos deja
aún más en el terreno de lo incierto y nebuloso, aunque lo más probable es que
se mantengan las mismas políticas de Estado.
¿Tendrá
razón el periodista John Carlin cuando dice que los norteamericanos han puesto
a un loco al frente de un manicomio?
¿Estamos en los umbrales de una historia de horror norteamericana, como
afirman algunos?
EMILIO
NOUEL V.
@ENouelV
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