Sin duda, el venezolano es un pueblo de gestos colectivos
inesperados, y de nuevo nos sorprendió el 6D, incluso a los que pensábamos en un
triunfo de la oposición democrática, pero no en la magnitud que se dió.
Ha hablado en esta oportunidad, de forma clara, tajante y sin
ambages, como pocas veces lo ha hecho en su historia.
Demostró que sabe lo que quiere, sobre todo, lo que no
quiere.
Se expresó como ha sido la costumbre que aprendió en
democracia: votando y poniendo por delante su pacifismo, su rechazo a la
violencia, a pesar de que una caterva de bárbaros e ignorantes lo han querido
hundir durante tres lustros en la crispación social permanente, en la lucha de
clases, en el odio entre hermanos.
Cómo nos hemos equivocado con ese pueblo, que en no pocas
ocasiones llegamos al desprecio.
En las semanas previas a las elecciones, cuando asomábamos
ante nuestros interlocutores, la posibilidad de un triunfo de la oposición, no
era extraño oír de boca de algunos incrédulos, de los portadores crónicos de la
desesperanza o de arrogantes menospreciadores, expresiones como: “el venezolano es un sinvergüenza, por un plato de lentejas se vende”, “acepta la humillación de las colas para
comprar alimentos”, “es un lambucio e
ignorante”, “tu verás, por la dádiva de un kilo de harina o un
televisor regalado sale a votar por el chavismo”, y así, terminaban
afirmando que el gobierno, por tanto, sería invencible, que no había nada que
hacer.
Afortunadamente, la dirigencia de la oposición democrática,
la de la MUD, sí, esa MUD denostada por cantamañanas o “cantaclaros”, diseñó y ejecutó una estrategia política que fue al
encuentro de esas mayorías que algunos miran por encima del hombro
desdeñándola.
Esa MUD repitió a lo largo y ancho del país, con infinidad de
obstáculos y limitaciones, que es posible otro país. Ilusionó con una Venezuela
diferente, próspera, libre y pacífica, y pidió su respaldo para ganar la
Asamblea Nacional, lo cual viene de lograr el 6D, acertando así con su política.
Esta estrategia exitosa puesta en práctica ha ido avanzando sin descarríos hacia el objetivo
trazado, que no es otro que alcanzar el poder por la vía democrática,
constitucional, electoral y pacífica. Civilizadamente, sin buscar atajos
absurdos, sin aventuras inciertas.
Por allí andan todavía en la oposición ciertos descaminados
–minúsculos en número y en cerebro- que de manera enfermiza siguen jugando
suicida e infructuosamente a su descalabro. Mezquinos, no reconocen sus
decisivos aciertos, y en todo momento buscan demeritarla, reducirle su
importancia. Para éstos inconscientes, no tengo la menor duda, el destino es la
intrascendencia, el basurero de la historia.
La victoria arrolladora de la opción democrática es un evento
de hondas repercusiones para el futuro de nuestro país y del hemisferio en que
vivimos. El nocaut político propinado al populismo autoritario es un hecho
formidable. Una excelente noticia para el mundo.
Quisiéramos creer que en los derrotados quedan aun restos de
racionalidad, de sensatez, o si se quiere, de una visión pragmática.
Lo que se avecina para el año entrante en el campo económico
es muy serio. No sólo los sectores
políticos deben ponerse de acuerdo. Una concertación nacional se impone. La
sociedad civil, los empresarios, la universidades, los sindicatos, el comercio,
todos son necesarios para sacar adelante el país.
Son las bases materiales, la institucionalidad, la
supervivencia como sociedad viable, la vida, la paz, las que están en riesgo de
terminar de desmoronarse; caos en el que todos saldremos perdiendo.
El rol que deberá jugar la MUD en lo que está por venir se ha
agigantado. La Unidad es indispensable, esencial, vital. Los venezolanos
demócratas tenemos en ella el instrumento adecuado para salir del hueco social
y económico en que estamos. En la inteligencia y experiencia de sus dirigentes confiamos.
Lo que haya que mejorar en ella, hagámoslo. Tiempos difíciles aun nos aguardan.
Que el trascendente éxito alcanzado nos sirva para avanzar en la senda de la libertad y la democracia, perdidas éstas en gran parte en un período histórico de nuestro país que queremos enterrar y olvidar.
Que el trascendente éxito alcanzado nos sirva para avanzar en la senda de la libertad y la democracia, perdidas éstas en gran parte en un período histórico de nuestro país que queremos enterrar y olvidar.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario