Decenas de artículos publicados en nuestro hemisferio y en el mundo entero reflejan un inusitado entusiasmo con el reciente resultado electoral presidencial en Argentina.
El clima político en la región suramericana está sintiendo
frescos vientos de renovación, a pesar de noticias no tan buenas en el campo de
la economía.
Como se sabe, la década
de oro de los commodities llegó a
su fin, y la caída de la demanda mundial y los precios de estas materias primas
auguran menores ingresos y en consecuencia dificultades para el conjunto de los
países.
Aquellos que no se dejaron llevar por la borrachera populista,
ahorraron y administraron prudentemente, podrán afrontar el temporal en mejores
condiciones y los que alegremente dilapidaron sus recursos, como son los casos
de Argentina y Venezuela, deberán adoptar políticas económicas de ajuste que no
serán del agrado de las mayorías.
Muchos han dicho que con el triunfo de Mauricio Macri comienza
el declive del populismo, en un entorno en el que la crisis política y la grave
recesión económica en el Brasil de Dilma Roussef, así como el desarrollo del
desastre venezolano, complementan ese nuevo cuadro político que se dibuja en la
región.
Ciertamente, y si nos atenemos a la información que está
corriendo en la prensa, el gobierno argentino entrante trae orientaciones que
hacen pensar en un viraje sustancial para esa nación que con seguridad incidirá
en la dinámica que hasta ahora se había impuesto en el hemisferio.
El relativo aislamiento de los últimos años frente al mundo llega
a su fin. El antiamericanismo luce que será proscrito en el gobierno de Macri.
El obstáculo que los Kirchner habían puesto a la negociación de Mercosur con la
Unión Europea, pareciera que será levantado. La apertura hacia el Acuerdo del
Pacifico también se muestra como un hecho en la nueva administración. Con los
chinos mantendrá buenas relaciones. La defensa de la democracia y las
libertades en el continente es principio que lo inspira:”América Latina no puede seguir callando
sobre los presos políticos en Venezuela. El debate vale la pena”, ha
dicho, planteando la aplicación del Protocolo de Ushuaia al gobierno chavista.
Por otro lado, el presidente electo ha señalado como
fundamental dar la bienvenida a las inversiones extranjeras, tan necesitado
como está ese país de fondos frescos y de iniciativas que lo desbloqueen ante
el mundo de las finanzas internacionales.
Y sobre todo, la creación de una atmósfera de confianza en la
economía argentina ha sido la consigna enarbolada de manera insistente por el
nuevo liderazgo.
Desde Venezuela, no dejamos de sentir
una cierta envidia por lo que en aquel país está ocurriendo. Lo vemos como un
nuevo despertar que ojalá terminara concretándose y además contagie al vecindario.
Deseamos que Argentina logre retomar
la senda que hace muchísimas décadas la colocó entre los países más promisorios
y punteros del mundo, pero que el nefasto populismo peronista la hundió en
crisis políticas y económicas crónicas, perdiendo gran parte de su vigor como
sociedad llamada a estar entre las primeras del mundo desarrollado.
Apostamos al éxito del nuevo gobierno. No lo tendrá fácil.
Altas son las expectativas que ha levantado. Hay razones muchas para confiar en
el liderazgo que está asumiendo la conducción de un país que tuvo siempre un
gran potencial.
Con Mauricio Macri una generación distinta de
políticos irrumpe en la escena argentina y latinoamericana con ideas,
enfoques y estilo innovadores, y esto es una buena noticia. Por lo pronto, en
la región muchos somos los que quedamos expectantes y esperanzados.
Emilio Nouel V.
@ENouelV
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