“el liberalismo político y el liberalismo económico deben ir de la mano,
porque el autoritarismo político es a la democracia lo que el
proteccionismo
es al comercio internacional”
Tabaré Vásquez
Las recientes declaraciones del nuevo canciller
de Uruguay me dan pie para insistir en el asunto.
El señor Rodolfo Nin Novoa ha dicho, apenas
asumido su cargo, que en Mercosur se deben sincerar las cosas. Además de rechazar
el proteccionismo económico-comercial, defiende una diplomacia pragmática y
responsable basada en las necesidades, no en afinidades ideológicas, y sin caer
en la tentación de privilegiar la política sobre el derecho.
Sus palabras, entre otras, fueron: “A nuestro juicio los procesos de integración
en América Latina no han alcanzado el desarrollo esperado y exigen
sinceramientos impostergables”, y agrega que se requiere “un Mercosur que deje atrás la retórica
vacía, que apueste a las concreciones y no a los discursos que luego no se
cumplen”.
En diversas oportunidades, algunos hemos
formulado las mismas observaciones.
No podemos sino saludar que un alto
funcionario, en este caso uruguayo, exprese tales ideas coincidentes con
analistas de otros países de la región preocupados por el curso menguante de
ese bloque de comercio.
Mercosur está viviendo desde hace algunos años
un proceso de decaimiento progresivo. Si sigue como va, desaparecerá tarde o
temprano. Tiene un mal de origen: su débil institucionalidad. La no existencia
de supranacionalidad en lo organizativo y normativo permite que cada país vaya
a su aire, lo cual va a contrapelo de políticas comunes.
Los gobiernos últimos, por razones ideológicas,
le han imprimido orientaciones que conspiran contra un funcionamiento adecuado
a las nuevas circunstancias del mundo de hoy.
De allí su estancamiento y repliegue sobre sí
mismo, su conformidad con su intercambio comercial vegetativo intrabloque, cada
vez menor y manteniendo incomprensibles obstáculos (aduanas interiores) entre
sus miembros, de los que periódicamente se quejan, principalmente, los pequeños
del club.
En la actualidad, el país que más afecta el
Mercosur es Argentina, con sus políticas contraproducentes para la marcha del
bloque.
Recientemente, José Mujica, antes de dejar la
presidencia de Uruguay, condenó una vez más al gobierno de Argentina, haciendo
ver que a éste no le importa nada la integración.
Y tiene razón, si a algún gobierno habría que
acusar de proteccionista es a ése. Sin embargo, Brasil no se queda atrás en ese
tema. Mientras se mantuvo en el ámbito de lo comercial, el bloque avanzó.
No obstante, esa fase hoy se muestra agotada. La
integración de la región requiere, por un lado, abrirse a bloques y regiones
extrahemisféricos, y por otro, dar un paso más allá de lo comercial y envolver
otros sectores de la economía. Las áreas financiera-bancaria y de las
inversiones son fundamentales para ponerse en sintonía con el entorno global.
La Alianza del Pacifico ya anda por esa senda.
Obviamente, eso requiere coordinación y
armonización de políticas; las normativas son cruciales. Y la disciplina en su
aplicación es determinante. ¿Tienen disposición los países de Mercosur, sobre
todo, los grandes, para ello? ¿No sigue
siendo el soberanismo una rémora en este campo?
Cuando hablamos de integración latinoamericana,
debemos siempre recordar la frase del francés Jean Monnet, uno de los artífices
de la Unión Europea, que decía: “petit
mots, grands pas” (“pocas palabras,
grandes pasos”) Pues bien, en nuestro caso latinoamericano, es al revés:
mucho palabrerío, mucha retórica, mucha ideología, pero pequeños pasos. Y los
resultados negativos de esto lo estamos viendo en países como Argentina y
Venezuela.
Lo hemos dicho en muchas ocasiones: las
políticas económicas que sigue el gobierno venezolano no son cónsonas con los
principios económicos de libre mercado de Mercosur. Sus controles de precios,
de cambios y sobre la comercialización de productos los contradicen. Sin
mencionar su estatismo exacerbado.
Si
Mercosur no se pone a tono con los tiempos
está condenado a desparecer en pocos años. Para integrarse real y
verdaderamente no bastan reuniones para crear comisiones de estudios,
emitir declaraciones politicas en apoyo del algun gobierno o para
aprobar placas (patentes) de automóviles o pasaportes
mercosurianos.
¿El nuevo gobierno uruguayo, más pragmático ahora, logrará que cambie
la orientación actual de Mercosur o
deberá abrirse hacia otros caminos integradores? ¿La Alianza del Pacifico? ¿Seguirá
siendo el designio de Brasil el que determine su política?
Ya veremos.
Ya veremos.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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