Nunca antes, que
yo recuerde, se había producido una opinión tan negativa y masiva, y que haya
desencadenado iniciativas políticas internacionales contra un gobierno
latinoamericano, como las que estamos viendo respecto del venezolano.
Que en los días que
corren ex presidentes de tan diversos países e ideologías como Oscar
Arias, Felipe González, Andrés Pastrana, Sebastián Piñera, Julio María
Sanguinetti, Vicente Fox, Alan García, Bill Clinton, Felipe Calderón, Luis
Alberto Lacalle, Álvaro Uribe, Alejandro Toledo, Ricardo Lagos, José M. Aznar,
Ricardo Martinelli y Fernando Henrique Cardoso, converjan, con diferentes
énfasis, en un solo rechazo, en una contundente denuncia contra el
autoritarismo chavista en Venezuela, no es usual, ni es poca cosa.
En pasadas
ocasiones hemos visto también declaraciones críticas de otros ex mandatarios.
¿Le dirá algo al
gobierno militar de Maduro toda esta legítima y justificada reprobación mundial
ante sus atropellos y arbitrariedades? ¿Tienen idea de su significación?
Quién sabe.
Lo cierto es que
esta suerte de cayapa democrática, de semejante convergencia
para defender la institucionalidad del Estado de derecho en nuestro país, no
tiene parangón y dice mucho acerca del acompañamiento sincero que los
venezolanos y su democracia están teniendo en el ámbito mundial.
No nos encontramos
solos. Siempre lo he creído así, a pesar de la “ceguera” cómplice, la
indiferencia o el interés crematístico que han mostrado algunos.
Estamos
conscientes del papel decepcionante que han jugado, en general, las
instituciones internacionales hemisféricas respecto de las violaciones a los
derechos humanos en Venezuela durante los tres últimos lustros.
No se nos escapa
que tales entes, incluso disponiendo de normativas vinculantes para actuar de
cara a las arbitrariedades perpetradas por el gobierno militar de Venezuela,
son lo que sus gobiernos han querido que sean.
Si hay
responsables internacionales de la escalada de las tensiones y de la crisis en
nuestro país, más que esas organizaciones como tales, son los representantes de
los países en ellas los que deben ser señalados con el dedo acusador.
La cláusula
democrática contenida en los tratados constitutivos de la OEA, Mercosur,
UNASUR y CELAC, facultan a los países a tomar acciones en defensa de la
democracia y los derechos humanos cuando éstos han sido violados por alguno de
sus miembros. La conducta indigna del gobierno venezolano es un caso evidente
de infracción grave de aquella cláusula.
Sin duda, quienes
en definitiva resolverán la grave situación que vivimos, serán los venezolanos,
únicos y directos responsables de lo que nos pase.
No obstante, no lo
lograremos sin la ayuda de los demócratas, y hombres y mujeres de buena
voluntad del mundo.
De allí que las
opiniones emitidas y las iniciativas adelantadas por ese grupo nutrido de ex
presidentes, aunadas a las de muchas otras organizaciones y personalidades
internacionales, sean cruciales para el triunfo de la lucha por la libertad y
la restauración de la democracia en nuestro país; y de ninguna manera pueden
ser consideradas injerencistas, toda vez que los valores democráticos y la
vigencia de los derechos humanos, son principios universales establecidos no
sólo en la Constitución Nacional, sino también en los tratados internacionales
suscritos por nuestro país. Frente al abuso gubernamental que pisotea los
derechos humanos no hay principio soberanista que valga.
Agradezcamos a los
ex Presidentes del mundo su gesto solidario y espontáneo. La Venezuela
libertaria que se abre paso siempre los reconocerá como ejemplos de voluntad y
profunda convicción democrática.
Emilio Nouel V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com