LAS INSIDIAS DEL
DIÁLOGO
"Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo
en la planificación y coordinación del plan."
Sun Tzu
Unas cuantas cosas se han dicho y escrito acerca de entablar
en el país un diálogo gobierno-fuerzas democráticas, habida cuenta de la crisis
político-económica-social, cuyo agravamiento se hace cada día más patente.
Los polos políticos que rivalizan prácticamente están
igualados, pero uno de ellos, que se apropió de las palancas de mando
institucionales y de los recursos, desequilibra la contienda. Y es un dato de
la realidad que son utilizados de forma autoritaria y desde una
concepción ideológica totalitaria.
A pesar de que ha hecho todo lo posible, el poder establecido
no ha logrado aplastar a los sectores democráticos.
Vivimos una situación en que dos grandes porciones están
enfrentadas, que en lo electoral se equilibran, aunque el poder de una de ellas,
en lo institucional, no se reconoce.
La oposición ha venido predicando desde hace varios años la
necesidad de concertarse frente a los grandes problemas, lo cual pasa por su
reconocimiento en las distintas instancias públicas, y sin que ello implique
rendir banderas, todo dentro de una estrategia constitucional,
democrática, electoral y, sobre todo, pacífica.
Es sólo en estos últimos tiempos que pareciera que ese
llamado tiene alguna resonancia en sectores del gobierno. Las posiciones
impermeables a esa necesidad estarían cediendo, no tanto porque haya una
vocación allí para el compromiso democrático civilizado, como porque las circunstancias
los obligan.
Los enemigos del diálogo están a ambos lados de la calle.
No sólo en el campo opositor se han manifestado posiciones
contrarias a que el diálogo tenga lugar. Como siempre, en estos casos en que la
política y no los hígados debe tomar la batuta para los necesarios acuerdos
mínimos, los extremismos afloran. Son los que enloquecidamente buscan un
enfrentamiento definitivo, suma cero, incluso violento, no importándoles las
consecuencias.
Las aberraciones de estos inconscientes son tales que hace
poco un opositor se preguntaba hasta cuándo se iba a posponer las muertes, si
después de todo han sido asesinados por el hampa durante este gobierno, 200.000
personas. ¿Estará en sus cabales este señor cuando se aventura a plantear este
tema de manera tan monstruosa? ¿Se habrá detenido a pensar que en esas muertes que
“estaríamos” postergando al no salir a la calle a tumbar el gobierno, podría
estar su hijo, hermano o él mismo?
Un eventual diálogo no puede ser abordado desde posiciones
cerradas e inconmovibles, de “tómalo o déjalo”. Cada una de las partes tiene
sus aspiraciones e intereses, y también toda parcialidad anida
problemas y contradicciones a su interior.
Pero por encima de ellos están los problemas de la sociedad
como un todo, sobre los cuales, obviamente, hay distintas visiones.
Cierto, hay temas en los que no habrá acuerdos. Las
ideologías enfrentadas no conciliaran. Hay talantes que serán difíciles de
avenir, y no estamos lidiando con un gobierno democrático.
Si éste pretende reforzar su autoritarismo y deseo de
borrar del mapa político a la oposición, será muy dificultoso cualquier
regularización de los antagonismos. Si la oposición plantea, de arrancada, que
sólo se puede hablar a partir de que el gobierno deje de ser lo que es o que se
vaya de una vez, tampoco podrá haber diálogo.
Desde la oposición organizada se sabe a qué nos enfrentamos.
Se equivocan de medio a medio los que llaman de forma insidiosa comeflores, ingenuos, entregados o
claudicantes a quienes nos representan en la contienda política nacional porque
están abiertos al diálogo.
Sin un esfuerzo que apunte a poner de acuerdo los dos polos
enfrentados, la alternativa es el choque frontal, el caos, que a nadie
favorecerá.
La oposición ha tenido la oportunidad de hablar y de hacer planteamientos
concretos en las reuniones realizadas. Eso no significa
necesariamente que los problemas estén en vías de solución o de que el gobierno
cumpla lo prometido. Aun hay mucho trecho por recorrer, y el escepticismo no
nos abandona todavía.
Los que no ven más que salidas definitivas de manera
perentoria, es decir, la caída del gobierno ya, obviamente estarán en contra
del diálogo.
Los impacientes e irreflexivos que insultan y escarnecen por
la redes sociales y en artículos de opinión kilométricos, farragosos y en tono
de Venezuela Heroica, a la dirigencia opositora; los del “todo o nada”, llenos
de amargura y odio, que se ufanan de ser “radicales” y supuestamente
“principistas”, son, por suerte, minoritarios.
A ellos les recuerdo un pasaje de El Padrino en el que
Michael Corleone (Al Pacino), le dice a su sobrino Vincent (Andy García), muchacho
impetuoso, inexperto e imprudente, un “radical”, pues, palabras más, palabras
menos, que la ira hace cometer muchos errores.
El sobrino de marras tenía un pronto, como dicen los
españoles, que lo hacía caer en atolondramientos reiterados. La “sabiduría” y
paciencia que había aprendido Michael de Don Vito, lo tenía en la cima del
poder. Para él, no había que apresurarse en la
toma de decisiones, el mismo resultado se podía lograr sin desbocarse, con
cálculo y premeditación; al final el adversario sería barrido.
Obviamente, no es aquella, la de la paciencia y la cabeza
fría, una enseñanza exclusiva para el crimen. Es máxima también en la lucha por
el poder político, desde que el mundo es mundo.
En la compleja política venezolana, abundan inmaduros y
temerarios como Vincent, que se dicen puros, por contraste con supuestos traidores
que se arrodillan en lugar de enfrentar sin dar cuartel al adversario. Provistos
de una retórica maniquea, apocalíptica y fundamentalista, no pueden ver con
claridad las opciones reales de salir de la crisis que vivimos.
A casi ninguno de estos comecandela
se les ve organizando un partido o un movimiento. Su activismo de teclado se
reduce a echar sombras de manera obsesiva sobre la honorabilidad de los dirigentes políticos que
todos los días hacen cosas, acertando o errando, pero, en definitiva, actuando
sobre la realidad.
Ojalá, más pronto que tarde, comprendan de qué trata la política.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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