¡HASTA AQUÍ TE TRAJO EL
RIO¡
Sin duda, en la presente campaña electoral, y a menos de un
mes de la elección, el presidente ha pretendido hacernos ver, infructuosamente,
una Venezuela de ensoñación que no puede tener otro origen que la desconexión con
la realidad que padece y los embustes que le meten sus colaboradores. El colosal
fracaso gubernamental está a la vista, el contraste con aquella visión falsa de bienestar y prosperidad es notorio.
Las fracturas y goteras del andamiaje del Estado se han
multiplicado y extendido gracias a una gestión administrativa sombría, que ya muestra
signos alarmantes de fatiga, de pérdida de control de la situación, y que no da
para más.
El de Chávez se ha ganado el sitial de ser el peor gobierno
que ha tenido Venezuela, apreciación que se hace más patente cuando se piensa
en la montaña de recursos financieros que ha percibido.
A punta de derroche y corrupción, Chávez inunda al país de
dinero y de dádivas al ver que sus días están contados. La obsesión por
mantenerse en el poder a toda costa lo está llevando a decir las mentiras más
estrambóticas y a seguir ofreciendo los más fantasiosos proyectos, sin
mencionar los últimos desvaríos en materia retórica que evidencian serios
desequilibrios emocionales. Como si los que lo oímos fuéramos imbéciles y
ciegos. Como si ese ritornello de ajadas
promesas, todas defraudadas, fuera inédito en estos 14 años de despropósitos.
Como si su incompetencia no hubiese sido manifiesta.
Despilfarró las mejores oportunidades y con el agua al cuello
quiere enamorar al electorado remitiendo las soluciones, como ocurre con todo
gobernante autoritario, a un futuro que nunca llega, y en este caso, tampoco
llegará porque deberá irse removido por los votos de una mayoría harta de tanta
vagabundería y chapuza.
El pueblo más sencillo y el que no lo es tanto creyó en su momento
que representaría un cambio para bien, pero los pobres resultados están a la vista. Se pretendió desfigurar a un
país con el miedo, alimentando odios, imponiendo consignas vacías y gobernar
con burdas mentiras, y se encontraron con una fuerte resistencia democrática.
De seguir Chávez en el poder, tendríamos garantizada la
destrucción, la violencia y el caos social. Basta ver el descalabro de todo lo
que ha emprendido. Un rey Midas al revés. Ha sido un gobierno devastador y corrompido.
No ha sido peor el resultado gracias al chorro de dólares que ingresa por
petróleo, que da una sensación falsa de bienestar, pero sustentada en pies de
barro.
En su afán reeleccionista, Chávez hace los ataques más
destemplados y desconsiderados hacia un contendor que ha demostrado su altura
moral y decencia. No halla ya qué hacer para impedir la victoria de la
oposición. Compra conciencias, encuestas y medios con los dineros públicos.
Agónicamente trata de enamorar a la clase media y hasta a los ricos. Forja
documentos al estilo de los Protocolos de
los sabios de Sión y busca a personajes de la picaresca política para su
difusión. Fomenta el enfrentamiento violento, profiere amenazas e infunde miedo
en los votantes. Agotado su discurso decadente, solo da bandazos, y no le ha quedado otro recurso que atacar la propuesta programática de Capriles, con la única arma que tiene: la mentira.
Pero haga lo que haga, hasta aquí lo trajo el río, y una evidencia adicional de que así será, es la descomposición interna de la fuerzas políticas que lo apoyan, las cuales se debaten en una guerra a muerte entre irreconciliables facciones militares y civiles.
El gobierno entrante deberá enfrentar esta herencia funesta
con determinación política, transparencia democrática y habilidad técnica.
No podemos darnos el lujo de equivocaciones ni improvisaciones.
Lo que nos espera es serio y exigente. Afortunadamente, de voluntad y
soluciones no carecemos las fuerzas democráticas que conforman la unidad.
Tampoco de líderes, en primer lugar, Henrique Capriles Radonsky.
Sólo esperamos que los perdedores se comporten como lo exigen
los cánones de la convivencia democrática. Que sepan que el mundo estará
volcado viendo lo que suceda en nuestro país. De modo que aquellos que no
tienen vocación democrática, que vayan apartando de sus mentes cualquier
locura. Las aventuras inconstitucionales no van a pasar, porque el pueblo y la
comunidad internacional no lo tolerarán.
En Venezuela se juegan cosas muy importantes, cuyas
incidencias trascienden las fronteras patrias. El dilema entre un sistema de
libertades democráticas y otro de retroceso autoritario militarista. El
desenlace de este enfrentamiento electoral no dejará indiferente a nadie en el
hemisferio. La dinámica internacional en la región será otra; para bien, por
supuesto.
Un nuevo horizonte se abre para la prosperidad y el bienestar
de Venezuela. El 7 de octubre marcará el
primer paso que enterrará la ignominiosa administración gubernamental actual y
significará, como esperamos, la recuperación plena del estado de derecho y la
libertad.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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