PODREDUMBRE DESBORDADA
Emilio Nouel V.
Han sido pocos los sorprendidos por las revelaciones del ex
magistrado del TSJ, Aponte Aponte, hasta hace poco considerado un prócer de la
revolución chavista, encumbrado a tan alta responsabilidad gracias a una de las
más abyectas y repugnantes conductas como militar y juez.
Cnel. ELADIO APONTE APONTE
Todo lo denunciado por él era vox populi. Quienes por
profesión estamos de cierta manera cerca de cómo se bate el cobre en los
tribunales, lo oído en TV el día 18 de abril por boca de este personajillo, era
más que sabido y sufrido.
La descomposición moral e institucional a la que han llevado
el poder judicial los que hoy detentan el poder es pasmosa. Es difícil comparar
esta situación con anteriores en nuestro país. El envilecimiento nunca llegó a
los extremos de perversidad que han impuesto los bárbaros que gobiernan.
Porque no es sólo el tema de la carencia cierta de independencia
de la institución judicial respecto del autócrata y sus secuaces, algo de por
sí ya de extrema gravedad; no es solo la notoria pobreza profesional y vasta
ignorancia de los jueces y demás empleados, una calamidad sobrecogedora; es
también la baja catadura moral de quienes están al frente de estos mecanismos
cruciales para toda sociedad, lo que más alarma. Es de vómito.
Ayer quedó al descubierto en toda su magnitud la podredumbre
que está corroyendo la institucionalidad que como venezolanos construimos algún
día.
Y no es que la que teníamos fuera perfecta, ni que no hubiera
mostrado sus máculas, algunas también graves.
Pero al extremo que hemos llegado, no puede haber contraste
alguno, a menos que nos remitamos a los procesos estalinistas de Moscú o del
nazismo.
Lo que estamos presenciando es un espectáculo en que todos
los poderes constituidos se agrupan en gavilla, para delinquir, violar los
derechos humanos, perseguir al opositor, con el único propósito de mantenerse
ilegítimamente en el poder.
En un país serio, las autoridades denunciadas ya habrían
formalizado las renuncias a sus cargos. No es para menos.
Pero esperar una conducta honrosa mínima, de pudor, en los
que se han colocado reiteradamente al margen de la ley, irrespetándola a diario
de la forma más inescrupulosa, es ilusorio.
Con la denuncia pública, el desconcierto que se ha apoderado
del gang que gobierna es tal, que ya no hayan qué inventar para atribuirle a la
oposición vínculos con quien era hasta hace poco uno de sus verdugos más conspicuos.
Ahora que el compinche violó el código de silencio, l’omertá de la mafia, es blanco de todos
los denuestos. Indignos Aponte y sus
compañeros que lo condenan con desvergüenza.
Así, oímos de nuevo el disco rayado. Un discurso ajado que
pretende ligar a la oposición y su candidato a unos demoníacos y torvos planes
del imperialismo.
La creatividad está llegando a cotas insospechadas y
estrambóticas.
Nicolás Maduro, en una demostración de caradurismo sin
límites, pone también lo suyo.
Tiene el tupé -por no decir otra cosa- de decir que el
delincuente chavista Aponte Aponte, uno de los brazos ejecutores de los deseos
inconfesables del déspota de Miraflores, es un
vocero de la oposición.
¡Ay Maduro Maduronzón¡ Esa mentirota no te la creerán ni en
tu casa, por mucho esfuerzo que hagas.
No lo podrán negar nunca. Aponte Aponte cometió delitos en
conchupancia con el poder, y éste es cómplice de las acciones más horrendas que
este juez pudo realizar. Eso no lograran esconderlo, ni Chávez ni el nuevo
caporal del chavismo, Diosdado.
Para éstos, llegó la hora del ajuste de cuentas, como es
costumbre en grupos de esta calaña, aunque sólo sea, por ahora, mediante el “sapeo”.
Los jerarcas en el poder traicionaron a quien les sirvió
diligentemente, cometiendo las peores tropelías, las violaciones más
repugnantes a los derechos humanos. Actuaron como lo hizo el tirano Fidel
Castro con el incómodo general cubano Arnaldo Ochoa.
Aponte Aponte se muestra ahora arrepentido, después que le
destruyó la vida a varios venezolanos opositores y sus familias, hundiéndolas
en el dolor y las penurias materiales, sólo para complacer los caprichos del
autócrata.
Este episodio ignominioso de nuestro país no puede quedar sin
consecuencias. Las fuerzas democráticas emergentes están obligadas a dar una
respuesta contundente y adecuada a tan graves hechos, que no por sabidos, dejan
de ser serios.
La mayoría de los venezolanos, opositores y simpatizantes del
gobierno, pudimos presenciar las
revelaciones de Aponte Aponte, aguantando las ganas de vomitar. Porque lo
que vimos es nauseabundo, repugnante.
Venezuela no es la cloaca putrefacta en la que han querido
convertirla.
El 7 de octubre será la oportunidad para expulsar del
gobierno a estos impresentables.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV