PERPETRADORES DE
DELITOS DE LESA HUMANIDAD EN EL CONSEJO DE LOS DD HH DE LA ONU
El día de ayer fue elegido como miembro del Consejo de los
DDHH de las NN.UU, el régimen autoritario venezolano, cuya performance
abominable en la materia que le corresponde vigilar a ese ente, ha sido constatada
por la misma organización.
Era lo que se esperaba, no hay que extrañarse mucho de ello,
habida cuenta de cómo se negocian esos asuntos en esa organización
internacional y de quienes deciden.
Se sabía, como es la costumbre allí, que tratativas previas
ya habían tenido lugar con muchísimos meses de antelación, y que una vez se
concretan los llamados endosos, es decir, los compromisos entre los
representantes de los países sobre diversos temas –“te doy para que me des”- el resultado de una votación está,
prácticamente, “cantado”.
Como es obvio, lo decisivo en un triunfo cualquiera es el
número de votos que hayas logrado “cuadrar”, asegurar, antes del evento
electoral previsto.
En el caso de nuestro país, no hay que olvidar que muchos gobiernos
de países africanos, asiáticos y unos cuantos americanos, se identifican con la
retórica anti-EEUU y seudo-revolucionaria del régimen chavista. A éste lo
consideran “el enemigo de mi enemigo”,
por tanto, votan por él.
Por otro lado, no pocos han recibido dádivas del chavismo. Y
hay uno que se mueve muy bien diplomáticamente en ese grupo “tercermundista” y
que ha vivido en los últimos años de los enormes regalos del chavismo: Cuba.
Por cierto, el gobierno castrista ha estado en el Consejo y
en la instancia que lo precedió, por muchos años, junto a otros que violan
igualmente los DDHH. Es decir, que allí
se han sentado y siguen sentándose, paradójicamente, grandes
perpetradores de crímenes de lesa humanidad.
De modo pues, que admitir a un régimen despótico como el
venezolano en esa oficina internacional, no resulta nada extraño, ni nuevo, y
esto a pesar de los Informes condenatorios de la Alta Comisionado de los DDHH.
Son las condenables incongruencias de la política con las que tenemos que
lidiar también en el ámbito global.
Sin embargo, los gobiernos de los países democráticos y los
representantes del presidente Juan Guaidó, ante tal resultado “cantado” se
movilizaron, e impulsaron la posibilidad, remota pero posible, de que fuera
Costa Rica la elegida y así impedir que el régimen chavista lograra lo que
buscaba desesperadamente.
Costa Rica obtuvo lo que algunos diplomáticos experimentados
han denominado una proeza. Reunir 95
votos en un lapso de dos o tres semanas lo es. Y esto a pesar de que incluso
Brasil, que resultó electo, no fue muy proactivo con la aspiración
costarricense, sino a última hora.
Debe recordarse para los no conocedores que la conformación
de los miembros del Consejo de los DDHH está repartida entre todos los
continentes. En el caso de A. Latina y El Caribe, son 8 los asientos que le
corresponden, 13 para los países
africanos, 13 para Asia y 7 para Europa Occidental. En los 193 países miembros
de la NN.UU, la mayoría son de África y Asia, y allí está la clave de la
votación final.
El régimen chavista, como es obvio, desde su aislamiento
internacional está tratando de sacarle partido a ese resultado absurdo, lo que
los sectores democráticos no deberíamos magnificar, más allá de lo que
realmente es.
La comunidad internacional democrática, que representa
política y económicamente el poder decisivo en el mundo, está más que clara
respecto de lo que significa el régimen autoritario venezolano y conoce
ampliamente las violaciones de los DDHH que ha cometido éste.
Flaco favor le hacen a las NN.UU los gobiernos que
permitieron con su votación la entrada del régimen chavista al Consejo en
cuestión. Un lamentable hecho que afecta negativamente la credibilidad de la
organización.
EMILIO NOUEL V.
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