UN INCIERTO DESTINO PARA EL
ACUERDO UNION EUROPEA-MERCOSUR
Y EL FUNESTO BREXIT
La interdependencia económica global vive momentos no muy
auspiciosos, sobre todo por la envergadura de los actores envueltos en los
diversos desencuentros.
Por un lado, la guerra comercial entre EE.UU y China no da
señales aun de haber concluido a pesar de la tregua.
A ella se agregan, dos situaciones más, no menos
preocupantes.
El interminable y lamentable caso del Brexit es uno de ellos.
Faltan apenas 6 semanas para que se cumpla el plazo
establecido de separación del Reino Unido (RU) de la Unión Europea, sin que se
haya llegado a concretar claramente cómo quedaría la relación comercial con los
que dejarían de ser sus socios. Un
divorcio sin acuerdo tendría efectos demoledores en términos comerciales y de
abastecimiento de ciertos productos. El suministro de medicinas, alimentos
frescos y otras mercancías podrían producir disturbios que el mismo gobierno
británico ya ha avizorado en informes oficiales.
La terquedad e irresponsabilidad del primer ministro Boris
Johnson es insólita.
Los países europeos no están dispuestos a cambiar lo que ya
fue negociado hace meses atrás, y el gobierno británico no ha propuesto nada
nuevo que motive a aquellos a hacer una reconsideración de lo acordado. Los
europeos han acusado al gobierno de aparentar que está negociando.
La situación a lo interno del Reino Unido es muy tensa. El
laborista Jeremy Corbyn ha hablado en días pasados de realizar un nuevo
referéndum, frente al cual él se mantendría neutral. Posición oportunista ésta
que ha motivado muchas críticas.
De no producirse un acuerdo definitivo antes del deadline establecido o de aprobarse otra
prórroga del retiro que abra la posibilidad incluso de un referéndum que revoque
la decisión de salida, las consecuencias serán dolorosas para ambas partes,
pero peores para el RU.
Respecto del acuerdo de Mercosur/UE, no podemos ser tampoco
optimistas. En otra ocasión, ya expresábamos nuestras dudas sobre una segura
ratificación por parte de los países europeos de este convenio.
En ese instrumento se dan concesiones importantes a productos
mercosurianos que tienen competidores europeos, no en todos los países, pero sí
en algunos importantes. El tema del uso de ciertos productos químicos en la
producción agrícola, que en Europa están prohibidos, también salió a relucir.
Decíamos que todo eso podría convertirse en un impedimento para la ratificación
en los términos firmados.
En aquel momento no había ocurrido el “escándalo” de los
enormes incendios en la Amazonia, y las consecuentes acusaciones de
culpabilidad de esos hechos contra el gobierno brasileño no se hicieron
esperar. Se cuestiona que no hayan sido diligentes en la prevención y extinción
de aquellos incendios.
De allí a denunciar que no se cumplen en Mercosur los
principios y normas de toda agricultura sustentable, no había más que un paso.
Y eso bastó para que en algunos países de Europa (Francia, Austria, Irlanda,
Luxemburgo) se comenzara a plantear la no ratificación del acuerdo en cuestión.
Esta misma semana, el Parlamento austríaco aprobó una moción con el respaldo de todos los
partidos políticos (excepto uno) que obliga al Gobierno a vetar el tratado. Se
declara que es "un
gran triunfo para los consumidores, el medio ambiente, la protección de los
animales y los derechos humanos". Y esto a
pesar de que para los sectores industriales y
manufactureros europeos, el acuerdo es muy conveniente.
En Francia también podría ocurrir otro tanto, y eso
pone en riesgo cierto la ratificación del Acuerdo.
Para los países de Mercosur, esta deriva contraria
e impugnadora de un acuerdo que tanto tiempo y esfuerzo consumió, es una mala
noticia.
No hay que olvidar que un eventual cambio de
gobierno podría darse en Argentina, y no está claro qué posición tendría éste respecto
de asunto tan importante.
Así, el proteccionismo vuelve por sus fueros
trayendo consigo no pocos efectos negativos para el libre comercio.
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