domingo, 29 de septiembre de 2019

¿Un impeachment para Trump?

En todos estos años de su mandato estuvo siempre gravitando en el ambiente la posibilidad de un impeachment contra el presidente Trump. Recordemos el oscuro caso de la intromisión de los rusos en las elecciones norteamericanas que él ganó.
Sin embargo, él pudo sortear esos intentos, al no haber, para los que hacían las valoraciones de las evidencias presentadas, suficiente sustento y apoyo en el parlamento estadounidense, que impulsara la concreción de tal juicio político.  
Por otro lado, Trump se mantenía en lo más alto de su popularidad, lo cual lo hacía hasta cierto punto, “inmune” a una decisión de esa naturaleza.  
Pero hoy pareciera que ha tomado fuerza de nuevo ese planteamiento, sobre todo, a raíz de conocerse unos hechos considerados no compatibles con la dignidad del cargo de presidente. 
Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de representantes de EE.UU, ha abierto una investigación previa necesaria para determinar si se destituye o no a Trump con base en aquella opinón.
Lo que desencadenó esta medida es la divulgación de una conversación telefónica de Trump con el presidente ucraniano, V. Zelenski,  en la que aquel solicitaba se investigara al hijo de Joe Biden, todo con el propósito de perjudicar la campaña de éste precandidato demócrata. 
Quedó claro que Trump hace tal pedimento a Zelenski, como un “favor”, y veladamente,  le asoma una suerte de “retribución” para ese país.
El señor Trump no ha hecho más que sorprendernos todos estos años con su particular manera de gobernar, desplantes, sus idas y venidas, y sobre todo, su conducta en el ámbito internacional. 
En esta área, por cierto, el analista Hal Brands, en Foreign Affairs, ha resumido muy bien, a mi juicio, la performance trumpiana: temerarias acciones, malos acuerdos y peligrosas provocaciones.
A lo interior de EEUU, esos rasgos se ven igualmente reflejados ante diversas situaciones.
Para los demócratas, la conversación de Trump con Zelenski constituye un acto de traición, una utilización del poder, no para la seguridad de EE.UU sino para dañar a Biden y apuntalar su propia elección; para los republicanos, no habría concretado ninguna recompensa por parte del presidente norteamericano. 
De todos modos, los legisladores que pudieron examinar la denuncia sobre tales hechos, la califican de muy perturbadora y bastante creíble.
Biden, por su parte, dice: “Es una tragedia para este país que nuestro presidente ponga la política personal por encima de su juramento sagrado. Ha puesto sus propios intereses políticos sobre nuestro interés de seguridad nacional (…) Es una afrenta para todos los estadounidenses y los valores fundacionales de nuestro país. Este no es un problema republicano o un problema demócrata”.
Lo más probable es que todo este grave embrollo no lleve a la defenestración de Trump. Este tiene una mayoría en el senado que la impediría. 
No obstante, puede hacer mella en el apoyo que pueda tener en las venideras elecciones presidenciales. 
A pesar de los pesares, los venezolanos debemos reconocer la solidaridad mostrada por el gobierno de Trump en la lucha contra la tiranía chavista. Su apoyo a los partidos y dirigentes democráticos perseguidos ha sido manifiesto.
De allí que también los venezolanos tengamos que ver con mucha atención el desarrollo de los acontecimientos políticos al interior de EE.UU, particularmente, los hechos que hemos comentado, aunque la política norteamericana respecto de la situación venezolana es compartida por demócratas y republicanos de manera conjunta. 

viernes, 20 de septiembre de 2019


UN INCIERTO DESTINO PARA EL

ACUERDO UNION EUROPEA-MERCOSUR

Y EL FUNESTO BREXIT 


La interdependencia económica global vive momentos no muy auspiciosos, sobre todo por la envergadura de los actores envueltos en los diversos desencuentros.

Por un lado, la guerra comercial entre EE.UU y China no da señales aun de haber concluido a pesar de la tregua.

A ella se agregan, dos situaciones más, no menos preocupantes.

El interminable y lamentable caso del Brexit es uno de ellos.

Faltan apenas 6 semanas para que se cumpla el plazo establecido de separación del Reino Unido (RU) de la Unión Europea, sin que se haya llegado a concretar claramente cómo quedaría la relación comercial con los que dejarían de ser sus socios.  Un divorcio sin acuerdo tendría efectos demoledores en términos comerciales y de abastecimiento de ciertos productos. El suministro de medicinas, alimentos frescos y otras mercancías podrían producir disturbios que el mismo gobierno británico ya ha avizorado en informes oficiales.   

La terquedad e irresponsabilidad del primer ministro Boris Johnson es insólita.

Los países europeos no están dispuestos a cambiar lo que ya fue negociado hace meses atrás, y el gobierno británico no ha propuesto nada nuevo que motive a aquellos a hacer una reconsideración de lo acordado. Los europeos han acusado al gobierno de aparentar que está negociando.

La situación a lo interno del Reino Unido es muy tensa. El laborista Jeremy Corbyn ha hablado en días pasados de realizar un nuevo referéndum, frente al cual él se mantendría neutral. Posición oportunista ésta que ha motivado muchas críticas.

De no producirse un acuerdo definitivo antes del deadline establecido o de aprobarse otra prórroga del retiro que abra la posibilidad incluso de un referéndum que revoque la decisión de salida, las consecuencias serán dolorosas para ambas partes, pero peores para el RU.

Respecto del acuerdo de Mercosur/UE, no podemos ser tampoco optimistas. En otra ocasión, ya expresábamos nuestras dudas sobre una segura ratificación por parte de los países europeos de este convenio.

En ese instrumento se dan concesiones importantes a productos mercosurianos que tienen competidores europeos, no en todos los países, pero sí en algunos importantes. El tema del uso de ciertos productos químicos en la producción agrícola, que en Europa están prohibidos, también salió a relucir. Decíamos que todo eso podría convertirse en un impedimento para la ratificación en los términos firmados.

En aquel momento no había ocurrido el “escándalo” de los enormes incendios en la Amazonia, y las consecuentes acusaciones de culpabilidad de esos hechos contra el gobierno brasileño no se hicieron esperar. Se cuestiona que no hayan sido diligentes en la prevención y extinción de aquellos incendios.

De allí a denunciar que no se cumplen en Mercosur los principios y normas de toda agricultura sustentable, no había más que un paso. Y eso bastó para que en algunos países de Europa (Francia, Austria, Irlanda, Luxemburgo) se comenzara a plantear la no ratificación del acuerdo en cuestión.

Esta misma semana, el Parlamento austríaco aprobó una moción con el respaldo de todos los partidos políticos (excepto uno) que obliga al Gobierno a vetar el tratado. Se declara que es "un gran triunfo para los consumidores, el medio ambiente, la protección de los animales y los derechos humanos". Y esto a pesar de que para los sectores industriales y manufactureros europeos, el acuerdo es muy conveniente.

En Francia también podría ocurrir otro tanto, y eso pone en riesgo cierto la ratificación del Acuerdo.

Para los países de Mercosur, esta deriva contraria e impugnadora de un acuerdo que tanto tiempo y esfuerzo consumió, es una mala noticia.  

No hay que olvidar que un eventual cambio de gobierno podría darse en Argentina, y no está claro qué posición tendría éste respecto de asunto tan importante. 

Así, el proteccionismo vuelve por sus fueros trayendo consigo no pocos efectos negativos para el libre comercio.





     


viernes, 13 de septiembre de 2019


PREGUNTAS QUE PODEMOS HACERNOS SOBRE LA INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 6º DEL TIAR


Emilio Nouel V.
                      
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Esta semana, doce países miembros del Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR), aprobaron la convocatoria del órgano de consulta establecido por ese instrumento internacional, a los fines de considerar unas eventuales medidas de presión contra el gobierno usurpador de Nicolás Maduro.

Trinidad y Tobago, Uruguay, Costa Rica, Panamá y Perú se abstuvieron en esta decisión, y Bahamas no estuvo presente.

Se espera que tal reunión con los cancilleres de los países miembros, tenga lugar en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas en New York, dentro de dos semanas.

El resultado final de esta reunión aún no aparece claro, habida cuenta de las posiciones divergentes y matices que existen en cuanto a las medidas a adoptar. Esto sin mencionar los no pocos pasos que deberán darse para ejecutar una posible acción acordada, y la consabida parsimonia diplomática.

Aun cuando pueda haber un consenso respecto de la naturaleza de la crisis venezolana y sus repercusiones en la región, ya evidentes, respecto de las medidas que se aprueben no habrá, con seguridad, unanimidad. Y esto es un punto que debe tenerse claro a la hora de alimentar las expectativas. Porque dependerá de la calificación mayoritaria que se haga de los hechos, la decisión que se tome.

No obstante, vale la pena hacer un breve ejercicio sobre el artículo 6º del TIAR, el cual ha sido invocado en este caso, para que tengamos bien claro por donde pueden ir los tiros en este asunto.

¿Qué establece esa disposición?

 Si la inviolabilidad o la integridad del territorio o la soberanía o la independencia política de cualquier Estado Americano fueren afectadas por una agresión que no sea ataque armado, o por un conflicto extra continental o intracontinental, o por cualquier otro hecho o situación que pueda poner en peligro la paz de América, el órgano de Consulta se reunirá inmediatamente, a  fin de acordar las medidas que en caso de agresión se deben tomar en ayuda del agredido o en todo caso las que convenga tomar para la defensa común y para el mantenimiento de la paz y la seguridad del Continente”.

En la norma transcrita, el bien o los bienes que se protegen son: la inviolabilidad o la integridad del territorio, la soberanía o la independencia política de un Estado americano.

La acciones que se rechazan o sancionan son: una agresión que no sea ataque armado, la que se derive de un conflicto extra o intracontinental, o cualquier otro hecho o situación que ponga en peligro la paz del continente.

En nuestro caso venezolano, habría que preguntarse y valorar si estamos frente a una agresión no armada o ante unos hechos o situaciones que ponen en peligro la paz, que afectan la soberanía o la independencia política del Estado venezolano. 

Porque un conflicto extra o intracontinental, obviamente, no hay, a menos que se considere intracontinental, el de Colombia.

¿Está siendo infringido el principio de la inviolabilidad-integridad del territorio de Venezuela en la actualidad? ¿También el de la soberanía-independencia?

Aquí entramos en el terreno de las valoraciones de los hechos que están sobre la mesa y su significado a la luz de la disposición que comentamos.

¿Hay agresión, según lo entiende el Derecho Internacional? Si la hay ¿de quién? ¿Está en peligro la paz del continente? Si esto es así ¿Qué hecho o situación genera ese peligro? ¿La oleada de migrantes venezolanos, por ejemplo, pone en peligro la paz de la región? ¿Pero esto constituye una agresión?

El Tratado, a mi juicio, era un mecanismo de protección frente a terceros países. Es decir, de cara a países no americanos. Según el artículo 6º una agresión a la soberanía de un país miembro del TIAR se podría derivar de “cualquier situación” que ponga en peligro la paz, no necesariamente de un país extracontinental.    

Estas y otras interrogantes deberán responderse los cancilleres que se juntarán en New York. Sobre todo las relativas a cuál sería la agresión y/o las situaciones que violan el principio de soberanía; de quién o de donde viene, y, por supuesto, quién es el agredido.

Mientras presenciamos todo este complejo enredo internacional, a lo interno, Venezuela, sigue derrumbándose económica y socialmente. Los tiempos y las urgencias de los arreglos de la Comunidad Internacional  no son los mismos de millones de ciudadanos venezolanos hundidos en las penurias de la vida diaria. 

Apelar al TIAR en sí mismo es ya una presión importante, independientemente de que se acuerde alguna acción.  En lo que no debemos caer es en esperar que eso vaya a resolver nuestra grave crisis de forma mágica.

Más allá de lo jurídico, a mi juicio, lo político será lo determinante en este asunto.

jueves, 5 de septiembre de 2019


LÁGRIMAS DE A TOQUE


Emilio Nouel V.


Unos viandantes con caras de angustia, temerosos de que los agarre la noche en la calle porque no termina de aparecer un transporte que los regrese a casa al final de la tarde, luego de un día de trabajo agotador.

Unas abuelas, o quizás bisabuelas, enredadas ante la caja registradora de un supermercado cualquiera, contando ceros y sacando cuentas de un fajo de billetes que cada día valen menos y apenas alcanzan para medio comer.

Unos estudiantes que se duermen, o peor, se desmayan en los salones de clases porque no pudieron llevarse a la boca siquiera una arepa rellena de queso blanco rayado o una tacita de café con leche, antes de salir de casa en la mañana.

Unos trabajadores que almuerzan mangos arrancados de un árbol cercano, o que con suerte pudieron comprar dos cambures, para luego seguir la jornada.

Unos jóvenes y adultos escudriñando en los botes de basura de una avenida o calle de la ciudad, buscando algo que pueda servirles para aplacar el hambre que vienen arrastrando desde hace varios días.

Crisis de transporte, crisis de hiperinflación, crisis educativa, crisis alimentaria.

Crisis de los servicios, crisis económico-financiera, crisis humanitaria, crisis social, crisis moral.

El país es un espacio lleno de zozobra, lamentos, tensiones, desconsuelos, desesperanza y  espanto.

Una Venezuela que nunca conocimos está mostrándose con su peor rostro por obra y gracia de unos desquiciados.

Los que decidimos resistir quedándonos en nuestro país, unos porque, a duras penas, tenemos aún con qué hacerlo, y otros porque no les queda otra, vivimos cotidianamente esa experiencia desoladora que nos golpea duramente, nos deprime, nos llena de ira, nos desgasta.

Ver a los ojos de esos compatriotas que la están pasando muy mal por cualquiera de esas situaciones, no es nada fácil, es desgarrador.  Mantener la cabeza fría es casi imposible. El esfuerzo que debemos hacer para sobreponernos y seguir bregando es agotador.

Cualquiera persona con una pizca de sensibilidad no puede mantenerse al margen, hacerse de la vista gorda, ante tal inaudita calamidad humana.

Estamos de a toque ¡Cuánto llanto hemos ya derramado!

Por los maltratados, vejados y asesinados en manos de la bestialidad política.

Por los que pasan días sin probar bocado. 

Por los que no tienen como trasladarse de un lugar a otro para cumplir con sus obligaciones laborales o estudiantiles, o resolver un problema de salud.

Por los niños y adultos que mueren de mengua en hospitales devastados, o porque no pueden obtener los medicamentos necesarios para su cura. 

Por los padres y abuelos que se han quedado solos a la buena de Dios porque sus hijos han debido emigrar.

Por esos niños y jóvenes desnutridos a los que les han pretendido arrebatar el porvenir en su propio país.

Sí, por tales desgracias estamos de a toque, es verdad.

Pero a pesar de esa tragedia, hay un deber moral, del que no podemos sustraernos. Y es el de sobreponernos, el de no rendirnos ante la barbarie.

Es muy probable que hoy estemos más cerca de la recuperación de nuestro país.

No perdamos la esperanza.