Zapatero y Maduro
Los únicos que salieron victoriosos de la absurda votación que se dio en la Asamblea Nacional el día martes pasado son el inefable señor Zapatero y su mandante.
Es deprimente que nuestros diputados pierdan el tiempo en un
debate de esa naturaleza cuando hay otros asuntos más importantes y de mayor
interés para un país agobiado como el nuestro.
Es sabido que un grupo de diputados propuso al parlamento
censurar al ex presidente del gobierno español, por su actuación y
declaraciones en la crisis venezolana.
Pero más allá del resultado cuantitativo de ese episodio en
el seno de una oposición dispersa y sin norte claro, el resultado político es
lastimoso, sin mencionar lo que ha generado en las redes sociales.
Para el que no lo tenga claro, Zapatero no solo en Europa
sino también en su propio país, es un personaje que no tiene la relevancia ni la
audiencia en relación con la crisis venezolana, que algunos le adjudican. Basta
conocer lo que dicen de sus gestiones los funcionarios diplomáticos, incluso
españoles. Como decimos en Venezuela coloquialmente, nadie de importancia “le
para”. Es insignificante su influencia, si es que tiene alguna.
Lo que sí está claro es su compromiso con el gobierno
chavista, al cual asesora y sirve. Sus
declaraciones sobre lo que ocurre en Venezuela dejan a las claras con quien se
identifica. Decir, por ejemplo, que en relación con el asesinato del concejal
Alban hay que esperar que las instituciones actúen, es poco menos que una burla
cínica y macabra de Zapatero, habida cuenta de cómo sabemos que ellas funcionan
en la actualidad.
Zapatero es un mensajero tarifado de la tiranía militar
venezolana. No debe quedar dudas al respecto. No fue ni es un mediador o
facilitador en el conflicto venezolano, como algunos, incluso en la oposición,
erróneamente lo creyeron.
En tanto que correveidile del gobierno, es un mandatario de
este último. Lo representa, y tiene hasta cierto punto derecho a ello. Cada
quien hace de su vida lo que me mejor le convenga.
¿Qué podemos entonces esperar de él? Lo mismo que de Jorge
Rodríguez o su hermana, con seguridad, aunque mejorado en las formas.
Sin embargo, hay un “detalle” que no podemos pasar por alto,
porque tiene que ver con la relevancia que algunos le dan en el seno de la
oposición.
No es un secreto que el “interfecto” tiene sus amiguetes en
el campo opositor, unos pocos, eso sí, y que en este sector político se ha pretendido
vender interesadamente la idea de que a través de aquél se puede llegar mejor
al gobierno en función de un eventual diálogo o negociación. Es decir, que
Zapatero, según sus carnales venezolanos, sería un canal idóneo y hasta
conveniente para los intereses de la oposición.
Más allá de para qué pueda servirnos Zapatero, queda claro su
papel y a quien representa.
Pero lo que es inaceptable es que tal personaje genere en la
oposición, que ya tiene suficientes problemas que enfrentar en el país y a su
interior, un debate absurdo e inútil; que no aporta nada a la lucha que estamos
librando por salir de una tiranía que destruye el país y su gente.
Razón tuvo la diputada Delsa Solórzano al asumir la posición
que adoptó ante un tal despropósito. A ella envío un reconocimiento especial
por una conducta que la enaltece. Era la posición correcta política, a mi
juicio, la de no prestarse a una diatriba insustancial, que no ve el bosque,
sino los árboles. Una polémica que no aporta ningún beneficio a la oposición democrática;
que más bien la perjudica, ahondando las diferencias que la consumen. Y que
desgraciadamente, solo la motivan intereses políticos mezquinos de ciertos
grupos en su seno, en su propósito de imponerse a los demás en una lucha
suicida incomprensible.
De toda esta estupidez política, los que han salido triunfantes
son Maduro y su recadero Zapatero.
EMILIO NOUEL V.
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