Hace un tiempo expuse algunas ideas
sobre el principio de irreversibilidad en los procesos de integración
económica.
Allí decíamos que era muy dificultoso
e inconcebible que un país que haya experimentado los beneficios que trae
consigo el intercambio mercantil internacional, se devolviera a una situación
de retraimiento económico, desdeñando las ganancias de la interdependencia.
Así, una vez que un país se inserta en
un régimen de unión aduanera y/o mercado común, los lazos económicos y de otra
naturaleza se hacen tan fuertes entre los países que conforman un bloque
comercial, que desprenderse de ellos es un contrasentido y una tarea muy
complicada. De allí deriva la casi imposible reversión, a menos que se esté
dispuesto a soportar los daños a sus empresas, no solo las volcadas al exterior,
y a los trabajadores que de esos negocios dependen.
Y eso es lo que estamos presenciando hoy
con el enorme embrollo político que se ha desatado en Europa y el Reino Unido,
que amenaza con la caída de la Primera Ministra Theresa May.
Es sabido que luego de producirse el insólito
referéndum sobre el Brexit, se iniciaron complicadas negociaciones para concretar
el “divorcio” con el resto de Europa, en un entorno británico de creciente
opinión pública a favor de la realización de un
nuevo referéndum que abra la posibilidad de enmendar el entuerto
generado.
La señora May ha suscrito en días
pasados un pre-acuerdo con la Unión que debe ser aprobado por el Parlamento de su país. Ese extenso documento y sus anexos establecen,
entre otros asuntos, un periodo de transición que se iniciaría en Marzo del
2019 y duraría 21 meses, con posibilidad de ser prorrogado.
Los temas más importantes son los
relativos a: restricciones de los europeos residentes en el Reino unido y los
británicos que viven en Europa; un régimen arancelario de los productos
importados y denominaciones de origen; saldar
compromisos presupuestarios y financieros; resolver los problemas que plantea la
frontera de las dos Irlanda y el funcionamiento futuro del mercado
financiero-bancario.
Este preacuerdo ha desatado una
tormenta política en el Reino Unido. Se oponen a él tanto los que están de
acuerdo con el Brexit como los que
no. Conservadores, laboristas y liberales están envueltos en un duro debate,
que puede llevar a un nuevo gobierno o un llamado a elecciones.
Esta situación en desarrollo, de nuevo
plantea la discusión referida en mi primer artículo sobre el tema, y evidencia
la importancia que cobran estos asuntos en el ámbito económico global.
La interdependencia in crescendo que vivimos en el mundo
actual es una amplia y profunda tendencia de siglos que va a contrapelo de las
manifestaciones de nacionalismo exacerbado, aislacionismo y proteccionismo
comercial que han resurgido en algunos países.
Esta ola de onanismo económico
conlleva también arremetidas contra los mecanismos y soluciones negociadas que
propicia y puede seguir promoviendo el multilateralismo.
Es un mal que comienza a parecer
endémico, sobre todo, en países desarrollados.
Es ya preocupante esta deriva
insólita. A tal punto, que un ministro francés en estos días, refiriéndose a la
igualmente complicada circunstancia que vive la Organización Mundial del Comercio,
la llama suicidio económico.
Tanto en EEUU como en Europa, han
venido tomando cuerpo estas erradas visión y políticas que ponen en riesgo las
economías del mundo. La guerra comercial desatada por Trump contra China es una
muestra patente de este despropósito, que lleva a algunos a hablar del inicio
de una nueva Guerra fría.
En Suramérica, por ejemplo, sobre la
política que en este campo implemente el nuevo gobierno de Brasil, hay también
ciertos temores, habida cuenta del peso regional que ese país tiene. El
pensamiento expresado por el que estará al frente de Itamaraty, pareciera
inscribirse en esa ola ultranacionalista y en contra del multilateralismo.
Así como aspiramos, quizás muy
optimistas, a que el Reino Unido eche para atrás su salida de la Unión Europea,
de igual modo apostamos a que el camino irracional que algunos gobiernos están
recorriendo o parecen anunciar hacia el aislamiento económico, sea
reconsiderado con realismo y prudencia, de modo que la larga y compleja marcha
hacia la prosperidad global y a la solución y/o alivio de los grandes problemas
del planeta, no se vea aún más comprometida por políticas de comercio exterior
inspiradas en ideas que han probado ser perniciosas.
EMILIO NOUEL V.
Emilio.nouel