viernes, 30 de marzo de 2018

VENEZUELA: SI, HAGAMOS POLITICA, PERO NO CUALQUIER POLITICA

La presión y el repudio exterior sobre la tiranía venezolana se mantiene y amplia.
Las sanciones financieras a personeros del gobierno chavista siguen produciéndose.
El cerco aprieta más y más. La Comunidad internacional, los países democráticos que la conforman, no cesan en su empeño de provocar un cambio político que ponga fin a una crisis inaudita, que genera problemas a países vecinos, como fue múltiples veces advertido por los analistas.
La maniobra del gobierno de llamar a elecciones fraudulentas en mayo pretendiendo con ello limpiarse el rostro fascista ante el mundo, y buscar reconocimiento que lo legitime, no le dará resultado, a pesar de la participación en ella de algunos que han decidido acompañar acríticamente la política del gobierno y bailar el son electoral que aquel ejecuta, no obstante que las condiciones son aún peores que las anteriores elecciones y hay una evidente voluntad de no entregar el poder.
Primero fue EE.UU, luego Mercosur, la Unión Europea y Canadá, ahora es Suiza, el estado de Florida y Panamá los que imponen sanciones. Las razones en cada caso son similares. Violaciones a los Derechos Humanos, deterioro del Estado de Derecho, corrupción, blanqueo de dinero y narcotráfico.  
Ante estas graves medidas el gobierno se muestra desafiante tratando de minimizar los efectos, cuando en el fondo anda en extremo mortificado y asfixiado, buscando de donde asirse para sobrevivir financieramente.  A  lo sumo, lanza un manido discurso, las mentiras de siempre, las aburridas acusaciones que a nadie convencen.   
Estas sanciones, en definitiva, son presiones que han ido escalando con un propósito claro. Es la parte de la llamada “tenaza” externa que se cierne sobre los tiranos que destruyen a Venezuela para que se avengan a una solución negociada.
Pero la tenaza no será eficaz si la presión interna no aprieta también.  Esta debe ejercerla la sociedad civil organizada, los partidos, gremios, las iglesias, sectores empresariales, sindicatos, la institución militar, en fin, los venezolanos que mayoritariamente desean con urgencia un cambio de gobierno, una recuperación de la democracia y las libertades.
La presión externa e interna a la vez debe provocar, obligar, al gobierno a aceptar una salida preferiblemente electoral, con todas las garantías necesarias. Es la única forma pacífica y deseable de lograrlo.
La movilización en todos los espacios públicos se impone. La inacción, la pasividad, no es la actitud.
Queremos votar, si, pero no en los términos electorales en que el gobierno ha diseñado el proceso, volviéndolo más ventajoso para él, y cuyo resultado no es nada difícil prever, por más que el voluntarismo ciego de algunos quiera negarlo, basados en encuestas que supuestamente adelantarían resultados ineluctables, pero desdeñando las triquiñuelas ventajistas del gobierno, la débil organización, millones votos emigrados, entre otras grandes carencias y obstáculos, que la lamentable desunión de la oposición trae consigo.   
El voto, siendo el arma por excelencia de los demócratas, en las actuales circunstancias se ha vuelto inservible. No es, por tanto, la única opción política. Simplemente porque el voto no es un dogma para todo tiempo y lugar, desdeñando el hecho muy probable en Venezuela de que el voto no se refleje en el conteo final, y sobre todo, si no se tiene un aparato organizativo en Unidad para defenderlo y demostrar eventualmente una trampa.
Es posible adelantar con convicción y determinación una política alternativa, que definamos y ejecutemos en una amplia Unidad. Una política coherente, no dictada por la desesperación,  que ponga en sintonía la presión nacional y la internacional. Que goce, obviamente, de un vasto apoyo exterior. Que sea impulsada sin dilación por todas las fuerzas sociales organizadas activamente.

EMILIO NOUEL V.    

miércoles, 7 de marzo de 2018

QUE ESPEREN BIEN SENTADOS LA VENIDA DE LAS NN.UU A LA FARSA ELECTORAL CHAVISTA 

                                            
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En el marco del acuerdo de “garantías electorales” al que habría llegado el ex gobernador Henri Falcón con Maduro de cara a las elecciones ilegitimas y viciadas del mes de Mayo próximo, se señala la supuesta participación de las Naciones Unidas en el evento.
En ese documento se habla de negociar un acompañamiento de esta organización, no de realizar una observación electoral, como debe ser, la cual implicaría una evaluación de la integridad del proceso o una validación del mismo, tal y como lo establecen los criterios de la NNUU.
Falcón ha subrayado este asunto en algunas de sus entrevistas, y ha dicho que eso constituiría una mejora importante en las condiciones electorales. Como si tal acompañamiento seria garantía de algo.  
Debo recordar al ex gobernador, que las NN.UU sobre el tema electoral ha establecido unos principios y procedimiento a seguir.  
Ese ente internacional, a través de su División de Asistencia Electoral (DAE), presta, por un lado, asistencia técnica para construir sistemas electorales “creíbles y sostenibles”, y por otro, su concurso en la observación y evaluación de procesos electorales concretos. La figura del “acompañamiento”, que el ex gobernador pondera como avance, no existe. 
En el caso de la observación, el país interesado, es decir, la autoridad gubernamental corresppondiente,  deberá hacer una solicitud con 4 meses de antelación a la fecha del evento electoral, y la aprobación de tal pedimento lo hace nada menos y nada más que el Consejo de Seguridad o la Asamblea General de la organización.
Claro, ha habido casos especiales, en que tal plazo se ha soslayado y solo se envía un representante cuyo informe es considerado “insustancial”,  simbólico, toda vez que una valoración integra del proceso en cuestión debe cumplir unos requisitos sustantivos que en estas situaciones excepcionales, obviamente, no pueden cumplirse.
Así que si las NNUU vinieran a las elecciones venezolanas, cosa que dudo mucho que suceda, no podrían hacer ninguna valoración seria y responsable acerca de ellas, ni siquiera emitir una opinión.
Por otro lado, en días pasados, un funcionario que está a cargo de uno de los departamentos que formaría parte eventualmente de misiones de observación electoral, el Alto Comisionado de los DDHH, señor Al Hussein, ha declarado sentirse alarmado sobre la situación de violación de los derechos humanos en nuestro país y afirmó que no se reúnen “las mínimas condiciones” para celebrar elecciones presidenciales.  Mal podrían entonces prestarse las NN.UU a participar, habida cuenta de tal opinión y del trámite que hay que adelantar.
Si el señor Falcón está contando con ello, le recomiendo entonces que espere bien sentado la participación de ese organismo internacional.  
Mientras tanto, que se baje de esa nube y vaya preparando el discurso de la derrota; será como el que pronunció al perder por bastante diferencia en su Estado hace varios meses. Ténganlo por seguro, aun en la muy remota carambola de que pudiera ganar las elecciones, el gobierno no lo reconocería. Y no tendría ni siquiera como demostrar la trampa, hasta Smarmatic tomó las de Villadiego. Tendrá el mismo destino que Andrés Velásquez en Bolívar, cuyas actas de elección que le daban el triunfo no valieron para nada ante la arbitrariedad y la impudicia del gobierno.  
El acuerdo que firmó con Maduro no da garantías reales de nada. No nos engañemos, ni se engañe a pobres incautos ciudadanos que andan desesperados deseando salir de la tragedia que nos agobia. Como dicen por allá en Yaracuy: el que vive de ilusiones muere de desengaños.
Ojala que los que andan vendiendo fantasiosos e imposibles triunfos, recapaciten y se incorporen de manera unitaria a la lucha ciudadana por lograr justas y transparentes condiciones electorales.


EMILIO NOUEL V.
                                       ¿SE APAGA VENEZUELA?                                
                               
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Al país, a medida que pasan los días calamitosos que vivimos, lo percibimos como que si se estuviera apagando lenta e irremisiblemente. Es la constatación real que nos golpea a la cara en los últimos tiempos, interpelando nuestras conciencias, angustiándonos y produciendo incertidumbre y desesperanza a diestra y siniestra.
La economía en general, más que ralentizarse, está experimentando un proceso de desaparición en muchos sectores y ámbitos territoriales. Y ni hablar del crimen perpetrado en las empresas del Estado.
Basta pasearse por calles y avenidas, centros comerciales capitalinos e interioranos, para corroborar tal desgracia social. Negocios de todo tipo cerrados o en venta, medios de transporte inmovilizados, industrias paralizadas, desempleo in crescendo y oleadas de venezolanos huyendo del desastre hacia países vecinos.
La acción demoledora de un gobierno marcado por la incompetencia y la corrupción, envenenado con una ideología mortífera, no podía tener otro resultado sino el caos y la barbarie que presenciamos.
Sí, sentimos que el país se apaga mientras languidecen sus distintas actividades otrora vigorosas y dinámicas.
Una nación, que en las anteriores décadas al desmadre actual, con sus problemas innegables no resueltos, marchaba, hoy se muestra en lo material, ruinosa y empobrecida por políticas gubernamentales desquiciadas.
 ¿Permitiremos los venezolanos que esta deriva infernal continúe profundizándose y nos hunda?  ¿Dejaremos que el país se apague sin mover un dedo para impedirlo?
Solo la unidad férrea y obstinada de los venezolanos de bien, de la Venezuela decente, de sus líderes sociales y políticos, empresariales, académicos y trabajadores democraticos, puede garantizar que no siga sucediendo tal catástrofe social y abrir la posibilidad de una nueva conducción gubernamental.  
A pesar de que por donde sea que la mires Venezuela se encuentra hecha bancarrota, abandono y destrozos, más allá hay aún una dura e inestimable reserva de esperanzas e ilusiones en vastos sectores de ciudadanos que desean cambiar el estado de cosas presente. Que no han claudicado ante los atropellos de los tiranos que gobiernan y aspiran a recuperar el país para la democracia, la libertad y el bienestar.
Juntos todos impidamos que el país se apague definitivamente. Sobre todo, los politicos tienen la palabra. Repetimos: El liderazgo democrático debe salir al encuentro de esa mayoría confundida y golpeada por la crisis y presentarle una alternativa de gobierno. Ya la sociedad civil comenzo a activarse de nuevo.