La crisis venezolana pica y se
extiende. Los acontecimientos se suceden vertiginosamente. Pasan las horas y
días ofreciéndonos sin solución de continuidad nuevos eventos que nos impiden
valorar y asimilar suficientemente los
previos.
Vivimos tiempos movidos. Es lo que
nos ha tocado a los venezolanos de esta época angustiosa e incierta.
Un gobierno cada vez más aislado y
desacreditado en el mundo, se hunde en sus torpezas diplomáticas, negándose a
rectificar el rumbo enloquecido que lleva y a negociar una salida al grave
atolladero político-económico en que estamos.
Mientras el gobierno y sus bandas
paramilitares desatan una represión feroz contra los opositores, desde dos
instituciones internacionales hemisféricas nos llegan dos decisiones sobre nuestro país. Ambas no han
podido mantenerse indiferentes a nuestra tragedia, que se agrava con el pasar
de los días.
Mercosur, bloque comercial al que
accedimos hace pocos años, ha emitido, con base en su ordenamiento jurídico, un
acto en el que califica de “ruptura del
orden democrático” lo que ha tenido lugar en nuestro país.
Por otro lado, insta al gobierno a “adoptar inmediatamente medidas
concretas, concertadas con la oposición, de acuerdo a la Constitución (…) para
asegurar la separación de poderes, el respeto al Estado de derecho, a los
derechos humanos, y a las instituciones democráticas". También
exige a Maduro respetar el cronograma electoral.
La “ruptura del orden democrático” es un
concepto contenido en los Protocolos de Ushuaia de Mercosur.
El
artículo 1 establece que éste se aplicará en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden
democrático, de una violación del orden constitucional o de cualquier situación
que ponga en riesgo el legítimo ejercicio del poder y la vigencia de los
valores y principios democráticos.
Por su parte el artículo 3 dispone
que los Presidentes o, en su defecto, los Ministros de Relaciones Exteriores
promoverán, a través de la Presidencia Pro Tempore, consultas inmediatas con
las autoridades constitucionales de la Parte afectada, interpondrán sus buenos
oficios y realizarán gestiones diplomáticas para promover el restablecimiento
de la democracia en el país afectado.
De
modo que a partir de esta decisión está siendo aplicada la Cláusula democrática
mercosuriana a Venezuela.
Por su
parte, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha aprobado una resolución
en la que se expresa que en nuestro país se ha producido una “grave
alteración inconstitucional del orden
democrático”, que las decisiones del Tribunal Supremo de suspender los
poderes de la Asamblea Nacional son incompatibles con las prácticas
democráticas y constituye una violación del orden constitucional de la
República, y que es esencial que el gobierno venezolano asegure la plena
restauración del orden democrático.
En
atención a ello la OEA urge a aquel
a garantizar la separación e independencia de los poderes y restaurar la plena
autoridad de la Asamblea Nacional, manteniéndose dispuesta a apoyar las medidas
de retorno al orden democrático y emprender gestiones diplomáticas para
normalizar la institucionalidad de conformidad con la Carta de la OEA y la
Carta Democrática Interamericana (CDI). Se ratifica así la aplicación de esta
última.
De los
textos mencionados, queda claro que para los países más importantes del
hemisferio, los que representan el 95%
de su población, en Venezuela la democracia ha sido quebrada o alterada
gravemente, lo cual podría traer como consecuencia una
sanción, de no entrar en razón el gobierno de nuestro país.
En
Venezuela está instaurada una dictadura. No existe separación ni autonomía de
los poderes públicos, Miraflores con excepción del parlamento, lo controla
todo. Se persigue y encarcela a la oposición, sin formula de juicio. La farsa
para tratar de demostrar lo contrario ante el mundo está descubierta, nadie se
come ese cuento chino. Los magistrados del Tribunal supremo son fichas del
gobierno, su prolongación obsecuente.
Por
fortuna, la institucionalidad internacional y su normativa están actuando, La
causa de la libertad en Venezuela se está imponiendo.
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