ALMAGRO, DE NUEVO A LA CARGA
No hace falta mucho esfuerzo para demostrar que el gobierno
militar-cívico de Venezuela es una tiranía ya instalada que busca aparentar con
su discurso engañoso, que es una democracia.
Allá los cada vez menos extranjeros ingenuos que siguen
creyendo en la retórica falsa del socialismo del siglo XXI, una estafa notoria
y concluyente.
Pasaron los años de las ambigüedades, del régimen político
considerado como un “híbrido”, aunque
siempre con no disimulada vocación totalitaria. La decantación es clara hoy. Estamos
frente a un despotismo desembozado, a un gobierno cuya conducta es contraria a
la Constitución y los principios democráticos que ella contiene. El Estado de
Derecho está prácticamente suprimido, y es sólo la voluntad de los tiranos la
que se impone, soportada por las armas y un tribunal supremo indigno y lamebotas.
La Carta Democrática Interamericana, no tengo la menor duda,
fue activada hace unos meses atrás, dejando espacio a la posibilidad de que una
pizca de sensatez pudiera tener lugar en los que se aferran al poder en
Venezuela, permitiendo, así, generar una vía de solución constitucional y
pacífica a la grave crisis venezolana.
La OEA vió entonces con buenos ojos las gestiones que desde
UNASUR se hacían con el trío de ex presidentes, apostando a que fueran
exitosas. Incluso el gobierno expresó su “consentimiento” respecto de esos “trámites”.
Con pesar podemos decir que tal encargo no ha llevado a
ninguna parte. Ningún avance sustantivo puede registrarse. El gobierno sigue
reacio a comenzar un diálogo que abra aquella vía de salida del atolladero, y
por el contrario, se ha radicalizado más. Ha seguido amenazando y persiguiendo
a la oposición. Hay nuevos presos políticos. Desconoce a la representación
popular del parlamento y sus atribuciones constitucionales.
Maduro y sus secuaces declaran sin ambages que no habrá
referéndum revocatorio, la salida política, a todas luces, menos traumática que
tenemos a la mano. Pero el Consejo Nacional Electoral, arrodillado ante los
tiranos, actúa complaciéndonos en su deriva enloquecida.
Mientras tanto, la crisis económica se profundiza, ampliando
la incertidumbre y la desesperación de un pueblo que no aguanta más penurias,
falta de alimentos y medicamentos, y un clima de inseguridad nunca visto.
Los países del hemisferio, expectantes, están siendo testigos
de este desastre social, no han permanecido indiferentes, pero pareciera que ya
es hora para muchos de ellos, de tomar acciones más contundentes en el marco de
la normativa internacional sobre la preservación de la democracia y el respeto
a los derechos humanos.
De nuevo, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, sale
a la palestra pública para alertar sobre lo que está ocurriendo en Venezuela.
Sabe también que las gestiones del trío de los ex presidentes han fracasado, no
hay progreso alguno a registrar.
“Ningún foro
regional o subregional puede desconocer la realidad de que hoy en Venezuela no
hay democracia ni Estado de Derecho”, ha declarado.
Y agrega: “Si no hubiera
referéndum revocatorio, definitivamente sería imprescindible aplicar acciones
drásticas (…) Todos estamos
esperando qué es lo que ocurre con el referéndum revocatorio, ese es el camino
para Venezuela”.
Más claro y certero no pudo ser Almagro. Sabe, al igual que el 85%
de los venezolanos, que la solución de transición política en nuestro país está
en la consulta popular inmediata, y que los países del hemisferio deben empujar
activamente esa iniciativa.
De allí que remate su opinión afirmando: “Como miembros del sistema interamericano todos queremos lo mismo: una
solución pacífica a la crisis del país. Nadie puede mirar hacia el costado, los
países del Mercosur dieron un paso al frente”.
Los venezolanos, en una mayoría abrumadora, desean fervientemente un
cambio de gobierno a la brevedad, antes de que nos vayamos por el despeñadero y
la región se vea perjudicada.
Contamos con que la comunidad internacional y la hemisférica en
particular, de manera proactiva, propicien una salida democrática y pacífica.
EMILIO NOUEL V.
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