jueves, 6 de octubre de 2016


                    ALMAGRO, DE NUEVO A LA CARGA
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No hace falta mucho esfuerzo para demostrar que el gobierno militar-cívico de Venezuela es una tiranía ya instalada que busca aparentar con su discurso engañoso, que es una democracia.

Allá los cada vez menos extranjeros ingenuos que siguen creyendo en la retórica falsa del socialismo del siglo XXI, una estafa notoria y concluyente.

Pasaron los años de las ambigüedades, del régimen político considerado como un “híbrido”, aunque siempre con no disimulada vocación totalitaria. La decantación es clara hoy. Estamos frente a un despotismo desembozado, a un gobierno cuya conducta es contraria a la Constitución y los principios democráticos que ella contiene. El Estado de Derecho está prácticamente suprimido, y es sólo la voluntad de los tiranos la que se impone, soportada por las armas y un tribunal supremo indigno y lamebotas.  

La Carta Democrática Interamericana, no tengo la menor duda, fue activada hace unos meses atrás, dejando espacio a la posibilidad de que una pizca de sensatez pudiera tener lugar en los que se aferran al poder en Venezuela, permitiendo, así, generar una vía de solución constitucional y pacífica a la grave crisis venezolana.

La OEA vió entonces con buenos ojos las gestiones que desde UNASUR se hacían con el trío de ex presidentes, apostando a que fueran exitosas. Incluso el gobierno expresó su “consentimiento” respecto de esos “trámites”.

Con pesar podemos decir que tal encargo no ha llevado a ninguna parte. Ningún avance sustantivo puede registrarse. El gobierno sigue reacio a comenzar un diálogo que abra aquella vía de salida del atolladero, y por el contrario, se ha radicalizado más. Ha seguido amenazando y persiguiendo a la oposición. Hay nuevos presos políticos. Desconoce a la representación popular del parlamento y sus atribuciones constitucionales.

Maduro y sus secuaces declaran sin ambages que no habrá referéndum revocatorio, la salida política, a todas luces, menos traumática que tenemos a la mano. Pero el Consejo Nacional Electoral, arrodillado ante los tiranos, actúa complaciéndonos en su deriva enloquecida.

Mientras tanto, la crisis económica se profundiza, ampliando la incertidumbre y la desesperación de un pueblo que no aguanta más penurias, falta de alimentos y medicamentos, y un clima de inseguridad nunca visto.  

Los países del hemisferio, expectantes, están siendo testigos de este desastre social, no han permanecido indiferentes, pero pareciera que ya es hora para muchos de ellos, de tomar acciones más contundentes en el marco de la normativa internacional sobre la preservación de la democracia y el respeto a los derechos humanos.

De nuevo, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, sale a la palestra pública para alertar sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Sabe también que las gestiones del trío de los ex presidentes han fracasado, no hay progreso alguno a registrar.

“Ningún foro regional o subregional puede desconocer la realidad de que hoy en Venezuela no hay democracia ni Estado de Derecho”, ha declarado.

Y agrega:Si no hubiera referéndum revocatorio, definitivamente sería imprescindible aplicar acciones drásticas (…) Todos estamos esperando qué es lo que ocurre con el referéndum revocatorio, ese es el camino para Venezuela”.

Más claro y certero no pudo ser Almagro. Sabe, al igual que el 85% de los venezolanos, que la solución de transición política en nuestro país está en la consulta popular inmediata, y que los países del hemisferio deben empujar activamente esa iniciativa.

De allí que remate su opinión afirmando: “Como miembros del sistema interamericano todos queremos lo mismo: una solución pacífica a la crisis del país. Nadie puede mirar hacia el costado, los países del Mercosur dieron un paso al frente”.

Los venezolanos, en una mayoría abrumadora, desean fervientemente un cambio de gobierno a la brevedad, antes de que nos vayamos por el despeñadero y la región se vea perjudicada.

Contamos con que la comunidad internacional y la hemisférica en particular, de manera proactiva, propicien una salida democrática y pacífica.



EMILIO NOUEL V.




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