A VOTAR EL 16D Y DESPUÉS A ENCERRAR A LOS DEMONIOS
Nunca se insistirá lo suficiente en el llamado a votar al electorado opositor el próximo 16D.
Aunque sabemos que por lo general este tipo de eventos
electorales para elegir gobernadores de estado, concita menos movilización y
emoción, en esta oportunidad debe subrayarse que el resultado que se desprenda
de esa votación repercutirá sobre el porvenir de la democracia y de la paz en
Venezuela, que como sabemos sigue amenazada con la instauración definitiva de
una tiranía militar con vocación totalitaria.
Las fuerzas democráticas y los millones de venezolanos que
las apoyan no pueden darse el lujo de faltar a esta cita política trascendente.
Lo que está en juego no es una tontería. Es el futuro de nuestros hijos y
nietos. Es un paso importante en la recuperación de un país que ha soportado
más de una década de destrucción de sus instituciones, de demolición de sus
bases económicas y de aniquilación de la convivencia pacífica entre sus
ciudadanos.
El grave anuncio, casi despedida, del presidente de la
República el pasado fin de semana, obliga, sin duda, a hacerse un replanteo del
cuadro político nacional. No estoy seguro de que la abstención que ese esperaba
antes de esta noticia, se vaya a modificar sustancialmente.
Lo cierto es que independientemente de que Chávez continúe o
no en el centro de la escena por un tiempo más, se ha iniciado un curso
político de imprevisibles y desconocidos efectos.
La designación a dedo, por tanto, antidemocrática, de un
sucesor político por parte de Chávez, no aplacará los ánimos y las aspiraciones
dentro del chavismo. La aceptación de este “mandato” por todos los actores que
compiten no luce unánime, a pesar de que de la boca para afuera se
manifieste lo contrario. Me temo que al no estar Chávez, se desencadenará una
pugna abierta, que hoy está asordinada. De allí que sea muy difícil arrendarle
la ganancia política a Maduro en estas condiciones.
Por lo demás, el chavismo sin Chávez no será lo mismo, dadas
las características personalistas de ese movimiento variopinto, incongruente,
lleno de contradicciones y de ideas enfrentadas, que van desde el fascismo
militarista, pasando por el oportunismo más ramplón, hasta la ultraizquierda
anacrónica y demencial.
El “cemento” que los une, Chávez, líder carismático, no veo
que pueda ser representado por ninguno de sus subalternos, por más que goce
alguno de ellos del beneplácito y la asesoría de los cubanos. La designación de
Maduro es una clara evidencia de la orfandad en que quedará esa fuerza
política. Nadie allí calza las condiciones
personales de Chávez, ni siquiera quien luce como el que tiene la sartén por
el mango, el magnate de El Furrial.
En cualquier caso, la dinámica que se abre paso es harto
compleja. Va a requerir de la dirigencia opositora un juicio atinado del
momento y unas acciones e iniciativas que le permitan avanzar y consolidar
firmemente en lo que ha sido su estrategia acertada de acumulación de fuerzas
con vistas al triunfo que llegará.
Entre los escenarios posibles destaca con mayores probabilidades
el de unas elecciones presidenciales a corto plazo.
Desde la oposición ¿cómo las abordaremos? No pareciera que haya
tiempo para realizar unas primarias, y se impone un acuerdo consensuado, que
estará determinado por los resultados del 16D. De allí la significación que
tiene el que se cumpla una movilización que conduzca a unos buenos triunfos
regionales.
Ausente de la escena o disminuido Chávez ¿habrá posibilidades
reales de diálogo con los factores que lo apoyan, a los fines de garantizar la
gobernabilidad del país?
Antes de que los demonios se desaten, habrá que arrinconarlos
y encerrarlos. Pues de ello depende la paz y la convivencia democráticas.
EMILIO NOUEL V.
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