martes, 11 de diciembre de 2012


A VOTAR EL 16D Y DESPUÉS A ENCERRAR A LOS DEMONIOS

                              

Nunca se insistirá lo suficiente en el llamado a votar al electorado opositor el próximo 16D.
Aunque sabemos que por lo general este tipo de eventos electorales para elegir gobernadores de estado, concita menos movilización y emoción, en esta oportunidad debe subrayarse que el resultado que se desprenda de esa votación repercutirá sobre el porvenir de la democracia y de la paz en Venezuela, que como sabemos sigue amenazada con la instauración definitiva de una tiranía militar con vocación totalitaria.
Las fuerzas democráticas y los millones de venezolanos que las apoyan no pueden darse el lujo de faltar a esta cita política trascendente. Lo que está en juego no es una tontería. Es el futuro de nuestros hijos y nietos. Es un paso importante en la recuperación de un país que ha soportado más de una década de destrucción de sus instituciones, de demolición de sus bases económicas y de aniquilación de la convivencia pacífica entre sus ciudadanos.
El grave anuncio, casi despedida, del presidente de la República el pasado fin de semana, obliga, sin duda, a hacerse un replanteo del cuadro político nacional. No estoy seguro de que la abstención que ese esperaba antes de esta noticia, se vaya a modificar sustancialmente.
Lo cierto es que independientemente de que Chávez continúe o no en el centro de la escena por un tiempo más, se ha iniciado un curso político de imprevisibles y desconocidos efectos.
La designación a dedo, por tanto, antidemocrática, de un sucesor político por parte de Chávez, no aplacará los ánimos y las aspiraciones dentro del chavismo. La aceptación de este “mandato” por todos los actores que compiten no luce unánime, a pesar de que de la boca para afuera se manifieste lo contrario. Me temo que al no estar Chávez, se desencadenará una pugna abierta, que hoy está asordinada. De allí que sea muy difícil arrendarle la ganancia política a Maduro en estas condiciones.
Por lo demás, el chavismo sin Chávez no será lo mismo, dadas las características personalistas de ese movimiento variopinto, incongruente, lleno de contradicciones y de ideas enfrentadas, que van desde el fascismo militarista, pasando por el oportunismo más ramplón, hasta la ultraizquierda anacrónica y demencial.
El “cemento” que los une, Chávez, líder carismático, no veo que pueda ser representado por ninguno de sus subalternos, por más que goce alguno de ellos del beneplácito y la asesoría de los cubanos. La designación de Maduro es una clara evidencia de la orfandad en que quedará esa fuerza política.  Nadie allí calza las condiciones personales de Chávez, ni siquiera quien luce como el que tiene la sartén por el mango, el magnate de El Furrial.
En cualquier caso, la dinámica que se abre paso es harto compleja. Va a requerir de la dirigencia opositora un juicio atinado del momento y unas acciones e iniciativas que le permitan avanzar y consolidar firmemente en lo que ha sido su estrategia acertada de acumulación de fuerzas con vistas al triunfo que llegará.
Entre los escenarios posibles destaca con mayores probabilidades el de unas elecciones presidenciales a corto plazo.
Desde la oposición ¿cómo las abordaremos? No pareciera que haya tiempo para realizar unas primarias, y se impone un acuerdo consensuado, que estará determinado por los resultados del 16D. De allí la significación que tiene el que se cumpla una movilización que conduzca a unos buenos triunfos regionales.
Ausente de la escena o disminuido Chávez ¿habrá posibilidades reales de diálogo con los factores que lo apoyan, a los fines de garantizar la gobernabilidad del país?
Antes de que los demonios se desaten, habrá que arrinconarlos y encerrarlos. Pues de ello depende la paz y la convivencia democráticas.

EMILIO NOUEL V.

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