jueves, 4 de junio de 2009

                     OEA: GANÓ LA CIVLIZACION Y PERDIÓ LA BARBARIE

 

Es infinita la capacidad del presidente venezolano en su intención, reiterada, de pretender  trastocar y/o voltear los hechos con el único propósito de colocarse siempre como ganador en todas las confrontaciones internas o internacionales que ha enfrentado. 

  Lamentablemente, el ciudadano de a pie, poco informado, enfrascado como está en sus problemas cotidianos o desconocedor de temas propios de especialistas, es siempre presa fácil de las manipulaciones, mentiras o distorsiones de ciertos gobernantes impostores que no tienen la honestidad y el coraje de admitir los reveses que sufren. 

  Todos los venezolanos recuerdan cómo el en el año 2007, al producirse la derrota de la propuesta de cambio constitucional impulsada por el gobierno, el Presidente pretendió minimizar o descalificar el gran triunfo alcanzado por las fuerzas democráticas  en unas condiciones de ventajismo obsceno y corrompido por parte de Miraflores.

   El año pasado, con ocasión de la elección de alcaldes y gobernadores, hizo lo mismo tratando de desvalorizar el hecho de que la oposición había logrado ganar en los estados y centros neurálgicos del país.

   En el plano internacional, lo hemos visto, triunfador, afirmar como realidades o logros, iniciativas o proyectos que apenas están en el papel de las declaraciones de intención. Si alguien se tomara el tiempo o la molestia para analizar los cientos y cientos de acuerdos que ha firmado con muchos países durante 10 años, se topará con que son muy pocos los que se han puesto en práctica o ejecutado; sin embargo, el presidente venezolano los da por realizados y los exhibe como muestras de su diplomacia exitosa. Y esto sin mencionar, aquellos acuerdos que ha firmado una y otra vez, de manera repetitiva, sobre las mismas materias, cambiando sólo los textos. 

  En la reciente reunión de la Organización de Estados Americanos que tuvo lugar en Honduras, la ocasión fue propicia para que esa junta de beneficencia que llaman ALBA, liderada por el gobierno de Venezuela, el gran benefactor, se diera otra trascendental confrontación contra el imperialismo norteamericano. El motivo, como se sabe, era Cuba y su eventual reingreso al sistema interamericano, en este caso, a la institución más importante, ya que en otros entes o instancias (Grupo de Río, ALADI)  ya ha sido aceptada.

   Obviamente, para los bolivarianos, esta batalla, por ningún respecto, se iba a perder por las fuerzas combinadas de las formidables cancillerías de Bolivia, Nicaragua, Honduras y Venezuela, independientemente de que la resolución que fuera emitida, tuviera o no el contenido que esta poderosa fuerza aspiraba. 

   Según la declaración del presidente venezolano, los gobiernos bolivarianos ganaron la contienda, y al imperialismo se le infligió una gran derrota. Y no podía de ser otro el resultado desde la óptica de quien no pierde una sola batalla.

   De nuevo los hechos son volteados, y en consecuencia, se encadenan los canales de televisión y radio, para que se sepa, antes de que se conozca la verdad verdadera por boca de otros, que una vez más las fuerzas revolucionarias se anotan un tanto en su campaña admirable hacia la instauración del comunismo del siglo XXI. 

   Obviamente, no se va decir que si bien se dejó sin efecto una Resolución de la OEA de hace 47 años, que fue sancionada en otra épocas y circunstancias, muy distintas a las actuales, y que, a mi juicio, fue justificada, esta Organización “guiada por los propósitos y principios establecidos de la Organización de los Estados Americanos contenidos en la Carta de la Organización y en sus demás instrumentos fundamentales relacionados con la seguridad, la democracia, la autodeterminación, la no intervención, los derechos humanos y el desarrollo”; también señala que en el caso de que el país en cuestión quiera reingresar, deberá abrirse “un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA.”

   ¿Y cuales son estos últimos? Nada más y nada menos, entre otros, la vigencia de los derechos humanos  y la democracia, para lo cual Cuba es difícil que califique, a menos que ocurran cambios sustanciales en su régimen político.

   Lo que no dice, por cierto, el presidente, en su discurso triunfalista, es que lo que los gobiernos bolivarianos querían, fue derrotado en las negociaciones, y que los grandes del patio (EEUU y Brasil) fueron determinantes en el resultado. Deseaban, prácticamente, que se le pidiera perdón al gobierno tiránico de Cuba, que los países miembros se hicieran la vista gorda sobre el régimen tiránico y totalitario cubano, y se condenara a algunos gobiernos, principalmente, a EEUU. Para ello, amenazaron con salirse de la OEA, como si ellos fueran indispensables para que la organización funcione. 

  Así las cosas, la decisión tomada por al OEA, aunque inusual en las relaciones internacionales, representa, si nos atenemos a sus términos, un triunfo y una reafirmación de los principios democráticos y de libertad que inspiran a la organización sobre las pretensiones aviesas de gobernantes autoritarios que apoyan una tiranía que ha hundido a un país hermano en la miseria, la represión y la desesperanza a lo largo de muchas décadas. Se impuso el consenso, el apego a los valores y la sensatez de las fuerzas democráticas del hemisferio de frente a los sectores más oscuros y retrógrados del continente. Ganó la civilización y perdió la barbarie.

 

EMILIO NOUEL V.

        

   

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