lunes, 8 de diciembre de 2008

FRENTE AL DESQUICIADO, UNIDAD DE PROPÓSITO

 

                                                      "Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados

                                                      y no dejándoles respirar".

                                                                                                              Sun Tzu

 

Definitivamente, el desquiciado está dispuesto a amargarnos esta navidad. Su obsesión patológica por el poder no da lugar a una tregua que le permita al menos reflexionar sobre su gran equivocación o lo que hace mal.

   Tampoco la da a los venezolanos que están exhaustos de tanto enfrentamiento estéril y solo quieren finalizar el año en paz al lado de sus familiares para festejar el fin de año.

  El pueblo en la calle está verdaderamente obstinado de tanto abuso, incluso los simpatizantes del gobierno.

  Pero al desquiciado le tiene sin cuidado lo que piensen o deseen los ciudadanos que mal gobierna. Persiste en su burla respecto de la voluntad expresada en las urnas electorales. Los irrespeta a diario, mostrando su poca valía moral, al invadir sus hogares con peroratas interminables y repetitivas, en las que se luce como el embustero mayor o el difamador supremo.

   No le importa violar la ley o la constitución que se hizo a su medida. Se mofa de los ciudadanos cuando amenaza a los nuevos gobernadores y alcaldes recién electos, cuando los desconoce y les sustrae competencias o cuando no les permite tomar posesión de las oficinas que les corresponden.

   Pero dentro de su locura, sabe que puede causar desaliento entre los opositores a su gobierno, mediante la desmoralización por cualquier medio.

   En su delirio está consciente de que debe mantenernos en tensión y no darnos respiro alguno. Ya lo ha hecho en otras oportunidades, y ése es su modus operandi.

    El desquiciado, desde luego, está herido en su orgullo narcisista. Ha sido derrotado en las regiones más importantes del país, sin las cuales no podrá gobernar a sus anchas. Se ha percatado de que su proyecto totalitario  ha encontrado un poderoso muro democrático en esos espacios. Para lograr su objetivo de gobernar de manera eterna, necesita doblegarlas y someterlas a su yugo, y si son necesarias vías inconstitucionales, no vacilará en usarlas. Para él, es asunto de vida o muerte, no de las ideas que adornan sus discursos indigestos, sino de su propia supervivencia personalista en el poder.  El socialismo del siglo XXI es sólo una bandera detrás de la cual se esconde su enfermedad por el poder.      

   Sin embargo, esta desgracia que ha caído sobre nuestro país no es algo irreversible, un destino ante el cual debamos resignarnos y tirar la toalla.

  Esto es un asunto de paciencia, inteligencia y resistencia;  y gana, sobre todo, el que tenga más de esta última.  Tenemos cómo ganar esta lucha, a pesar de que enfrentamos a un Estado casi todopoderoso. Pero no olvidar que lo está carcomiendo la corrupción y la ineficacia, y los vientos que soplan auguran momentos críticos.

   No hay lugar para atemorizarse, ni  bajar la guardia. Debemos diseñar iniciativas y ejecutar a la brevedad acciones y políticas que vayan contrarrestando los propósitos perversos del desquiciado. La unidad de los sectores democráticos, en consecuencia, es decisiva. No podemos perder tiempo en materia de ejecución conjunta de aquellas. ¿Cómo impedimos o retrasamos este nuevo desafío del desquiciado? ¿Cómo nos preparamos para enfrentrarlo?

   Así como el desquiciado lee a Sun Tzu, nosotros debemos recordar también los consejos de éste: "Que los movimientos de tus tropas y la preparación de tus planes sean insondables; "Corresponde al general ser tranquilo, reservado, justo y metódico" "lo que es de máxima importancia en la guerra es atacar la estrategia del enemigo"; "Lo segundo mejor es romper sus alianzas. Un ejército confuso lleva a la victoria del contrario. "El que sabe cuando puede luchar y cuando no, saldrá victorioso"; "Aquél cuyas filas estén unidas en un propósito, saldrá victorioso".

EMILIO NOUEL V.

    

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