EL “MEMORANDUM DE
ENTENDIMIENTO”, LAS EXPECTATIVAS
Y SANTO TOMAS
Después de tantos y complicados forcejeos,
intentos frustrados y encuentros discretos, se suscribió en México, bajo el
impulso y patrocinio de los actores más importantes de la Comunidad
internacional, un Memorándum de Entendimiento, entre los
representantes de la oposición democrática y los de la tiranía chavista, todo
con el propósito de abrir un proceso de diálogo y negociación integral, que
conduciría a un acuerdo que fije reglas para la convivencia política y apunte a
la solución de graves problemas políticos y económicos reunidos en una agenda
amplia, que exigen urgente solución.
En primer lugar, queda meridianamente
claro que Miraflores fue obligado a sentarse en esa mesa y a reconocer a la
dirigencia democrática. Las presiones de que ha sido objeto fueron eficaces.
Las bravuconerías previas del tirano se volvieron agua de borrajas, desafíos
ridículos de un patético perdonavidas que no sirvieron a sus propósitos
aviesos. No le quedaba otra, ahogado como está en lo financiero y en tanto que
gobernante de facto, con la espada de Damocles de la CPI sobre su cuello,
lenta, pero amenazando.
En segundo término, es obvio que el
contenido del documento en cuestión es producto de una negociación, y que
refleja concesiones entre las partes. Pero si lo leemos bien, solo un punto
(3º) de interés para la tiranía está recogido en él: las sanciones
internacionales. El resto de la agenda constituye señalamientos que más bien la
acusan, son referencias directas a sus reiteradas arbitrariedades y violaciones
(derechos políticos, garantías electorales,
cronograma electoral para elecciones observables, respeto al Estado
Constitucional de Derecho, convivencia política y social, renuncia a la
violencia, entre otros).
Sobre la firma del Memo y
sus resultas hay opiniones encontradas en el campo opositor. Algunos, muy
ilusionados (a mi juicio, en extremo) han cifrado sus esperanzas en que se
arribe a una salida definitiva a la larga crisis que nos agobia.
Otros, habida cuenta de las frustradas
tentativas anteriores y de la naturaleza perversa del régimen, son escépticos;
entre los cuales hay gradaciones, los “muy” y los “menos”.
Están también los que se oponen de
todas todas, a las tratativas que se inician. Señalan que estas son
inútiles, que de allí no saldrá nada positivo, que es pérdida de tiempo o dicen
simplemente que con delincuentes no se debe negociar.
Esta división de enfoques no es un asunto
menor, pues no se da solo entre las fuerzas políticas y los opinadores. La población, en
general, desesperanzada, atribulada y abocada a sobrevivir, no la vemos muy
entusiasmada con los asuntos de políticos y los resultados eventuales de una
negociación.
Ciertamente, hay un rechazo mayoritario al
régimen, que se ve y siente en la calle. Pero no existe de manera clara una
conexión con el liderazgo que permita catalizar y organizar esa energía social
larvada en función de un objetivo de cambio político, a pesar de los esfuerzos
que se hacen en medio de tan precarias y adversas circunstancias.
Con todas las críticas y cuestionamientos justificados
que podamos formular al liderazgo democrático mayoritario que goza del soporte
de los principales países democráticos, es a quien deberíamos apoyar en la hora
presente. Es la unidad posible que más allá de las fronteras ven con buenos
ojos.
Es suicida, por tanto, como hacen algunos,
atacar inmisericordemente, a quien hoy está a la cabeza de esas fuerzas: Juan
Guaidó. Este tiene el reconocimiento de la Comunidad internacional, lo cual no
es una minucia. Guaidó está al frente de la negociación que se ha iniciado
junto a otros políticos de oposición, dando asi un paso importante para
consolidar la necesaria unidad. Es incomprensible, entonces, tales absurdos
ataques.
No obstante, por ahora, pareciera que lo
razonable frente a lo de la negociación es ser prudentes y precavidos. Me
cuento entre los escépticos. Estaré, como muchos, atento ante eventuales logros
tempranos que algunos anuncian. Seguimos a Santo Tomas en eso.
Del tirano, ya Venezuela pudo ver su
talante en días pasados, al exponer al escarnio publico por tv a los miembros
de la delegación democrática en México. Es su naturaleza. ¿Es así como el tirano entiende la convivencia
política suscrita en el Memo?
¿Eso ayuda a que los
escépticos cambiemos de opinión respecto de las resultas de esa negociación?
Por último, el venezolano debe tener bien claro que, aunque marche a un ritmo aceptable el proceso que se abre, sobre lo cual tengo mis dudas, consumirá un tiempo considerable. Exigirá de los ansiosos y desesperados, una alta dosis de paciencia, que no tuvieron los millones que se han ido y siguen huyendo al extranjero. Queda solo esperar que los muy optimistas tengan razón y que tales tratativas, con suerte, nos traigan algo positivo, para que el país pueda encaminarse hacia la recuperación de la democracia y la las libertades.