miércoles, 25 de marzo de 2020

               ESTADOS FALLIDOS-FORAJIDOS, PANDEMIA Y VENEZUELA






Con la peste mortífera que le ha caído al mundo, sobre el que se comienza a decir que cambiará en lo sucesivo, aunque sin  dejar de ser interdependiente y poroso estructuralmente, de nuevo se hace patente el asunto de los Estados cuya ejecutoria general es desastrosa en términos institucionales y de cumplimiento de sus funciones y servicios básicos de seguridad, educación, agua, electricidad y salud.

Cuando una administración estatal ha perdido toda o gran parte de la capacidad de proveer los bienes y servicios públicos que le corresponden y además no tiene o han desaparecido las instituciones administrativas  necesarias para ejecutar políticas, y controlar y supervisar los aspectos centrales de la vida de los ciudadanos que están bajo su responsabilidad, estamos en presencia de lo que llaman “Estados fallidos”, “Estados frágiles”, entre otras denominaciones.

¿Cómo estos Estados disminuidos en sus facultades, debilitados o casi inexistentes pueden entonces enfrentar una pandemia como la que hoy agobia al mundo?

¿Pueden garantizar el mínimo requerido para atender satisfactoriamente a los miles de enfermos contagiados que puedan necesitar asistencia y cura? ¿Pueden parar el contagio? ¿Tienen las herramientas adecuadas y en la cantidad que exigen las circunstancias?

Los venezolanos, en particular, nos hacemos esos interrogantes, sobre todo, cuando vemos países desarrollados, que suponemos bien dotados desde cualquier punto de vista, pasándola mal y hasta sobrepasados por los acontecimientos.

Para nadie es un secreto que la situación calamitosa que sufrimos es la consecuencia directa de una combinación letal de ignorancia, incompetencia, corrupción y una ideología demencial de un grupo político que asaltó a Miraflores.

Unas políticas populistas desquiciadas de despilfarro, desidia y peculado, poco a poco destruyeron la economía pública y privada, demolieron la estructura institucional y generaron un estado de anomia social, nunca antes visto en nuestro país.

Parte de nuestro territorio es “gobernado” por grupos delincuenciales que actúan bajo protección o con la mirada tolerante de sectores políticos que forman parte del entramado de la tiranía. Estamos rozando los límites de un Estado fallido, si es que ya no estamos en esa situación, y otros lo llaman mafioso, y  pare usted de contar.  

El 83% de hogares no tiene servicio eléctrico estable; 71% carece de agua potable, el 65% del transporte público está paralizado por falta de combustible y repuestos, entre otras penurias. Los hospitales, en su gran mayoría, están sin agua, electricidad, medicinas y equipos

Después de tal desmadre, nos hemos quedado sin fondos para atender no solo las necesidades normales de un Estado, sino también las emergencias, y ahora sale la dictadura a mendigar dinero ante entes internacionales que consideraron siempre sus enemigos jurados.

Arguyen que por culpa de las sanciones internacionales contra la camarilla dictatorial, no pueden adquirir medicinas y alimentos, cuando está suficientemente claro que estas compras están excluidas de tales medidas; de hecho, y para muestra un botón, están intercambiando petróleo con una empresa mexicana (Libre a Bordo) que provee de alimentos.   

En ese enfoque sobre las sanciones acompañan al régimen los colaboracionistas, cuyo cinismo y abyección nos dejan pasmados.

Si quieren fondos ¿por qué no cobran al gobierno de Cuba los 25.000 millones de dólares que nos deben por concepto de petróleo? 

¿Por qué los chinos, tan solidarios que son, no les prestan ese millardito que ahora piden de nuevo al FMI, después del rechazo de la solicitud de los 5.000? Para ellos, es una bagatela.

Ciertamente, habida cuenta de la pandemia, nuestro país, lamentablemente, precisa de fondos para hacer frente a un grave trance. Pudieron tenerlos pero los despilfarraron y robaron quienes hoy nos oprimen.

Esta calamidad, dicen los entendidos, requiere, además, una eficaz coordinación en los gobiernos y cooperación y confianza de los ciudadanos.

¿Las tenemos en Venezuela?  

¿Qué hacer entonces ante la precariedad y abandono actual de nuestro sistema de salud? ¿Cómo salvaguardar a los venezolanos de la peste que somete al mundo entero?

El presidente Juan Guaidó ha expuesto unas ideas al respecto. Reconoce la necesidad de un financiamiento para la emergencia.  Pero el eventual ingreso de dinero para la emergencia debe ser estrictamente vigilado, controlado, para que se invierta debidamente y de manera transparente.

El gobierno usurpador de Venezuela está desacreditado hoy en las instituciones financieras del mundo, endeudado y llevado a juicio por su locura expropiadora. Él es el causante de nuestra precariedad y desgracia. La violación amplia de los DDHH también coloca en el mundo a Venezuela como un Estado forajido. Los atentados a la democracia venezolana hoy no llegaron con el coronavirus, ya estaban instalados aquí.

De allí que solo un arreglo político, con el consentimiento y vigilancia de actores internacionales, podría abrir la posibilidad de obtener ese dinero, todo a sabiendas de que otros países también andan en ese mismo apuro.

¿Una junta administradora de ese dinero conformada por la Asamblea Nacional y los ocupantes de Miraflores? ¿Un gobierno de transición? ¿Será posible?

Por lo pronto, deberían dejar entrar la ayuda humanitaria que está disponible. Si el gobierno la sigue obstruyendo, demorando, será también culpable del agravamiento de la situación.

Teniendo claro quién es quién en esta tragedia, y sin establecer equidistancias tramposas, que pretenden hacer olvidar las responsabilidades directas en nuestro desastre, se podría avanzar en un acuerdo que encare la grave coyuntura y quién sabe si también, con  suerte, se encarrile una salida definitiva de nuestro drama político y social.






viernes, 20 de marzo de 2020


LA INSÓLITA SOLICITUD DE PRÉSTAMO AL FMI




Emilio Nouel V. 


“La influencia nefasta de los organismos internacionales”

Hugo Chávez



"Quien le entregue a nuestro país al FMI será un gran traidor

y el pueblo tendría derecho a irse a las calles"

 N. Maduro



Muchos venezolanos se vieron sorprendidos y no daban crédito a la información. Se creía que era otra de las fake news que nos lanzan a diario desde las redes sociales.

Pero era rigurosamente cierta. La carta enviada por el usurpador al Fondo Monetario Internacional y divulgada por Jorge Arreaza en twitter, disipaba cualquier duda que haya podido tenerse.

Efectivamente, la tiranía chavista estaba “pidiendo cacao”, como decimos coloquialmente en Venezuela cuando una persona, inerme, está suplicando que lo ayuden ante un infortunio que lo supera.

Se estaba recurriendo, nada menos y nada más, que al demoníaco FMI, el monstruoso brazo financiero del imperialismo capitalista yanqui, como acostumbran llamarlo los mismos chavistas. Es decir, estábamos viendo a Maduro mendigando 5.000 millones de dólares, dizque para atender la emergencia del coronavirus.  Y admitiendo que estaba con la bolsa vacía.

Frente a un hecho como este no se puede sino aludir a la postura que el chavismo ha tenido de manera reiterada frente a las instituciones internacionales, y en particular, la de marras.

Y esto, a pesar de que algunos analistas por allí, colocándose au-dessus de la melée, casi que justificando, daban a entender que frente a adversidades o situaciones extraordinarias, resulta lícito y/o comprensible en los políticos, pragmáticos como son, que se contradigan y/o se olviden de opiniones proferidas alguna vez que pudieran no convenir a sus intereses en un momento dado.     

Recordaban a Carlos Andrés Pérez quien señaló que las políticas del FMI tenían efectos de “una bomba mata gente”, lo cual, obviamente, da pie a la comparación. Lo que no dijeron es que CAP fue un demócrata que nunca puso mal al país ante las organizaciones internacionales y que las respetó como gobernante, aun siendo crítico.    

En cualquier caso, imagino que aceptarán esos analistas políticos de hoy, que es también lícito subrayar las incongruencias de la tiranía, y que de ningún modo se puede cohonestar o justificar éstas por el solo hecho de que así actúan los políticos, obviando que estamos en tal situación precaria por obra y gracia de un gobierno autoritario, incompetente, despilfarrador y corrupto, que ha arruinado al país, al punto de que no tenemos fondos para las urgencias ni donde recurrir para comprar medicinas y alimentos, y que para mayor inri, se enemistó con organismos como el FMI.

Ahora sale a mendigar ante este ente, después de denigrar de él y de haber cortado relaciones con él por más de tres lustros.

Muchos comentaristas del asunto se prodigaron en traer a colación la normativa y las políticas del FMI relativas a los préstamos rápidos, con el propósito de determinar si Venezuela calificaba o no para ello, soslayando el “detallito” de que las autoridades de esa institución, sus países miembros, en fin, los que tienen la sartén por el mango allí, en particular, su principal socio, EEUU, no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela. Una minucia, pues.

Si se hubiera partido de ese enfoque, no era difícil concluir de arrancada, algo que estaba cantado: el rechazo de una solicitud tan estrambótica como inviable; inadecuada, además, en contenido y en forma.

Otros pensaron que la solicitud en cuestión pudo abrir un camino a una negociación que condujera a un cambio de gobierno, a una transición política en Venezuela, habida cuenta de la situación financiera desesperada que ella evidencia. Se podía entonces someter al gobierno usurpador a la Asamblea Nacional, único representante legítimo y democrático del pueblo venezolano.

No era, a mi juicio, mala idea, aunque muchas dudas cabían. ¿Por qué Maduro, que dice que iría hasta el infierno por ayudar a Venezuela, no se reúne con Guaidó, y mientras negocian un gobierno de transición, se acuerdan paralelamente sobre el asunto financiero de urgencia, obviamente bajo la supervisión y control internacional?

Chávez, Maduro, Cabello y otros chavistas no han perdido oportunidad para atacar al FMI, frente al cual ahora se arrodillan suplicando ayuda. Como dice el dicho popular: tanto nadar para morir en la orilla.

Resulta, por otro lado, extraño, que no soliciten ese dinero a sus amigos chinos o rusos, a los cuales señalan como solidarios con su revolución. ¿Por qué no le pidieron a los chinos los 5000 millones de dólares, si tan amigos son? Ellos los tienen y de sobra.

De modo pues, que estamos viendo una incongruencia ideológica más del chavismo, empujada por la desesperada situación en la que está, que ojalá abra un camino de salida de una vez por todas de la calamidad que vivimos.



  





    




viernes, 13 de marzo de 2020

JOE BIDEN, CON LA NOMINACIÓN DEMÓCRATA EN LA MANO


Para los países del hemisferio la campaña electoral de EE.UU es un evento político frente al cual no se puede permanecer indiferente.
EE. UU es la potencia más grande del continente y del mundo, aunque no tenga el poder de otros tiempos. Lo que allí suceda repercutirá tarde o temprano, de una u otra manera, en las relaciones políticas y económicas con sus vecinos más próximos. La política exterior que defina el gobierno norteamericano, cualquiera que sea su orientación, nos debería, entonces, interesar.   
Así, pues, las vicisitudes que está viviendo el Partido Demócrata es un tema relevante para cualquier observador. E importa también esa organización porque representa hoy el contrapeso que en la gran democracia estadounidense tiene el gobierno de Donald Trump.
La contienda en el seno de los demócratas para elegir a quien enfrentará a Trump en las elecciones de Noviembre próximo, ha contado en esta ocasión con varios candidatos de pensamiento contrastante muy marcado. Han competido figuras que han manifestado abiertamente ser de inclinación socialista, anticapitalista. Entre estos, Elizabeth Warren y Bernie Sanders, que pueden ubicarse ideológicamente en el ámbito de la izquierda. El último  es el que ha podido mantenerse en la contienda, atrayendo jóvenes y votantes de origen latinoamericano, a pesar de que los últimos resultados parecieran apuntar a que no será el abanderado
Se llegó a pensar que arrollaría a los demás candidatos, visto el respaldo importante que ha logrado en los sectores mencionados. Se creyó que el candidato moderado Joe Biden, habiendo perdido en las primeras de cambio en algunos Estados, sería derrotado inexorablemente por el señor Sanders.
Sin embargo, realizadas las votaciones, en primer lugar, del llamado “super martes”, hemos visto cómo Biden se levanta desde el fondo en que lo colocaban los analistas, y derrota en 9 estados de 14 el hasta ese momento favorito, según la opinión pública.
Luego ocurrieron las elecciones en los estados Missisipi, Misouri, Idaho y el mas importante de este grupo, Michigan, ganando Sanders solo Dakota del Norte.
Quedan aun estados muy relevantes. Los industriales Illinois y Ohio, y el muy numeroso en delegados, Florida.
Al declarar Sanders que «aunque nuestra campaña ha ganado el debate ideológico, estamos perdiendo el debate de la elegibilidad», pareciera ya que avizora una derrota. Sus posiciones respecto del régimen castrista cubano le han enajenado el voto entre moderados demócratas que lo vieron inicialmente con simpatía y también entre los de origen latinoamericano.   
Se podría decir que Biden tiene casi ya asegurada la nominación de su partido, su apoyo entre los sectores working class y afroamericanos parece asentarse con fuerza.
Le espera una campaña dura frente a un Trump favorito, a quien lo avala una ejecutoria económica positiva.
Por otro lado, en el caso de los venezolanos y su particular y compleja circunstancia, tales acontecimientos políticos estadounidenses conciernen sobremanera. La conducta que asuman los gobernantes del Norte respecto de nuestra crisis es, definitivamente, un aspecto crucial a tomar en cuenta.
Ya sabemos que hay una aproximación de republicanos y demócratas compartida respecto de nuestro drama nacional.
Trump ha sostenido una postura frente a la tiranía venezolana muy firme. Ha sido consecuente con los sectores democráticos venezolanos que luchan por salir de la crisis política y política que nos agobia.
Ya veremos que nos trae la contienda electoral de finales para los venezolanos.