¿APROBARÁ
DEFINITIVAMENTE EUROPA EL ACUERDO UNIÓN EUROPEA/ MERCOSUR SUSCRITO
RECIENTEMENTE?
Luego de más de 20 años de interminables negociaciones, la
Unión Europea y Mercosur llegan a un acuerdo comercial que es considerado por
el presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker, de “momento
histórico”.
Lo denominan Acuerdo de
Asociación Estratégica y fue suscrito por los representantes de las partes,
a partir del impulso más reciente de varios países europeos, principalmente,
España y Alemania.
A pesar de la efusiva y justificada bienvenida a un hecho tan
importante, sobre todo en estos tiempos de neoproteccionismo y guerras
comerciales, aún queda su aprobación definitiva pendiente por parte de algunas
instancias en el marco de la UE. Y
especialmente, de algunos de sus países miembros, cuyos sectores agrícolas no
ven con buenos ojos ciertos compromisos que se asumen.
En los países europeos no hay unanimidad al respecto.
Subsisten reservas allí que podrían impedir o retrasar la sanción en el
Parlamento europeo.
Independientemente de que el acuerdo entre en vigencia pronto
o más tarde, comparto lo que se ha dicho respecto de que aquel es un mensaje
muy positivo y auspicioso, que contrasta con la visión absurda
ultranacionalista y anti-libre comercio que ha tomado cuerpo en los últimos
años a ambos lados del Atlántico.
La posición del gobierno norteamericano, o más bien, la del
presidente Trump, ha causado innecesarias tensiones económicas en el mundo que
podrían perjudicar a todos, incluso a su propio país.
Una errática conducta, plagada de amenazas, marchas y
contramarchas, ha emponzoñado las relaciones de interdependencia global,
poniendo en peligro el crecimiento económico mundial. Las tensiones con China
son una muestra patente de este inconveniente despropósito.
De allí que sea una buena noticia el Acuerdo UE-Mercosur,
pues va a contrapelo de esa tendencia.
No obstante, sobre el Mercosur no debe olvidarse su situación
particular interna de ralentización y de que precisa una transformación de
visión y estructural profunda, que lo ponga a tono con las nuevas realidades
planetarias, si es que se pretende que sobreviva.
Igualmente, no es un secreto que en los últimos años se
pretendió ideologizarlo por gobiernos que descuidaron su naturaleza comercial,
lo que repercutió negativamente en su dinámica general.
Esa deriva desacertada afortunadamente fue frenada con el
arribo de nuevos gobiernos a la mayoría de los países mercosurianos, que venían
con orientaciones distintas.
Sin embargo, aún no queda muy claro qué se quiere hacer de
Mercosur hacia el futuro.
La firma del Acuerdo con los europeos, quizás pueda poner
orden al interior de Mercosur en su conjunto y no solo sea la posibilidad de
incrementar los negocios de los grandes del bloque.
Respecto de Venezuela, que a pesar de estar suspendido del
bloque, sigue siendo miembro de pleno derecho, poca cosa puede decirse en
cuanto a la secuela que traería la firma del Acuerdo de marras.
Es sabido que en su momento, el chavismo se autoexcluyó de la
negociación con la UE; posición ésta, a todas luces, incomprensible, absurda,
pero acorde con su óptica. Habrá que analizar a fondo este asunto con vistas a
un futuro político diferente a lo interno de Venezuela.
Por lo pronto, en relación con el Acuerdo de Asociación
Estratégica, se puede decir que de concretarse, significará un acceso a un
mercado de alrededor de 800 millones de consumidores que representa una cuarta
parte del PIB mundial; la posibilidad de integrarse a cadenas de valor
mundiales y se elimina aranceles en Europa para el 93% de los productos
mercosurianos.
Por otra parte, en materia de productos industriales, la UE liberaliza
cerca del 100% de su comercio y el Mercosur lo hace en un 90%. Europa ofrece la
liberalización completa e inmediata de aranceles para el 80% de las
exportaciones mercosurianas.
Entre otros aspectos no menos importantes, este acuerdo
impulsará las inversiones, el intercambio tecnológico y el comercio de las
PyMs.
Sin duda, si se producen los cambios en el Mercosur y en
Europa se vencen las reticencias de ciertos sectores económicos y políticos, el
Acuerdo podrá propiciar el crecimiento y el desarrollo de ambos bloques y
redundar en la producción, la competitividad y el empleo de todos los países
que lo integran.
Obviamente, la competencia en el ámbito de los productos
agrícolas es un punto álgido que no estará exento de tensiones, habida cuenta de
que Argentina y Brasil están en los primeros puestos del ranking de
exportadores mundiales. Y éste es un punto que puede convertirse, incluso antes
de la aprobación definitiva del Acuerdo en Europa, en piedra de tranca para un
feliz término de tan prolongada negociación.