sábado, 29 de junio de 2019


¿APROBARÁ DEFINITIVAMENTE EUROPA EL ACUERDO UNIÓN EUROPEA/ MERCOSUR SUSCRITO RECIENTEMENTE?


Luego de más de 20 años de interminables negociaciones, la Unión Europea y Mercosur llegan a un acuerdo comercial que es considerado por el presidente de la Comisión europea, Jean-Claude Juncker,  de “momento histórico”.

Lo denominan Acuerdo de Asociación Estratégica y fue suscrito por los representantes de las partes, a partir del impulso más reciente de varios países europeos, principalmente, España y Alemania.

A pesar de la efusiva y justificada bienvenida a un hecho tan importante, sobre todo en estos tiempos de neoproteccionismo y guerras comerciales, aún queda su aprobación definitiva pendiente por parte de algunas instancias en el marco de la UE.  Y especialmente, de algunos de sus países miembros, cuyos sectores agrícolas no ven con buenos ojos ciertos compromisos que se asumen.

En los países europeos no hay unanimidad al respecto. Subsisten reservas allí que podrían impedir o retrasar la sanción en el Parlamento europeo. 

Independientemente de que el acuerdo entre en vigencia pronto o más tarde, comparto lo que se ha dicho respecto de que aquel es un mensaje muy positivo y auspicioso, que contrasta con la visión absurda ultranacionalista y anti-libre comercio que ha tomado cuerpo en los últimos años a ambos lados del Atlántico.

La posición del gobierno norteamericano, o más bien, la del presidente Trump, ha causado innecesarias tensiones económicas en el mundo que podrían perjudicar a todos, incluso a su propio país.

Una errática conducta, plagada de amenazas, marchas y contramarchas, ha emponzoñado las relaciones de interdependencia global, poniendo en peligro el crecimiento económico mundial. Las tensiones con China son una muestra patente de este inconveniente despropósito. 

De allí que sea una buena noticia el Acuerdo UE-Mercosur, pues va a contrapelo de esa tendencia.

No obstante, sobre el Mercosur no debe olvidarse su situación particular interna de ralentización y de que precisa una transformación de visión y estructural profunda, que lo ponga a tono con las nuevas realidades planetarias, si es que se pretende que sobreviva.

Igualmente, no es un secreto que en los últimos años se pretendió ideologizarlo por gobiernos que descuidaron su naturaleza comercial, lo que repercutió negativamente en su dinámica general.

Esa deriva desacertada afortunadamente fue frenada con el arribo de nuevos gobiernos a la mayoría de los países mercosurianos, que venían con orientaciones distintas.

Sin embargo, aún no queda muy claro qué se quiere hacer de Mercosur hacia el futuro.

La firma del Acuerdo con los europeos, quizás pueda poner orden al interior de Mercosur en su conjunto y no solo sea la posibilidad de incrementar los negocios de los grandes del bloque.

Respecto de Venezuela, que a pesar de estar suspendido del bloque, sigue siendo miembro de pleno derecho, poca cosa puede decirse en cuanto a la secuela que traería la firma del Acuerdo de marras.

Es sabido que en su momento, el chavismo se autoexcluyó de la negociación con la UE; posición ésta, a todas luces, incomprensible, absurda, pero acorde con su óptica. Habrá que analizar a fondo este asunto con vistas a un futuro político diferente a lo interno de Venezuela.

Por lo pronto, en relación con el Acuerdo de Asociación Estratégica, se puede decir que de concretarse, significará un acceso a un mercado de alrededor de 800 millones de consumidores que representa una cuarta parte del PIB mundial; la posibilidad de integrarse a cadenas de valor mundiales y se elimina aranceles en Europa para el 93% de los productos mercosurianos.

Por otra parte, en materia de productos industriales, la UE liberaliza cerca del 100% de su comercio y el Mercosur lo hace en un 90%. Europa ofrece la liberalización completa e inmediata de aranceles para el 80% de las exportaciones mercosurianas.

Entre otros aspectos no menos importantes, este acuerdo impulsará las inversiones, el intercambio tecnológico y el comercio de las PyMs.

Sin duda, si se producen los cambios en el Mercosur y en Europa se vencen las reticencias de ciertos sectores económicos y políticos, el Acuerdo podrá propiciar el crecimiento y el desarrollo de ambos bloques y redundar en la producción, la competitividad y el empleo de todos los países que lo integran. 

Obviamente, la competencia en el ámbito de los productos agrícolas es un punto álgido que no estará exento de tensiones, habida cuenta de que Argentina y Brasil están en los primeros puestos del ranking de exportadores mundiales. Y éste es un punto que puede convertirse, incluso antes de la aprobación definitiva del Acuerdo en Europa, en piedra de tranca para un feliz término de tan prolongada negociación.    

sábado, 22 de junio de 2019


BACHELET EN VENEZUELA: ¿CABE ESPERAR ALGO POSITIVO LUEGO DE SU ESPERADA VISITA?



Al fin la tan esperada visita de la señora Michelle Bachelet a Venezuela se dio. No pocas organizaciones de la sociedad civil e individualidades nacionales e internacionales habían solicitado que se apersonara en nuestro país, a los fines de que in situ constatara horrendos hechos violatorios de los derechos humanos, que muchas veces fueron denunciados y también registrados con lujo de detalles tanto por el departamento de la NNUU que ella hoy dirige como por otras organizaciones internacionales.  

Como se sabe, su cargo es el de Alta Comisionada para los Derechos Humanos; muy importante, sin duda, y sobre el cual pesa una gran responsabilidad por la materia tan sensible que debe manejar en un espacio que abarca el planeta entero.

Su figura, vinculada a una afiliación político-ideológica conocida, no ha estado exenta de polémica.

Para nadie es un secreto que es de pensamiento socialista/socialdemócrata. Sus relaciones cercanas y/o amistosas con importantes figuras mundiales de la llamada izquierda, como los hermanos Castro de Cuba, Ortega de Nicaragua, Lula en Brasil y Chávez y Maduro en Venezuela, le ha ganado la animadversión de muchos que se han opuesto o se oponen a los gobiernos que aquellos han presidido.

En su ejecutoria gubernamental -Presidente en dos ocasiones de Chile- se ha conducido en el marco del Estado de derecho liberal de su país, y adelantó, a mi juicio, políticas razonables y beneficiosas en el campo internacional. Obviamente, a su gobierno interna o externamente, se pueden formular críticas puntuales, pero, en definitiva, han sido gobiernos “normales”, sobre todo, no autoritarios, ni en ellos se ha pretendido establecer regímenes totalitarios, como los de sus amigos.

Sin embargo, sobre ella ciertos sectores políticos siguen manteniendo reservas.

Son las que observamos en Venezuela con su visita, que, por cierto, es la ejecución de un mandato de las NNUU emitido por el Consejo de los DDHH de las NNUU en septiembre de 2018.

Está claro que en una visita de un día y medio, prácticamente, no se puede palpar en toda su magnitud la dimensión de la tragedia nacional venezolana. Pretender que ella podría conocer de primera mano todos los problemas es ilusorio. Tendría que instalarse semanas enteras y viajar por todo el país. Porque el verdadero drama venezolano no se puede observar solo en la ciudad capital.

Sin embargo, el equipo de esa Comisión, que ya conoce la situación desde antes de que ella se posesionara del cargo, sí puede dar cuenta con amplitud y profundidad de ella.

El Informe preliminar que han preparado hace algunos meses atrás, es contundente. Casi todas las múltiples denuncias se han corroborado en campo. Son igual o más graves que las de los Informes previos.

Pensar que una individualidad como la señora Bachelet, por estar al frente de ese equipo, pudiera torcer o esconder evidentes y comprobados hechos es un despropósito.

Por otro lado, el hecho de que ella se haya reunido con los representantes de la tiranía no implica ninguna complicidad con sus representantes, ni un juicio de valor respecto del régimen. A ella le corresponde entrevistarse con todos los actores que protagonizan nuestro conflicto doméstico. Se reunió con el Presidente interino de Venezuela, reconocido como tal por más de 50 gobiernos democráticos.

No deberíamos prejuzgar nada sobre os resultados de esa visita, ni creer que ciertos “maquillajes”, al estilo de las aldeas Potemkin, pudieron ocultar la realidad.

Ha sido muy conveniente que la señora Bachelet haya venido al país. Esa visita subraya y confirma, objetivamente, lo que hasta ahora se ha dicho. Que hay una grave crisis política y social que requiere la atención de los organismos internacionales, de toda la Comunidad Internacional.

Bachelet pudo entrevistarse con familiares de víctimas y dirigentes de organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos diversas con los cuales pudo compartir momentos muy emotivos.  Sus historias son desgarradoras”, afirmó.

Este viaje refleja una enorme preocupación y le dice al mundo que no es cierto lo que el régimen militar ha pretendido hacer ver acerca de que todo marcharía normalmente en Venezuela, que no existe tal crisis. Hasta Arreaza, conocido por su cinismo y su falta permanente a la verdad, con Bachelet se ha visto obligado a reconocer la violación a los DDHH en el país, cuando habla de “corregir” y “rectificar”.

Nuestra tragedia se agrava con los días. Sigue desbordándose peligrosamente sobre nuestros vecinos más cercanos y más allá.     

Solo resta saludar la visita realizada por la señora Michelle Bachelet, y decir que ojalá que su corta estadía logre sensibilizar más al mundo sobre lo que ocurre en Venezuela y también acerca de la necesidad urgente de una pronta solución negociada antes de que sea muy tarde.

Su mensaje final al encontrarse con un grupo de venezolanos nos deja un buen sabor de boca: “Si algo puedo ayudar, estoy dispuesta”. Ya el 20 de Marzo próximo pasado había declarado: “las autoridades se han negado a reconocer las dimensiones y la gravedad de la crisis en materia de cuidados médicos, alimentación y servicios básicos, por lo que las medidas que han adoptado no han sido suficientes”.

El Informe definitivo que deberá presentar Bachelet próximamente sobre Venezuela, con seguridad no diferirá mucho de lo que los anteriores han reseñado.  

Solo deseamos que por ahora, al menos, se obtenga del gobierno la libertad de los cientos de presos políticos injustamente encarcelados por el régimen dictatorial que agobia a la sociedad venezolana. Desde el escepticismo, a veces se puede aspirar a un milagro, sobre todo, cuando pensamos en esos venezolanos torturados y vejados salvajemente, y en sus familiares angustiados y sufriendo.

viernes, 7 de junio de 2019


VENEZUELA: DEL DELIRIO EXPROPIADOR AL DESASTRE ECONÓMICO ACTUAL





EMILIO NOUEL V.



De aquellos polvos vienen estos lodos, reza el refrán castizo. Y traerlo a colación en estos tiempos de calamidad social grave en nuestro país, resulta lo más adecuado, sobre todo, cuando pensamos acerca del daño causado a la Nación por las expropiaciones llevadas a cabo por la tiranía.

Muchas son las ocasiones en que me he referido a las ideologías demenciales que han traído consigo hambre y desdichas a granel en los países en que han instaurado regímenes políticos.

El socialismo, en general, es una de ellas, con su carga de colectivismo e intervencionismo estatal, que en los casos más extremos conduce a situaciones aberrantes, conculcadoras de las libertades, por un lado, y por otro, destructoras de las bases económicas de la sociedad. 

Tales ideologías son la causa primera de la locura expropiadora que se apodera de los regímenes socialistas. Los resultados de esta política son nefastos y están a la vista en los registros históricos.

Se parte de una idea tan sencilla como letal. La actividad económica debe ser tomada por el Estado, el cual representaría el interés de la sociedad en su conjunto, y así se evita que los propietarios privados egoístas se apropien de una ganancia que debe ser repartida entre todos, y quién mejor que ese ente  para distribuirla en beneficio de todo el cuerpo social.

De este enfoque colectivista  -“la propiedad es un robo”- han padecido muchos gobernantes, incluso no socialistas marxistas ortodoxos, como algunos gobiernos socialdemócratas.

En Venezuela, el chavismo es un ejemplo de esta ideología delirante.

Hugo Chávez expropió a diestra y siniestra mientras estuvo en el poder. Embriagado de poder y de dólares petroleros, expropió caprichosamente lo que se le ocurría (un ejemplo insólito: el Edificio La Francia en la Plaza Bolívar de Caracas, por cierto, propiedad de la Universidad de Oriente) y re-estatizó sectores que habían pasado a ser gestionadas más eficientemente por actores privados  (SIDOR, CANTV).

La lista de empresas y actividades privadas que fueron arrebatadas de manera absurda a los sectores privados es larga.  Van del petróleo, pasando por la manufactura hasta los servicios agrícolas.

Los fundamentos de racionalidad económica o de otra naturaleza, si las hubiera, no se encuentran por ningún lado, en ningún caso de expropiación. La explicación no es otra que la ideológica.

El daño causado a esos sectores y empresas es enorme. La acción del Estado chavista ha sido ruinosa con repercusiones directas en la sociedad en términos de productividad, inflación, escasez y empleo.

Sin embargo, peor es aún el daño patrimonial a la Nación que se deriva de los juicios entablados por los expropiados. Porque si bien quebrar unas empresas es una cosa de por sí perjudicial, otra secuela más grave es haber generado demandas mil millonarias, en las que el país ha salido con las tablas en la cabeza, porque no hay forma de defender en juicio, con argumentos jurídicos sólidos, evidentes arbitrariedades. 

Nunca Venezuela había sido demandada ante entes jurisdiccionales y de arbitraje como lo ha sido en los últimos tiempos. Alrededor de 38 veces en el Centro de Arbitraje del Banco Mundial.  Los costos de esos juicios son enormes, sin mencionar los mil millonarios montos de las condenas. Se dice que nada más en honorarios de abogados en el caso de Conoco Phillips, Venezuela ha debido pagar más de 40 millones de dólares, sin contar todas las expensas causadas por el proceso. 

Activos internacionales valiosos de la República hoy están en riesgo cierto de perderse por una conducta irresponsable e injustificada de un régimen embriagado de poder e infectado con una ideología tóxica, que ha conducido a Venezuela a la crisis sin precedentes que vivimos.

Los causantes de este inconmensurable perjuicio al patrimonio de todos los venezolanos deberán pagar por ello. Y ese es sólo una parte del legado exterminador que dejó Hugo Chávez Frías.

    


sábado, 1 de junio de 2019


VENEZUELA: O SE VAN POR SUS PROPIOS PIES O NEGOCIAMOS.



No pocos artículos de opinión y declaraciones hemos leído esta semana sobre la reunión de Oslo.

De nuevo, en el cotarro político de los sectores que adversan la tiranía militar-cívica,  no se ha hecho esperar la polémica entre los grupos que allí hacen vida.

Así, por un lado, los que consideran que con los usurpadores del gobierno no se puede ni tomar un café, y se oponen de manera rotunda y hasta airada a que se haya atendido la invitación de los noruegos, arguyendo que eso significaría hacerle el juego y retrasar su caída al darle más tiempo en el poder, y por otro, los que juzgaban conveniente, política y diplomáticamente, acudir al encuentro, porque nada se perdía con ello; porque se pudiera poner en riesgo los apoyos internacionales negándonos a ir y, además, porque se ha dicho hasta la saciedad que todos las opciones están sobre la mesa, y eso obviamente incluye una eventual negociación.

Entre estas dos posiciones, más allá de los matices y énfasis particulares, se debate el sector democrático.

En esta controversia, quien escribe estas líneas tiene, por supuesto, su posición, que ha reiterado en unas cuantas ocasiones.

Estoy claro sobre el tipo de adversario que tenemos enfrente. Lo que he dicho al respecto está a la disposición de quien pueda navegar por internet. Nadie podrá decir que he sido ambiguo, tibio o guabinoso en la caracterización de la tiranía que ha descalabrado al país.

No obstante, consciente de ese adversario destructor, inescrupuloso y perverso, creo que para salir de la calamidad que padecemos, antes que cualquier cosa, prefiero recorrer una vía pacífica, consensuada, ajustada a la Constitución y la ley en lo que sea posible. Esa es mi aspiración como ser humano y ciudadano que repudia la violencia, que le tiene pavor a vivir una guerra, un enfrentamiento sangriento entre venezolanos.

Subrayo: eso es lo que prefiero, y por lo que abogo, sin que ello signifique que lamentablemente otra pudiera ser la vía, sobre todo, si el gobierno sigue irracionalmente aferrado a un poder que se está desmoronando y no se aviene a una salida negociada que abra un cauce a un gobierno de transición, que a la brevedad posible llame a unas elecciones libres, con una institución electoral verdaderamente imparcial, con todas las garantías para los competidores y supervisadas por la Comunidad Internacional.

Es por ello que juzgo una decisión correcta haber atendido la invitación de Noruega. Desde lo político y lo diplomático, era lo obligante, lo más conveniente. Guaidó hubiera podido perder muchos de los soportes internacionales que trabajosamente ha logrado si se negaba a ello. No se hubiera comprendido una negativa de su parte. Con seguridad tales apoyos hubieran podido enfriarse si se adoptaba una posición inflexible, cerrada.

Porque, en definitiva, nada se perdió con ir al encuentro; más bien se demostró un talante razonable, serio y responsable ante el mundo. Se probó firmeza y se ganó credibilidad.

Por su parte, el gobierno no ha ganado tiempo, como lo afirman equivocadamente algunos. ¿Cuánto? ¿2, 3 días?  ¿Es que ir a Oslo iba a retrasar la caída de Maduro esta semana que pasó?  Eso es lo que cabe preguntar cuando se ve ciertos ridículos argumentos, blandidos en las redes sociales.

Siento que lo de Oslo no se ha cerrado. Como, igualmente, creo que no se pueden descartar otras puertas a la negociación, con los noruegos o sin ellos.

Estoy convencido de que ése es un camino muy difícil y que los impacientes no lo soportan, como tampoco los que rechazan cualquier tipo de acercamiento con el enemigo y se inclinan por la utilización de métodos de fuerza expeditos, supuestamente, más eficaces y definitivos, pero que, por cierto, no vemos quien estaría dispuesto realmente a emplearlos, más allá de la retórica amenazante.

Todas las cartas están sobre la mesa. Los usurpadores, cada día más ahogados por la terrible situación que ellos crearon, solo dos opciones claras les quedan: o se van por sus propios pies y dejan que los venezolanos resolvamos la reconstrucción del país libremente, o negocian los términos de un gobierno de transición que ponga las bases de la reconciliación nacional, que reactive la economía y abra un proceso de elección transparente de las autoridades ejecutivas del país.

Tengo mis fuertes dudas sobre que la primera opción pueda darse, dado el talante casi suicida de muchos de los usurpadores. 

Lo que veo muy claro es que la alternativa a ambas posibilidades podría ser espantosa en términos de costos materiales y de vidas. 

Seguimos apostando por la vía pacífica y consensuada.