miércoles, 26 de noviembre de 2008

DECLARACION DEL GRUPO ÁVILA

EN VENEZUELA GANÓ LA DEMOCRACIA

Los resultados de las elecciones del pasado domingo dibujaron un nuevo mapa político en Venezuela. Se trata de un escenario más plural y con una presencia de los factores democráticos de oposición en regiones que hasta hace poco eran consideradas bastiones del oficialismo. Ahora, los cinco Estados que agrupan casi la mitad de la población,  serán gobernados por la oposición. Allí se concentra, además, gran parte de la industria petrolera, el grueso de la actividad industrial que representa el 70% del PIB y un espacio estratégico de primer orden. La oposición también se alzó con el triunfo en la zona de la capital al ganar la Alcaldía Metropolitana y cuatro de los cinco municipios que conforman el Distrito Metropolitano de Caracas.

En cifras, los votos de la oposición entre la elección de 2004 y la del domingo pasaron de 3.274.841 a 5.041.717 es decir, un crecimiento del 53,95%. mientras que los votos del oficialismo aumentaron sólo en un 24,69%.  

 La masiva participación de votantes -la más alta en los últimos tiempos en una elección regional- el entusiasmo de los electores,  la activa presencia de la juventud tanto durante la campaña como en el evento comicial y la conducta cívica de los electores constituyen un ejemplo de madurez democrática y echan por tierra las descalificaciones que desde el gobierno se hicieron contra la oposición durante la campaña electoral. Por otra parte demuestra claramente que en Venezuela hay un importante sector de la población que no comparte el proyecto de sociedad que el presidente Chávez quiere imponer al país.

La prensa mundial ha comentado ampliamente los resultados de las elecciones del pasado domingo en Venezuela y la gran mayoría coincide en destacar que éstos representan un importante avance cuantitativo y cualitativo para la oposición democrática venezolana a pesar de todas las manipulaciones, el ventajismo obsceno del oficialismo y las decisiones inconstitucionales de inhabilitar a varios candidatos opositores.

El elevado volumen de votos obtenido por la oposición en las elecciones regionales abre nuevas  perspectivas para frenar, por la vía democrática,  las pretensiones de implantar en Venezuela un sistema y un régimen totalmente reñidos con la idiosincrasia, con los sentimientos y con la vocación de libertad de los venezolanos consagrados la Constitución Nacional. 

 

Caracas, 25 de noviembre de 2008 

lunes, 24 de noviembre de 2008

23N:  SALVAGUARDIAS DEMOCRÁTICAS Y PUERTAS ABIERTAS

 Este 23N, la sociedad democrática venezolana y sus fuerzas políticas acaban de librar victoriosamente otra gran batalla por la libertad.

   A las pretensiones autocráticas y centralistas de una oligarquía militarista,  les hemos propinado un golpe noble.

   La conquista de nuevos y relevantes espacios político-institucionales por parte de la oposición abre caminos amplios a la recuperación de una dinámica política más fluida y al reencuentro de factores de procedencia plural, cuyo potencial, en términos de gobernabilidad, no debe ser desdeñado.

   De igual manera, con el arribo de representantes de una nueva mayoría a puestos claves de administración gubernamental regional y local se inicia una fase cargada de muchas expectativas que no deben ser defraudadas.

   No obstante, bajar la guardia no es una opción. Poner diques democráticos a los autoritarios, no significa que conjuremos los peligros que se ciernen sobre el país. El proyecto político de los que gobiernan, si bien amaneció muy golpeado después del 23N, no ha sido abandonado. De sobra conocemos de las retiradas tácticas y de los discursos “por lo bajito” en los momentos que les son adversos. La aspiración perversa a una presidencia vitalicia no creo que esté descartada y ya veremos pronto qué forma adoptará este propósito.  

   Los desafíos ahora son mayores para el campo democrático. Tendremos más responsabilidades de gobierno. Cumplir con los programas que se ofrecieron al electorado exigirá esfuerzos formidables, habida cuenta de las intenciones expresadas por el gobierno central de recortar o suprimir recursos institucionales y financieros a las regiones y municipios, en su afán por dominar todas las instancias de poder. Esta será una pelea que habrá que dar para reclamar lo que por ley corresponde a los entes descentralizados; de allí la importancia de una alianza y coordinación entre los nuevos administradores, que, por cierto, no debe excluir a gobernantes adeptos al partido de gobierno, víctimas también del centralismo asfixiante.

  En la jornada electoral que venimos de cumplir, hemos logrado colocar exitosamente nuevas salvaguardias democráticas que nos hacen ser optimistas respecto del futuro. Es imperativo que desde allí con inteligencia, amplitud, eficacia gubernamental y decencia,  sigamos construyendo la alternativa política que el país anhela. La amenaza totalitaria no está erradicada, y por más que se haya demostrado nuevamente la inviabilidad política de ella, sigue viva.  

  Hemos ganado en las principales y más populosas ciudades del país. En la capital de la República y en los estados más importantes. Parece que en votos populares obtuvimos mayoría también. Hemos derrotado al Estado más rico de Suramérica, el cual, violando la Constitución y leyes, y mostrando un ventajismo obsceno, se puso al servicio de una parcialidad política.

  Las dimensiones políticas internas e internacionales de lo que acaba de ocurrir son extraordinarias. La opinión pública internacional lo está recogiendo así. El mundo ya sabe lo que está pasando en nuestro país.

  Sin embargo, la concertación entre las fuerzas democráticas sigue siendo una tarea primordial. Nuevos escenarios electorales se presentarán relativamente pronto, y una mayor y mejor coordinación entre los partidos de oposición debe tener lugar, tanto para corregir no pocas fallas como para consolidar los éxitos alcanzados. 

  Hemos dado un gran paso. Se ha vencido la indiferencia y apatía de algunos sectores que a muchos nos preocupaba. Lo que queda, que no es poco, es honrar los compromisos, y para ello es condición ineludible, la unidad. Más que nunca, no hay lugar para sectarismos. Así como hoy ponemos otro obstáculo al autoritarismo, de igual forma hay que abrir muchas puertas a las mayorías sin distingos de procedencia política. Aquellas están ansiando líderes renovados, modernos y con responsabilidad social. Afortunadamente, los tenemos. Démosles la oportunidad, sin renunciar a nuestra vigilancia y participación activa en el rol de ciudadanos.

  Sin lugar a dudas, Venezuela tiene muchas razones para celebrar.

 

EMILIO NOUEL V.

   

     

  

lunes, 17 de noviembre de 2008

AJUSTE DE CUENTAS  


Así es como la prensa denomina la forma de solución de las diferencias entre hampones: “ajuste de cuentas”. Y no es muy diferente a lo que al espectáculo bochornoso y repugnante que estamos presenciando en el estado Carabobo, entre las distintas bandas criminales que están detrás del poder.

   Si lo que cada una dice de la otra es verdad, y así pareciera, todas deberían ir derecho a la cárcel.  El variopinto conjunto de delitos que, dicen, ha cometido cada banda, según lo reseña la prensa, es para coger palco. 

   Nunca antes la política venezolana había llegado a estos extremos de podredumbre y degradación. Ni siquiera en las épocas más oscuras de nuestra historia. Nos estamos pareciendo mucho a la Rusia autoritaria, en la que gobiernan monstruosas mafias provenientes de la descomposición del comunismo.  

  A la corrupción administrativa desbordada en las distintas esferas gubernamentales (PDVSA, Ministerios, gobernaciones, alcaldías, financiamiento de campañas electorales nacionales e internacionales, etc), se suman ahora acusaciones de narcotráfico, lavado de dinero y homicidios por encargo.

   ¿Por qué entonces extrañarnos de las denuncias espeluznantes que acaba de formular el ex fiscal Hernando Contreras acerca del asesinato de Danilo Anderson, si lo que vemos en Carabobo no es otra cosa que un ajuste de cuentas entre malandros de la política?

   Cada día que pasa la descomposición moral y política de los que malgobiernan nuestro país se evidencia de la forma más brutal. Estamos a merced de delincuentes sin escrúpulos que utilizan el poder para enseñorearse por sobre la mayoría de los ciudadanos que sólo aspiran a trabajar en paz y en armonía.

   En un país civilizado ya estarían funcionando los distintos organismos públicos encargados de velar por el Estado de Derecho y su vigencia. Pero conocemos cuáles oprobiosas circunstancias padecemos. No tenemos Fiscalía, ni Contraloría, ni Defensoría del pueblo a las que recurrir. Los jueces probos y valientes desaparecieron; todos están al servicio del  autócrata.

   Ante tales desafueros, que ponen en peligro la estabilidad y la paz de la República, la Venezuela decente y democrática sólo tiene las armas de la voz, la protesta y el voto.

   La lucha por restablecer los equilibrios democráticos y un debate político civilizado, pasa indefectiblemente por ir a votar en las elecciones de esta semana. Nos estamos jugando la libertad y el futuro. Los jóvenes que sueñan con un país en el que puedan trabajar y lograr sus objetivos deben ir a votar. Si queremos una nación próspera que permita a nuestros hijos vivir en paz, debemos ir a votar. La barbarie representada por los tiranos, los violentos y los delincuentes convertidos en políticos, debe ser derrotada.

   Abstenerse es un suicidio. Constituye un crimen contra la Patria libre que aspiramos todos. Ojalá no tengamos que lamentarnos después porque no estuvimos a la altura de nuestra responsabilidad cuando así nos lo exigía erl país.  

    La palabra y el voto los tiene la mayoría. No vacilemos en usarlos. No dejemos que los delincuentes determinen nuestro porvenir.

 

    EMILIO NOUEL V.

   

     

    

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Es la democracia, idiota, la democracia! 
Emilio Nouel

Martes, 11 de noviembre de 2008

Antes de dejarlo así, pensé unos minutos que podía sonar muy duro, o ser políticamente incorrecto, el título que encabeza estas líneas. Pero es mucho lo que está en juego el 23N, y a veces, no nos queda más que ser ásperos.

No pretendo, por supuesto, insultar a nadie, ni desconocer el derecho de cada quien a hacer lo que le venga en gana, sino a llamar la atención sobre el sempiterno problema de la abstención, haciendo paráfrasis de una expresión que hizo famosa Bill Clinton para enfatizar la importancia del tema económico (”Es la economía, idiota, la economía”).

A pesar de que algunas encuestas indican que existe una mayor inclinación a votar en las venideras elecciones, en ciertos sectores, sobre todo de la clase media metropolitana de Caracas y de las ciudades más importantes, se sigue registrando una actitud displicente, coloquialmente hablando, “antiparabólica”, que no puedo calificar sino de idiota y suicida.

La estupidez e inconciencia de algunos llega hasta tal punto, que no es infrecuente encontrarse con quienes se dicen de la oposición, manifestar que en vista de que en su municipio no se dio la unión de las fuerzas democráticas, entonces, como castigo, se abstendrán. Hay otros que al ver que sus preferencias personales no se ven confirmadas por las encuestas, se preguntan si vale la pena ir a votar.

Lo lamentable de todo esto es que tales actitudes son reforzadas por grupos de supuestos técnicos electorales que se han dedicado a sembrar dudas de manera irresponsable y más allá de lo razonable, acerca del proceso electoral.

¡Se ha visto mayor insensatez¡ Estas personas no se percatan que tal proceder las perjudicará igualmente. Incluso, llegamos a pensar, a veces, que aquellos son sólo pretextos que esconden la flojera.

Porque no comprenden que lo que está en riesgo es algo más importante que una elección de gobernador o alcalde; nos estamos jugando la vida democrática y la libertad de nuestro país, las cuales están amenazadas por un camarilla política enloquecida que busca instaurar una tiranía.

En circunstancias normales, quizás nos podríamos “dar el lujo” de permanecer indiferentes, y hasta negarnos a ir a votar. Pero no es éste el caso.

Es imperativo que votemos, no sólo para colocar a funcionarios eficaces en la solución de los variados problemas de nuestras regiones o municipios, sino también para ocupar espacios político-institucionales que sirvan de cortafuegos a las pretensiones antidemocráticas del gobierno actual.

La defensa de la descentralización político-administrativa es nuestra bandera; es una conquista democrática del pueblo que por necesaria y conveniente no debe ser revertida, como lo quieren quienes se han apropiado de todas las instancias de poder. A todo intento de suprimirla o anularla, hay que responder firme y decididamente, eligiendo a los que se identifican con ella y desean profundizarla.

Pero por encima de la ineludible y legítima defensa de este valor tan caro, está aún otra pelea, superior, la que estamos librando por preservar nuestras libertades, no sólo las políticas, sino también las civiles y económicas.

Ir a votar el 23N es un hito más en esa lucha sin descanso que los venezolanos demócratas debemos dar. No es la solución definitiva a los problemas, pero es un paso indispensable en el largo camino por la recuperación de un clima político civilizado y armónico que vaya cerrando el paso a la intolerancia, el sectarismo y la incompetencia gubernamental, así como a los intentos de establecer una sociedad totalitaria.

Parte importante de nuestra clase media es presa fácil del discurso de la antipolítica y el antipartidismo, que, por lo general, conduce a la abstención. Aunque muchas de sus críticas a los líderes y partidos políticos pudiéramos compartirlos, otras no, simplemente, porque son equivocadas o son producto de la poca comprensión del papel que cumplen esas organizaciones en toda democracia.

De aquí al 23N todos los que están conscientes de la significación de esta encrucijada, estamos obligados a incorporarnos a una cruzada por el voto y su defensa, en especial, en la zona metropolitana, la cual, por su población, está llamada a compensar el peso de otros sectores o regiones en las que es más difícil la penetración del mensaje de los grupos democráticos.

La libertad, ya bastante golpeada, la podemos perder. Tenemos muestras de sobra para entender las amenazas que se ciernen sobre Venezuela. Pongámosle freno a la deriva tiránica que sigue el gobierno, y salgamos a votar todos.

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miércoles, 5 de noviembre de 2008

LA NUEVA REVOLUCION AMERICANA

LA NUEVA REVOLUCIÓN AMERICANA

De nuevo EEUU exhibe al mundo su extraordinaria vitalidad, su excepcionalidad. A pesar de que su imagen se ha derrumbado para muchos en los últimos años, ese gran pueblo está demostrando una vez más porqué es la primera democracia del planeta y está en el lugar que está.

   El rotundo triunfo de Obama, que muchos creyeron improbable, constituye más que un cambio político crucial, una revolución cultural y espiritual, que venía gestándose en las últimas décadas, particularmente, entre los jóvenes norteamericanos.

  Quien haya observado con detenimiento el desarrollo de la sociedad estadounidense de finales de siglo XX, esta modificación de los patrones y de las preferencias políticas electorales hacia figuras femeninas (Hillary Clinton) o provenientes de minorías étnicas por siglos discriminadas (Obama), no podía tomar de sorpresa.

   Mucho se había dicho que el EEUU profundo, el eminentemente blanco, conservador y racista (los WASP), sería determinante en la elección que acaba de culminar. Un mulato, en consecuencia, sería muy difícil que entrara como inquilino de la Casa Blanca y dirigir la potencia más grande de la tierra.

   Esa perspectiva tradicional no tomaba en cuenta la transformación profunda que estaba teniendo lugar en el alma de los norteamericanos. Unas cuantas evidencias ya  habían indicado que algo estaba sucediendo. El ascenso de importantes figuras a cargos de enorme responsabilidad en la estructura del Estado, hacían ver que las resistencias seculares estaban siendo vencidas. Las destacadas participaciones de los Secretarios de Estado Colin Powell y Condolezza Rice confirmaban el cambio de patrones. Senadores, representantes y Alcaldes electos a lo largo y ancho del país, pertenecientes a minorías negra, hispana u otras, iban en la misma dirección.  

   Lo que era impensable hace 30 o 40 años se ha hecho realidad. Ahora le tocó al cargo de Presidente, y vemos ascender a esa alta magistratura a un mulato, hijo de un inmigrante africano y una mujer blanca norteamericana, educado en los mejores institutos educacionales de su país, con una labor social de varios años, y con una carrera política, sin embargo, meteórica.

   La enorme trascendencia, incluso simbólica, de este hecho político no puede ser esquivada, ni menospreciada. Para EEUU significa un reencuentro con los valores más preciados que dieron lugar a su nacimiento como Nación y que lo convirtieron en modelo a seguir. Ya sabemos que la esclavitud y la discriminación racial son grandes manchas que gravitan sobre su historia republicana. A pesar de que algunos de los fundadores de EEUU se opusieron en su momento a tal práctica inhumana, las circunstancias políticas de la emancipación obligaron a mantenerla, lo que no debería extrañarnos a nosotros, latinoamericanos, que hicimos algo parecido. 

   No obstante, la discriminación se prolongó en el tiempo, y en el siglo XX pudimos aún ver esta repudiable y odiosa práctica, que en mucho contribuyó al descrédito de esa gran nación y a la proliferación de un antiamericanismo irracional.    

   ¿Qué puede depararnos tal cambio político y cultural a los vecinos del resto del hemisferio?

   Lo hemos dicho en otra ocasión. Posiblemente veamos una modificación de estilo desde la Presidencia norteamericana hacia el resto del continente. Obama parece una figura más dialogante y sensible a los problemas del mundo en desarrollo, aunque son ingentes y de gran envergadura los asuntos críticos que deberá afrontar en su país y en el mundo. No estoy seguro de que haya muchos cambios sustantivos hacia América Latina, aparte de temas políticos muy puntuales.

   Lo que sí esperamos, desde Venezuela, es que reafirme su compromiso con los valores de la libertad y la democracia. Los venezolanos que estamos amenazados por la instauración de un gobierno tiránico esperamos su activa e inequívoca solidaridad. 

   Por otro lado, y en relación con las políticas comerciales y energéticas que adelante,  estamos seguros que tendrán repercusiones sobre la economía tanto hemisférica como mundial. Habrá que esperar, desde luego, qué curso seguirá la actual crisis financiera.

   Por lo pronto, para los norteamericanos, el triunfo de Barack Obama podría significar una gran oportunidad de reanimar o refrescar la política interna de EEUU. Son muchas las expectativas que se han creado y defraudarlas puede ser nefasto. El Partido Demócrata ha retomado, prácticamente, todos los espacios políticos, y su responsabilidad es mayor. No obstante, el “checks and balances” seguirá funcionando. El discurso de Obama en la noche del triunfo ha sido integrador y conciliador de la sociedad norteamericana, en cierto modo fracturada en los últimos tiempos. Pero esto deberá ocupar mucho de su tiempo, habida cuenta de las medidas que deberá adoptar apenas llegue a la Casa Blanca.

   Para el nuevo gobierno, existe igualmente una oportunidad para recobrar la mejor imagen de EEUU en el planeta, la de ser un faro de libertad y de democracia, hoy muy deteriorada por grandes torpezas cometidas. Aunque hay una lógica estructural de potencia de la que no podrá zafarse Obama, hacemos votos por que la arrogancia sea apartada a un lado, y el ánimo de cooperación e integración sea el que inspire al nuevo mandatario estadounidense.

  

 

            EMILIO NOUEL V.

      

lunes, 3 de noviembre de 2008

La crisis desplazó a Dios y al racismo

La crisis desplazó a Dios y al racismo

Por Moisés Naím

Para LA NACION

3 de noviembre de 2008

 

WASHINGTON.- Sin el apoyo de la derecha cristiana es imposible ganar una elección presidencial en Estados Unidos. La campaña electoral de 2008 será definida por el choque entre ideas diametralmente opuestas acerca de política internacional, economía y salud pública. Estados Unidos no está preparado para elegir a un negro como presidente.

 

Nada de esto resultó ser cierto. Hoy sabemos que Dios, el racismo y las ideas no fueron los protagonistas fundamentales de estas elecciones. Fueron desplazados por la crisis económica, la historia personal de los candidatos, el fracaso de George W. Bush y el uso avanzado de Internet como fuente de fondos, difusión de mensajes y reclutamiento de activistas.

 

Ni Barack Obama ni John McCain se refirieron tanto a Dios en sus discursos y mensajes publicitarios como lo hicieron sus predecesores en elecciones anteriores o sus rivales en las elecciones primarias de sus partidos. Los líderes más poderosos de la maquinaria político-religiosa de la derecha estadounidense fueron menos influyentes en estas elecciones de lo que han sido por décadas.

 

Su principal triunfo fue la imposición de Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia, quien inmediatamente metió a Dios en sus discursos. Explicó, por ejemplo, que los soldados estadounidenses van a Irak a cumplir una "tarea de Dios", quien, según ella, "tiene un plan bien definido al respecto". Pero mientras este tipo de mensajes antes era común, en esta campaña fue infrecuente. Dios fue exiliado de esta campaña electoral

 

Y el racismo también. Un negro, hijo de un inmigrante sin fortuna, puede sólo con su talento y su esfuerzo llegar a la presidencia de Estados Unidos. El color de su piel no ha sido el obstáculo insalvable que el mundo entero suponía que destruiría la carrera política de Obama.

 

¿Quiere decir esto que en Estados Unidos no hay racismo y que el color de la piel de Obama no tuvo papel alguno? Por supuesto que no. Pero el hecho es que, para millones de estadounidenses que lo apoyan, la raza de Obama ha importado menos que otros factores. Esto es más sorprendente para el resto del mundo que para los estadounidenses.

 

Fue siempre más difícil ver a Obama victorioso para un británico que sabe cuán lejos está su país de elegir como primer ministro al hijo de un paquistaní o para un español que sabe que falta mucho para que un descendiente de marroquíes se instale en la Moncloa o para el japonés que sabe que es imposible que un hijo de coreanos llegue a estar a cargo del gobierno. Desde esta perspectiva, que un negro pudiera llegar a ser el presidente de Estados Unidos era simplemente inimaginable. Esto nos dice más del racismo que hay en el resto del mundo que el que aún persiste en Estados Unidos.

 

Ideas poco originales

A las ideas tampoco les fue bien en estas elecciones. En momentos en que el mundo ha perdido anclajes fundamentales en la economía, la geopolítica, la sociedad o el medio ambiente, McCain y Obama no se destacaron por la originalidad de las ideas en las que fundamentaron sus propuestas electorales.

 

En esta campaña las ideas fueron poco importantes a la hora de definir los resultados. Obama y McCain hicieron lo posible por diferenciar sus propuestas y, en muchos sentidos, sus ofertas son diferentes. Pero el país no se ha enterado. Muy pocos votantes saben en qué se diferencian las políticas económicas de McCain de las de Obama o cómo varían las reformas al sistema de salud que propugnan o en qué son diferentes las maneras en que proponen relacionarse con China.

 

Por más importantes que sean, las ideas siempre son más aburridas que las conversaciones sobre la personalidad, el carácter y la vida de los candidatos. ¿Qué ideas pueden realmente competir, en una conversación de sobremesa, con las espectaculares historias personales de McCain y Obama? ¿O con la historia de la Palin desollando alces en Alaska?

 

Las elecciones estadounidenses de 2008 introdujeron muchas novedades. Desde el inesperado ascenso de candidatos que no contaban con el apoyo de las elites tradicionales de sus respectivos partidos hasta una gran cantidad de innovaciones en el uso de Internet como instrumento para organizar la actividad política. Naturalmente, la novedad más trascendental es Barack Obama. Y esta novedad no sólo impacta en Estados Unidos. A partir de ahora, y en todo el mundo, jóvenes pobres, marginados y hasta aquellos abandonados por su padre han sido informados de que ascender los picos más altos no es un sueño imposible. Sí, se puede.

 

 




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domingo, 2 de noviembre de 2008

KARL MARX, ESPECULADOR BURSÁTIL

1 de Noviembre de 2008:

KARL MARX, ESPECULADOR BURSÁTIL

En estos tiempos convulsos del mercado financiero global y en los que ligeramente se decreta el fin del capitalismo, resulta conveniente recordar al viejo Marx, especulador bursátil; sí, no ha leído mal, jugador en la bolsa de valores; sobre todo, porque algunos zombis del marxismo latinoamericano, aún andan por allí reivindicándolo, y olvidan convenientemente, o simplemente ignoran, aspectos de la vida de aquel que resultan inconsistentes con lo que predicó.

   ¿Cómo se compadece un Marx, asiduo de la bolsa de valores, con el pensador que algunos dicen representa “la subversión de la lógica del capital” (Rigoberto Lanz)?

    Como se sabe, Marx fue un pensador anticapitalista y su teoría consistió en demostrar que las condiciones materiales y los mecanismos del propio sistema de mercado conducirían más temprano que tarde a su propia destrucción. El desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas inexorablemente acarrearía la superación de este modo de producción, dando lugar a una sociedad en la que los medios de producción pasarían de privados a colectivos, se eliminaría la apropiación privada de la plusvalía del trabajo (la explotación) de los obreros, y llegados al comunismo, desaparecería el Estado y las clases sociales. Para llegar hasta allí, la lucha de clases sería el motor que impulsaría la revolución contra el capital.

    Con base en estos postulados expuestos muy sintéticamente, se levantó la organización de los partidos socialistas y/o comunistas, quienes sería los llamados a realizar el sueño utópico marxista.

    Ahora bien, ¿cómo podemos explicarnos la inconsistencia referida y admitida de manera expresa por el mismo Marx?

    La prueba de tal incongruencia está en una carta a su amigo Federico Engels, fechada el 4 de junio de 1862, y dice así: "He tenido un gran éxito en la bolsa. Ha llegado de nuevo el momento en que con inteligencia y pocos medios se puede ganar dinero en Londres".

    Esta frase entusiasta y de complacencia -el lector estará de acuerdo conmigo- no luce la de un acérrimo anticapitalista que persigue la destrucción del sistema explotador que oprime al proletariado. ¿O sí?

   Por su parte, el historiador y profesor de Oxford, Niall Fergusson, en su libro “Dinero y Poder en el mundo moderno (1700-2000)” (Taurus, 2001), igualmente cita otra carta del mismo Marx dirigida a otro amigo, en la que éste manifiesta: "He estado (lo que te sorprenderá) especulando en bolsa; parte en fondos norteamericanos, pero fundamentalmente en valores británicos, que este año crecen como champiñones,(para promocionar todo tipo de empresa que puedas imaginar). Se los fuerza a alcanzar niveles desmedidos, y luego la mayoría cae  estrepitosamente. De este modo, he ganado unas 400 libras, y ahora que la complejidad de la situación política abre aún más margen, empezaré de nuevo. Es un tipo de actividad que me lleva poco tiempo y por la que vale la pena correr un riesgo.”

   ¿Qué explicación dan de esta faceta personal del más importante pensador del socialismo científico, sus trasnochados seguidores y defensores?

    ¿Nos quedaremos esperando las justificaciones y explicaciones convincentes respecto de ese proceder al igual que ha ocurrido con los conceptos despectivos e insultos que profirió Marx contra Bolívar o en relación con el apoyo que dio a la invasión de tropas norteamericanas a México?  

    Hoy que de nuevo salen de las catacumbas algunos para lanzar condenas de muerte de la sociedad de mercado, vale la pena entonces recordar este rasgo poco conocido de Marx, que pudiera sorprender a algunos.

    ¿Puede concebirse en la actualidad una actividad más capitalista que la de una bolsa de valores?

    Obviamente, no. Y en los tiempos del señor Marx, tampoco, por cierto, en una época de capitalismo bastante más salvaje que la presente.

 

EMILIO NOUEL V.